Acompañado siempre por su seudónimo de Nahuel, Carlos Porcel ya lleva más de un cuarto de siglo peregrinando por Latinoamérica. Porque si bien a principios de los 80 dejó su Cañada de Gómez natal para radicarse en México, el compositor recorrió el continente compartiendo experiencias con músicos como Alfredo Zitarrosa, Cecilia Todd, Armando Manzanero y Tania Libertad, entre otros. Ahora, de la mano de su último disco, La milonga lo sabe, Nahuel ha regresado al país para presentar también nuevas canciones, que recorrerá desde las 22 en El Aserradero (Montevideo 1518).

Sin embargo, para el cantante y guitarrista cada viaje implica además la posibilidad de nutrirse de información, costumbre adquirida desde que comenzaran sus viajes por el continente. Así lo reconoció el músico a este medio: "Después de tanto tiempo de estar viviendo afuera, de alguna forma también me he nutrido de toda la mixtura que es México, que siempre fue como cobijo y puente a la vez, que fue casa de un exilio en general de América latina. Eso también me ha dado una ductilidad de poder estar haciendo cosas en México, arreglos para otros cantores mexicanos como Oscar Chávez, Tania Libertad y tanta otra gente. Creo que eso me ha enriquecido, se ve en el escenario y se ve por supuesto en otras canciones que he hecho. Después la puntualidad más exacta tiene que ver con el país donde uno ha nacido, porque cuando me fui no tenía cinco años, sino que ya había pasado la adolescencia. De alguna forma fui con un bagaje cultural y musical que luego sale en las canciones. Entonces es necesario volver por la ansiedad de tener una presencia en el país, y porque las canciones tienen que ver incluso con este país donde he nacido. No es casual que Mercedes Sosa las tres canciones que me grabó son tres milongas. Es como un sello que uno carga, uno lleva el pasaporte de la música, que es parte de la identidad".

Para Nahuel "volver entonces no es sólo reencontrarse con la familia, sino también llevarse nuevo material de todo lo que se está haciendo en Argentina, hacer conocer en México a otros intérpretes. Cuando vengo me la paso reunido con gente, escuchando qué han hecho otros amigos. De alguna manera uno tiene la necesidad de estar siempre en el país donde uno ha nacido, y después de tanto tiempo uno sigue componiendo historias que se remiten a la infancia, al pueblo. Tiene que ver con la memoria, con no olvidar, con todo esto que nos sigue ocurriendo desde el Río Bravo para abajo, los problemas económicos, culturales, los problemas para sobrevivir son los mismos. Con diferentes tintes, pero también están las mismas esperanzas de querer cambiar un mundo, las mismas ilusiones están en México, Argentina y tantos otros lados".

Con un discurso artístico que fomenta la igualdad social, Porcel tiene su propia lectura de los vientos de renovación que hace algunos años comenzaron a soplar por Latinoamérica a partir de la asunción de gobiernos de centroizquierda. Proceso que, aunque esperanzador, no siempre encontró acciones consecuentes con los discursos pregonados. "Frente a tanto desastre económico mundial, donde es vergonzoso que los gobiernos estén sacando el dinero que tienen en las arcas, para salvar los bancos, las grandes fábricas de automotores, y me parece terrible que eso pase cuando en el mundo la niñez, la infancia, Africa y América latina se están muriendo de hambre. Tiene que haber otra forma de que se repartan mejor las riquezas, que haya un poquito menos de impunidad frente a tanta corrupción".