Jueves, 9 de octubre de 2008 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › "EL VUELO DE LA ABEJA", úLTIMO LIBRO DE POEMAS DE JORGE ISAíAS
Isaías explora dos territorios siempre afines a su poética: la mirada sobre el paisaje y la memoria. El poema enuncia una nueva posición desde donde el sujeto se abre a la perplejidad de un límite donde campean por igual dicha y desamparo.
Por Sonia Scarabelli
Con un título que sugiere un cierto orden del enigma, El vuelo de la abeja, último libro de poemas de Jorge Isaías, recientemente publicado por la editorial Ciudad Gótica, se concentra en la exploración de dos territorios siempre afines a su poética, el de una mirada que se aplica al paisaje desde el cielo a la hojita nimia y el de una mirada que se aplica a la memoria, vuelta espacio de interrogación sobre el sentido, o mejor aún, sobre su posibilidad.
Jorge Isaías lleva publicados más de treinta libros, que incluyen poesía y prosa. Entre ellos: Crónica Gringa, que ha tenido ya cinco ediciones; Aspero cielo; Donde supura el aire; Pintando la aldea, y títulos como La persistencia del canto; Futboleras y Las más rojas sandías del verano. Ha publicado, asimismo, en el campo de la investigación literaria: Palabras a mi padre y a su digna herramienta, de José Pedroni; Papeles inéditos de José Pedroni y Los mejores cuentos del Litoral.
Si bien, como antes mencionábamos, paisaje y memoria son dos vertientes constantes de la poética de Isaías -aspectos que se asocian peculiarmente en uno de sus últimos libros de poemas, Aspero cielo (2006)-, en el presente volumen se hace sensible una modificación en la forma en que la mirada se acerca a aquello que, más que ser tomado por ella, pareciera tomarla. Esa modificación, se diría, apunta a señalar una particular actualidad del encuentro poético, que no ocurre ya como plena rememoración -donde el paisaje asociado a la naturaleza aparecía, por ejemplo, referido sobre todo a los recuerdos de infancia y juventud-, sino que se ofrece más precisamente en la escena de un redescubrimiento: "Hace rato / que no miro / cómo una flor / tiembla / con sus pétalos bajo la brisa / de abril. / No sé cómo / pasó tanto tiempo / sin que sintiera / en la piel / ese sol agónico / perdiéndose / detrás de aquellas / casuarinas oscuras."
De ese redescubrimiento, de una renovación -que se deja traslucir aquí y allá como inesperada- del asombro ante lo cotidiano y cercano, es que proviene quizás una de las posibles claves que sustentan el enigma insinuado por el título al que aludíamos más arriba: El vuelo de la abeja; es decir, la materialización de aquello que a primera vista se presentaría como imposible según las leyes del mundo físico y que, no obstante, en la persistencia de su ocurrir, desafía el fatalismo de la gravedad y conduce, por ello mismo, a la dilucidación de un trasfondo más sutil.
De esta manera, lo que en libros anteriores insistía sobre la áspera afirmación de lo perdido se torna aquí lenguaje que admite una vacilación que, por así decirlo, suaviza levemente el contacto con el mundo -de por sí arduo y ajeno-, para nombrar esos instantes en los que el brillo quieto de lo objetivo pareciera alumbrar cierta forma vital de la esperanza: "Emparejado enero / bajó el rojizo / corazón de néctar / ese breve picaflor / nervioso / verde / eléctrico / como una esperanza / ardiente / viril / hundiendo el aire / quieto / de aceite tan celeste."
No se trata, claro está, de una renuncia al gesto interrogante, sino más precisamente de su profundización. La fuerza del presente no se limita ya a la potencia de la memoria para volver actual lo que fue vivido; hay también una fuerza del presente en este tiempo inmediato en que el yo lírico registra lo mirado y enuncia la pregunta sobre el aquí y ahora, no sólo como ruina. El poema enuncia, de este modo, una nueva posición desde donde el sujeto se abre a la perplejidad de un límite donde campean por igual dicha y desamparo, sin fagocitarse uno al otro, pero sin dar tampoco tregua a la tensión que funda su posibilidad: "¿Y si esta paz / y este silencio / y esta plenitud / no fueran verdaderos / qué haría yo / con todas las / certezas / que mi corazón / alegra / ensanchándose / hasta el fin?".
(El vuelo de la abeja será presentado esta noche, a partir de las 20, en La Bancaria, San Lorenzo 1383).
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