Sábado, 18 de octubre de 2008 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › SE REALIZA HOY LA DECIMOQUINTA EDICIóN DE "EL TANGO Y SUS BAILARINES"
El espectáculo, organizado por "el Duende", un mítico bailarín y difusor del tango en la ciudad, se realizará en la sala Lavardén. "Esto es producto de la lucha constante que hicimos con la docencia", explicó.
Por Edgardo Pérez Castillo
Fue en un baile popular organizado en su barrio, La República de la Sexta, donde Rodolfo Ruiz Díaz descubrió al tango y su baile. Encandilado, con apenas nueve años decidió que él también debía sumergirse en ese mundo. Sin embargo, el género no gozaba de buena salud, y ya en su adolescencia El Duende comenzó a recorrer los pocos espacios en los que el dos por cuatro resistía al avance del rock anglosajón. Autodidacta y persistente, Ruiz Díaz se convirtió en bailarín profesional. Con medio siglo de trayectoria, y una labor docente que aun sostiene, hoy puede ser apuntado como uno de los nombres que colaboraron para que el tango haya recuperado brillo. Esta noche habrá una nueva demostración de ello cuando El Duende se ponga al frente de la decimoquinta edición de "El tango y sus bailarines", espectáculo que desde las 21.30 se realizará en la Sala Lavardén, y que reunirá a más de treinta parejas en escena.
Declarado personaje ilustre en La República de la Sexta, El Duende recuerda que fue allí en donde se produjo el encantamiento. "Tenía nueve años, y en esa época el tango estaba en sus últimos estertores. Pero en un baile popular me enamoré del tango, en ese momento se me metió en el alma, y empecé a prestarle atención. En mi casa se reían porque a los nueve años quería bailar tango. Después mi adolescencia fue en la época en la que empezó a entrar música foránea, el tango prácticamente estaba extinguiéndose. Era la época del Club del Clan, del hippismo, entonces no viví la época de oro del tango, sino que en mi adolescencia buscaba tango y no encontraba. En ese momento para la juventud el tango era una cosa de viejos, pero seguí investigando en los pocos lugares que quedaban para tratar de ver cómo aprender a bailar tango, y prácticamente tuve que deducirlo, porque casi no se bailaba".
Persistente, Ruiz Díaz no claudicó al contexto y llegó a convertirse en bailarín profesional, siendo convocado más tarde por Domingo Federico para bailar junto a su orquesta durante ocho años. Entre medio, jamás perdió la vocación por la docencia y la difusión: "Todavía el tango no estaba en vigencia, pero nosotros seguíamos insistiendo en esto, íbamos a los pueblos a bailar tango, hasta que poco a poco esto fue floreciendo. Todavía no estaba la revolución del tango, y con Andrea Fiorino estuvimos en Brasil dando un seminario de tango, en el 89, después en España con una gira de tres meses con clases y exhibiciones. Así fuimos trabajando, armando espectáculos con Alicia Pasquinelli y Claudia Medic, dando clases en el Centro de la Tradición El Hornero y en la Sala Lavardén. Mayormente trabajé siempre en la docencia, por eso puedo decir que hemos puesto nuestro grano de arena para esta revolución del tango, y hoy me halaga que haya tantos jóvenes bailando".
Desde hace 15 años, además, sostiene en la Lavardén el espectáculo anual que, en su comienzo, tenía un carácter más amateur. "Cuando empezamos salimos a buscar bailarines, porque no había, y con los pocos aprendices que teníamos, más algunos viejos que buscamos en las milongas y les preguntamos si se animaban a bailar, comenzamos este espectáculo. Ahora se llena el teatro, y tenemos más de treinta parejas bailando. Eso es producto de la lucha constante que hicimos con la docencia. Cuando los bailarines que eran muy buenos se fueron a cuarteles de invierno, yo seguí haciendo cosas, fui a muchas escuelas. Después aparecieron muchos cuando la mesa estaba servida, pero yo no paré jamás. Desde que me enamoré de esto a los nueve años seguí y seguí. Hoy me siento orgulloso de tener dos hijos que bailan tango, que prácticamente están viviendo de esto. Creo que lo más valioso de todo es tener esta revolución en los jóvenes", apuntó.
Y concluyó: "El espectáculo también ayuda a que la gente se acerque. Porque se van contagiando y todos quieren bailar. Tengo la suerte de tener este espectáculo y de haber puesto sobre el escenario a bailarines que recién comenzaban, y que hoy son bailarines profesionales que están bailando en el exterior. Esto te va enamorando, entonces los jóvenes pueden progresar hasta llegar a ser excelentes bailarines".
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