En sus escritos sobre las escenas locales para Entrecampos, Justo Pastor Mellado denuncia ciertos estilos "tardomodernistas" que trasladan fórmulas europeas pero a destiempo. "Ignoran las singularidades de acá. No tenemos por qué andar buscando los picassianos argentinos, o chilenos", dijo el curador y crítico de arte chileno.

-No, esto no es una traducción.

-Y en gran parte no lo es. Por eso es que postularía yo como ese "conceptualismo caliente". Es decir, se desplaza desde la pintura, desde la abstracción, por ejemplo, hacia la suciedad figurativa. El gran espacio de transacción sería la pintura de Berni. La objetualidad. Hasta que llegamos a una objetualidad de diseño. ¿Quién se carga a Berni? El diseño. "Limpia" todo. Lo hacemos danés (risas). Le quitamos a Juanito Laguna.

-O lo bañamos.

-Lo bañamos, ¿por qué no? Los niños no calzan en un espacio minimalista... (risas). La "suciedad" berniana se singulariza, pero no es pop; se singulariza recuperando todo objeto que niega el universo del "Arte Concreto". O sea, los desechos del diseño. El desecho tiene olor, huele a mierda y es feo, está archipintado y carcomido...

-Y además lo que representa Berni son los marginales urbanos: Juanito, Ramona... el mendigo y la prostituta.

-Y, a través de eso, hay una cosa genial que yo encontré en Berni: las fotografías de mujeres de los prostíbulos de Rosario. Porque en el fondo él, lo que hace ahí, es un estudio de campo. Pero no es Matisse con su modelo. No es Picasso con su modelo. El tipo va a ser modificado por su modelo. Hay que ver sus fotos. ¿No hay un libro de eso? Son fantásticas. En ese sentido, por ejemplo, "Tucumán Arde" sería una extremización berniana. Porque en vez de objeto pasan al proceso. No sé si estaba pensado así, pero visto desde ahora aparece como un arte de procesos mientras el otro aparece como un promotor del arte de objetos. A lo mejor (estamos pensando; inventemos) Berni y "Tucumán..." son matrices de desarrollo del arte argentino contemporáneo de las últimas tres décadas.