Domingo, 15 de marzo de 2009 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. "FINAL POR KNOCK OUT" VOLVIó A LA CARTELERA A UN AñO DE SU ESTRENO.
En la obra escrita y dirigida por Claudia Cantero un grupo de personas se reúnen para celebrar el cumpleaños de una de ellas, un ritual que oculta las tensiones de un clan corporativo jaqueado por las intrigas de un pasado que los condena.
Por Julio Cejas
Volvió a la cartelera local después de su estreno el año pasado, la obra "Final por Knock out" dirigida por Claudia Cantero. El elenco integrado por Ignacio Amione, Maximiliano Fonseca, Alejandro García, Juan Nemirovksy, Lumila Palavecino, Lucrecia Panzia y Carolina Torres cargó con la responsabilidad de llevar adelante un trabajo cuya dramaturgia fue escrita por la propia directora. En este sentido el compromiso de los actores se enfrenta con una escritura que se oscurece desde el primer intento de acercamiento a una realidad histórica que se explicita en el programa de mano. El espectador encontrará a manera de "guía del espectáculo", una especie de cuadro sinóptico donde se bosqueja el árbol genealógico de los hermanos Méndez, hijos de uno de los tantos militares vinculados con la represión desatada a partir del golpe de 1976.
Méndez y Mariano Pesot, afirma el texto del instructivo, son dos militares implicados en las desapariciones de operarios de una empresa automotor a cargo de Ignacio Martínez Roas. Todos estos datos y siempre siguiendo el programa de la obra, fueron supervisados por la investigadora Lucia Brienza, becaria del CONICET en el tema "Juicios a las juntas militares" y el abogado Federico Garat, asesor legal de la agrupación Hijos.
Poco de todo esto sirve para tratar de descifrar un entramado que en principio pareciera ser la continuidad fallida de otro trabajo de Cantero; "De nuevo la furia" estrenado en el 2006.
En aquel trabajo, también un grupo de personas se reunían para celebrar, no un cumpleaños sino el advenimiento de un nuevo año, y por las características del espacio y las relaciones que se generaban aquel intento tiene mucho que ver con la estrategia dramática trunca de "Final por Knock out".
En la crítica publicada por este diario en abril del 2006, como para reforzar la fundamentación, ya decíamos que "el espacio austero y realista se apoya en una pequeña mesa donde algunos están dispuestos a cenar apresuradamente una fuente de fideos, mientras el resto de los personajes se apretujan alrededor con la secreta convicción de que no hay nada que celebrar. La angustia de estos seres enfrentados más allá de sus propias voluntades los hace deambular permanentemente por el espacio, abriendo y cerrando puertas en un intento desesperado por no escuchar lo que al fin de cuentas será dicho".
En "Final por Knock out", un nuevo grupo de personas ahora integrado por cuatro hermanos, tres con sus esposas y otro que perdió la suya en un suceso oscuro, se reúnen para celebrar el cumpleaños de una de ellas, un ritual que oculta las tensiones de un clan corporativista jaqueado por las intrigas de un pasado que los condena.
En el comienzo de la obra, Martín calzando guantes de box inicia un febril entrenamiento que no se detiene ante la llegada de sus hermanos, esa será la constante de una serie de acciones que parecieran convertir el living de la casa en un despiadado ring.
Hace ya algunos años, Daniel Veronese, recreaba una ambiente familiar en su consagrada "Mujeres soñaron caballos", donde un grupo familiar se reúne en la casa de uno de los hermanos mientras se aguarda una decisión trascendental que ira desnudando la conducta de otros seres siniestros,
Precisamente, uno de ellos juega violentamente con una pelotita de tenis que azota contra la pared mientras los otros tratan de hablarle, y una frase terrible se descuelga para preanunciar toda una época: -"Hay un nuevo tipo de violencia en el aire".
En "Final por Knock out", la violencia de las acciones terminan disgregando todo intento de poética y el desenfrenado recorrido de los actores por la escena, haciendo añicos los vidrios de una puerta, golpeando y gritándose, anulan la posibilidad de encontrar al menos una frase de la potencia dramática que anuncie algo más que lo que ya satura.
Por eso al comienzo planteaba el hecho de la carga que implica para estos actores ponerle el cuerpo a una ya gastada forma de hacer teatro, una forma que alcanza su estereotipo y que no produce más riesgo que el estupor de preservar la integridad física de estos boxeadores de la escena.
Claudia Cantero parece haber definido ya su carrera teatral, satisfecha del reconocimiento internacional que le dio su labor en la obra "De mal en peor", dirigida por Ricardo Bartís, debería consolidar esos logros y dejar por un tiempo la dirección y la escritura teatral que no la posicionan favorablemente.
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