Miércoles, 8 de abril de 2009 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › INTRODUCCIóN A LA IMPROVISACIóN EN LOS SIGLOS XVI Y XVII
"El eje es el trabajo oral y los aspectos compositivos generalmente olvidados en el acercamiento a la improvisación en la música antigua", explica el profesor Hernán Vives, a cargo del curso anual organizado por Pro Música de Rosario.
Por Marisol Gentile
Un original taller sobre la "Introducción a la Improvisación en los siglos XVI y XVII" tendrá lugar cada martes durante todo el año en la casa del Pro Música de Rosario, 9 de Julio 365. Iniciado ayer, este curso, a cargo del Profesor Hernán Vives (compositor e intérprete de Buenos Aires), está organizado por el Conjunto y por el Instituto Pro Musica de Rosario, en colaboración con la Fundación del mismo nombre.
"El eje es el trabajo oral y los aspectos compositivos generalmente olvidados en el acercamiento a la improvisación en la música antigua", explica Vives, experto en el tema por su doble faceta de compositor e intérprete, diestro ejecutante de instrumentos antiguos de cuerda pulsada, como guitarra, laúd, tiorba y vihuela. "La improvisación es una composición espontánea --prosigue--. Y en la tradición de transmisión oral es esencial".
Con ésto, Vives se refiere a que en buena parte de la antigüedad, la única forma de conservar las melodías existentes era principalmente a través de la repetición, pasándolas de generación en generación. Esto se debía a que en los albores de la Edad Media no existía aún un sistema de escritura musical, sino que se fue desarrollando paulatinamente. Con el establecimiento de un sistema de escritura musical básico este incipiente sistema de notación musical se irá perfeccionando y ayudará a la conservación de estas melodías.
"Todo lo que llamamos hoy música temprana (medieval, renacentista y barroca) contiene un alto grado de improvisación", agrega Vives. "El texto escrito supone en general ser completado a diversos niveles. Además, es interesante resaltar que en líneas generales, los grandes compositores siempre fueron grandes improvisadores, y hubo también sólo grandes improvisadores".
El trabajo del curso estará apoyado por la utilización de textos de la época, junto al desarrollo de algunos temas centrales, como la construcción de tenores o bajos de ground, la improvisación de preludios y la ornamentación y disminución de piezas. "La improvisación parte de lo absolutamente libre, pasa por improvisar sobres ciertos esquemas (armónicos, melódicos) hasta variar sólo algunos parámetros de una composición, por ejemplo su melodía o su ritmo --dice Vives--. En este sentido, en el siglo XVI se da el auge en la aparición de manuales para aprender a improvisar".
Vives es un verdadero experto en el terreno de la música antigua, especializándose en el repertorio de laúd y bajo continuo. Desde 2002, la ciudad lo adopta como profesor de laúd y bajo continuo, tareas que desarrolla en el Instituto Pro Música. Entre los instrumentos que interpreta, agrupados bajo el rótulo de "instrumentos de cuerdas punteadas", para diferenciarlos de aquellos de cuerda frotada, en donde se hallan violines, violas, violoncellos y contrabajos. Al respecto, añade: "Desde la época sumeria (al menos 3 mil años antes de Cristo) hay noticias de los instrumentos de cuerda pulsada. Hacia el fin del medioevo se desarrollan en Europa la familia del laúd, de origen árabe, que se incorpora a esas tierras por medio de las Cruzadas. Los laúdes y las guitarras son familias paralelas, y participaban siempre en todo tipo de música, junto con sus parientes tiorba, cittern, mandora y vihuela, por citar algunos de ellos. Es durante el siglo XVI cuando el laúd tuvo un auge inmenso".
Todos estos instrumentos son muy similares en las partes que los componen, con cajas de resonancia abombadas, con un número específico de clavijas, con una cantidad determinada de cuerdas y de trastes (estos últimos, cuerdas de tripa anudadas alrededor del mástil, cuya función es acortar la cuerda a la longitud deseada cuando el intérprete las pisa), con puente y cordal, coincidiendo todos ellos, además, en el detalle de las decoraciones que finamente eran talladas en la boca del instrumento.
En cuanto a la forma de tañirlos, es bastante similar en todos ellos: el intérprete toma el instrumento de una manera semejante a la guitarra. Su mano izquierda pisa las cuerdas, permitiendo la formación de acordes y la ejecución de melodías. Su mano derecha, por otra parte, tañe las cuerdas mediante una púa o plectro (a partir de la época medieval se abandonó este uso, para dar paso a la utilización de las yemas de los dedos o de las propias uñas, para proporcionar así mayor libertad expresiva y conducirnos a la técnica de la guitarra actual).
Para darnos una idea mejor, la Tiorba es semejante al laúd barroco, pero con mayores dimensiones, por eso también se la denominó guitarrón.
En cuanto a la guitarra, los orígenes y evolución no son demasiado claros. Sin embargo, y a través de las representaciones pictóricas y esculturales encontradas a lo largo de la historia, existen evidencias que en torno al año 1000 antes de Cristo los hititas y asirios crearon instrumentos que serían antecesores de la guitarra. Algunas hipótesis acerca de sus orígenes consideran que es un instrumento introducido por los árabes durante la invasión musulmana de la Península Ibérica y que posteriormente evolucionó en España.
De cualquier manera, todos estos instrumentos eran muy utilizados entre los siglos XIV y XVIII, eso es innegable. Luego, cayeron en el olvido, dando paso al desarrollo y evolución de otros. Actualmente, ha habido un espectacular e inusitado resurgimiento, con el despertar del interés en la música histórica, movimiento que data de alrededor los años 30. Ya entrado en este siglo, Julian Bream se hizo famoso por sus conciertos de laúd y violín, así como tantos otros.
Dentro de la cultura pop, han hecho estos instrumentos una sorprendente aparición: la cantante colombiana Shakira utiliza el laúd para algunas de sus canciones, sin olvidar mencionar al popular Sting, hábil ejecutante de laúd y archilaúd. Es también interesante mencionar un curioso hecho: el luthier español José Ramírez agregó a la guitarra convencional cuatro cuerdas más en los graves, sumadas a las 6 ya existentes, permitiendo ampliar notablemente la gama de sonidos de la mano izquierda. Narciso Yepes, célebre guitarrista de nuestra época, tocó por primera vez esta guitarra de diez cuerdas en Berlín en 1964.
"Sí, el renacer y despertar en este siglo de estos instrumentos es remarcable", concluye Vives. "Con respecto a la improvisación, no se debe olvidar que las músicas más importantes del siglo XX continúan o retoman esta acción esencial del arte de improvisar: desde el jazz y sus derivados hasta la música aleatoria, pasando por la improvisación libre".
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