Entre Fernando de la Riestra y Adrián Abonizio no hay muchos más puntos de contacto que el de compartir al Centro de Expresiones Contemporáneas como espacio de exhibición de sus facetas ocultas. Porque más allá de su condición de compositores, el fundador de Mundo Bizarro y el creador de "El Témpano" ni siquiera coinciden en las técnicas que le dan forma a las muestras que, hasta el próximo 28 de junio, podrán visitarse en el galpón de Sargento Cabral y el río. Allí están los "Retratos de Músicos" de Fernando de la Riestra, fotografías que colocan a distintos artistas en situaciones cotidianas. Más allá, las incursiones plásticas de Abonizio, creador que le escapa a los formalismos y a las ataduras cuando a técnicas se refiere.

Relacionado "desde siempre" con la fotografía, Fernando de la Riestra sacó chapa de sus antecedentes y puso a numerosos compañeros en un contexto cotidiano. "Me parecía interesante el proyecto de reunir retratos bastante clásicos de músicos colegas, de músicos con los que he tocado muchísimos años. Fui juntando fotografías hasta que me conformó, encontré que tenía una unidad y presenté el proyecto", explica.

En ese marco la complicidad resulta clave. "No quise de ninguna manera poner énfasis en las cuestiones que tenían que ver justamente con revelar el conocimiento de las personalidades y los yeites de cada uno admite . En realidad no son las clásicas fotos de los músicos tocando en escena, sino que están sacadas en sus casas, o en algún lugar neutro, que lo que hacen es justamente apuntar a que se viera algún aspecto de la personalidad de cada uno, o por lo menos es lo que intenté".

Así, en "Retratos de músicos" Caburo se mezcla entre unas hojas y se muestra cómodamente sentado reposando los pies en una pared de club. El rostro de Gastón Bozzano ocupa la mitad de una foto vertical encabezada por un reloj que se aproxima a las 13, mientras que a un costado se lo ve en la calidez de un living con su contrabajo. También están retratados Rubén "Chivo" González y su saxofón, del que apenas se distinguen la boquilla y el tudel, y, si de vientos se trata, los hermanos Luis y Mariano Suárez ocupan los asientos de un colectivo de larga distancia. Despojados de instrumentos, Sebastián Mamet y su perro levantan la vista hacia el lente, sentados en un banco de plaza, Jorge Chirife llena un bidón de agua en un patio angosto con su parrilla en desuso y Armando Sabia contempla el álbum doble "Live at the BBC", de The Beatles.

Una de las imágenes más bellas del conjunto es la que muestra a Irene Cervera al final de un puente de madera, recortándose contra un fondo blanco. La fortaleza de Omar Pogonza se metaforiza en los guantes de boxeo con los que cubre sus manos, habituadas a los palillos y los parches. A pocos metros, Puchi Arce comparte un retrato con el Nono Belvis, también homenajeado junto a su guitarra, ésa que lo hizo inmortal. Fernando Samalea, Pichi De Benedictis, Lucas Dimare, Carlos Casazza, Pablo Cejas y Jorge Lützow Holms completan la serie, creada bajo los mismos preceptos artísticos con que de la Riestra lleva adelante su quehacer musical. "No deja de haber cierto parentesco en la composición de una fotografía con el armado de cualquier expresión artística puntualiza . De alguna manera no sólo lo tenés que planear sino lograr que la idea primitiva sea más o menos reflejada en lo que fotografiaste. Saqué fotos desde muy joven, y me resulta una cosa complementaria de lo demás, de mi manera de componer, de hacer música. De alguna manera, con otro medio, es una continuidad".

En cambio, desde el título de su muestra, Abonizio deja en claro que no hay formalidad alguna en su proyecto: "Una merda" conjuga trabajos eclécticos, juegos que van de la desfachatez a la crítica. "Su contribución monetaria es bienvenida", "Su opinión es bienvenida" rezan dos urnas, y la justificación llega bajo el título de "Yo vivía en el bosque tan contento", donde el autor explica: "Como soy un subnormal necesito dejen su opinión en la cajita porque no sé quién soy. Además acepto depositen valores, monedas, billetes en la otra cajita. Es para empezar mi tratamiento. Abonizio, un bosque de promesas".

A pocos centímetros aparece el "Joven Morrongo que tiene tristeza asomado a una tapia inglesa", trabajo desarrollado con "técnica incomprensible sobre fibrocemento" que combina mostacillas, tapitas de cerveza, hojas de árboles. Fotografías de Rodolfo Walsh, figuras angelicales intervenidas por bigotes, dinosaurios y peces conforman "Walsh en su laberinto". Posiblemente precursora de todo el conjunto, "Naufragio del Agrigento" aparece firmada en 1989, y da paso al segmento más personal de la serie: los padres de Abonizio y una foto de casamiento, el retrato del abuelo Antonio encuadrada en radioauriculares ochentosos, un cuadro familiar salpicado con la misma pintura roja que mancha unos guantes de boxeo y la hermana del músico en su foto de bautismo intervenida bajo la moda comunista, hasta llegar a un collage periodístico que muestra a Jorge Fandermole, Lalo de los Santos, Silvina Garré, Fito Páez, Rubén Goldín, Juan Carlos Baglietto y el propio Abonizio. El cuadro tiene su plaqueta necrológica: "Trova Rosarina. QEPD. 1982 Hoy. Vivirás eternamente en el recuerdo junto a Dios y su falta de memoria".

Siempre crítico, Abonizio juega con un marco vacío y su título: "La última siembra. Pastel con tratamiento de glifosato, 2012". "El pescadito blanco" y su "técnica mixta que pretende imitar a Berni" ofrece en primer plano un joven que remite efectivamnte al pintor rosarino, rodeado por stickers de Barbie, de personajes de Disney y un recorte que anuncia al Che en América Latina. En el extremo de la serie, la técnica mixta de "Sagrada familia" aparece encabezada por diminutos cuadros mexicanos que evidencian la devoción por la Virgen de Guadalupe, entre otros trabajos.