Miércoles, 8 de abril de 2009 | Hoy
Por Adrián Abonizio
-Acá dice que los mayas jugaban a la pelota con la cabeza de sus enemigos? recitaba Tati siguiendo con dificultad la línea de letra diminuta del Enciclopedia Estudiantil sobre sus rodillas. Bajo el amparo de la galería leíamos del mamotreto datos que iban desde mesas plegables, vida templaria a los tiburones de arrecife.
Era verano, mediodía y solo a un loco se le hubiese ocurrido salir a jugar. -Vamos a hacer un partidito rápido, invitó Toledo, que más recio y saludable se ponía con la lava del infierno.
-Tomátelas, gordo, ¿te querés morir? Acá estamos frescos sin que nadie nos rompa las pelotas, dale seguí hablando de pelotas, redundaba yo ..y ofrecían un espectáculo donde no faltaba la sangre ritual, prosiguió Tati
-¿Qué es sangre ritual?, pregunté.
-La del cordero de Dios que quita los pecados del mundo, respondieron a la vez con voz cascada de ancianas José y Lopecito quienes echados en las baldozas jugaban a enfrentar cascarudos en una lucha donde solían perder la cabeza algunos de los contendientes.
-Yo jugaría a la pelota con la cabeza del Rani, murmuró en éxtasis Azuli cotejando la lidia como un emperador. Raspaba el marco de la puerta inscribiendo las letras pu el gordo Toledo.
Alargó ensoñado:-Yo con la de mi prima.- !Con la de mi padrastro!, se despachó otro.-Yo con la mía, dijo serio el Tati que había dejado el libraco y se pasaba la mano por la frente como borrando algo. !Trac! sonó la enciclopedia como un ladrillo caído. Hicimos silencio, sabíamos que empezaría a hablar acerca de las visiones. Las tenía desde siempre pero ahora, con la llegada de los bichos, el calor y las fiestas habían arreciado, como posándose en las ramitas de su alma y parecían estar torturándolo, picoteándole las hojas más verdes, más altas y saludables.
-Los muertos esos, ¿te volvieron a hablar?, inquirió Toledo sin tacto alguno, cerrando la ta y con ella la palabrita mágica puta al lado de yegua que era el nombre de fantasía que adoptaba su primita. El Tati apenas lo husmeó condescendiente y dijo que sí con la cabeza.
-¿Cómo son? ¿Qué te dicen ahora?, me anticipé yo. Largo silencio: en la canaleta el sol hacía crujir las junturas con el sonido de una articulación de fibra resquebrejada, casi inaudible e intermitente. Una langosta saltó frente a la nariz de Azuli que le acercó el cascarudo sin cabeza para que lucharan.
-Son altos, verdes limón, hablan en un idioma raro pero yo los entiendo. Me dicen de matar a mi familia para salvarla del desastre mundial, de las plagas, la peste y de los militares...esa es la parte que me tienen loco, sin dormir, dramatizó Tati.
Yo había empezado a desconfiar: nos tenía en un puño con sus historietas de mensajes del más allá y a mi me importaban otras cosas más terrenales como el sexo que aún no teníamos, por ejemplo.- Che ¿y no te dicen si se va a terminar el colegio con todo ese batuque? ¿Y de las minas, qué hay?, se anticipó Toledo. Rápidamente el Tati murmuró examinando la pared de enfrente como para que interpretáramos que él miraba mucho más allá. Era un artista consumado. De reojo escruté al auditorio. En el futuro habría de ser un eficiente politico, un nadador en la corriente del sofisma, un abogado brillante, embaucador, vivillo o simplemente un fracasado más que pone un kiosco y miente desde su ventanilla.
-¿Y de cojer no te hablan?, exclamé. Miró por sobre mi cabeza; ese gesto despectivo del suficiente que se aviene a contestarle a un mortal
Eso no dicen pero hablan de la hermana de Toledo. Actorazo provocador, andarín juvenil enmascarado en burlarse y dejar a la mano de quien lo capturase el pececito multicolor del humor la enterrarán desnuda y luego va a resucitar como Cristo para casarse con su propio hermano.
Toledo dio un salto, pisó los insectos.-!La concha de tu hermana!, se alarmó el gordo y le pateó la pelota que le dio al Tati en el morro.
-No, la tuya es la que juega acá, hermano, contestó sin pestañar. Pero no decayó. Se limpió una marca invisible y siguió augurando en trance. Tendrán un hijo al que llamarán Rastifuz que una vez crecido va a asesinar a su padre aquí presente ¡los espíritus han hablado!, culminó irguiéndose y cayendo sobre las baldozas de rodillas. Magistral. Toledo dudaba en acogotarlo o buscar solidaridad. Pero mirá lo que dice el loco este de mierda y yo, y yo? -no le salía la ofensa-?.!yo me voy a cojer a su madre!. Otro silencio que aprovechó el Tati para levantar la cabeza y pendular en el silencio del cenit que ahora reinaba en la galería, el mazazo final
-Lo sabés, gordo que mi vieja está muerta y se tapó la cara entrre sollozos ficticios. Toledo abrió los dedos, ensayando un perdonáme pero lo alejaron los actores secundarios. Se fue a patear bajo el sol de fuego su culpa. Puteaba a Onganía que le recordaba al portero de la escuela. El Tati disfrutaba serio de la escena. Al fin largó por lo bajo dirigiéndose a mi que era el que más conocía. -Che, ¿Está buena la hermana del gordo Toledo? Lo sopesé y tuve una idea genial: un cascarudo movía aún sus patitas y señalándoselas le contesté que ya estaba bien, que no era de hombres burlarse de una chica que había tenido la mala suerte de haberse quedado paralítica.
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