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Martes, 29 de diciembre de 2009

CULTURA / ESPECTáCULOS › DOS OBRAS DE FABRICIO CAIAZZA INTEGRAN LA COLECCIóN CASTAGNINO+MACRO

Arte certificado frente a un juez

El artista fue procesado y desprocesado por Pinche Empalme Justo, que le valió una denuncia de Multicanal. La obra fue donada al museo, como una estrategia de la defensa. Y también ganó el tercer premio adquisición en el Salón Nacional.

 Por Beatriz Vignoli

Caso singular el de Fabricio Caiazza (Rosario, 1974; más conocido por su seudónimo, Faca). El Museo Castagnino+Macro posee a partir de este mes no una, sino dos obras suyas. Una de ellas es apenas un boceto; de cartón, madera y pintura acrílica, proyecta un futuro cartel callejero de estilo años 50 donde se lee: "Los lectores de feeds ya son viejos". Pertenece a una serie titulada Sincita. Ganó este año el Tercer Premio Adquisición Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario del LXIII Salón Nacional de esta ciudad. (Véase Rosario/12, 22 de diciembre de 2009).

La otra fue una acción virtual colectiva, procesada y desprocesada en el fuero penal. El año pasado el colectivo rosarino Cateaters, al que Caiazza pertenecía y que la realizó anónimamente en Internet entre 2003 y 2005, donó su expediente y piezas físicas al Museo Castagnino+Macro, que en 2005 patrocinó la primera Semana del Arte, donde la acción cobró visibilidad en el espacio público de la calle mediante un stand y camisetas.

Hasta entonces sólo había existido como comunidad virtual: en 2003, entre otras actividades surgidas a partir de un taller de Guerrilla de la Comunicación que llevaron a cabo en Planeta X, los Cateaters habían inventado una empresa ficticia, "Pinche Empalme Justo", cuyo target eran los usuarios ilegales de la TV por cable. Luego de la Semana del Arte 2005, a partir de una denuncia de la empresa Multicanal contra Caiazza (el único integrante del grupo individualizado por la empresa, que obtuvo su nombre del personal del Museo), el juez de instrucción Osvaldo Barbero inició al artista un proceso penal por "instigación al delito" que fue dejado sin efecto el mes pasado.

La donación respondió a una estrategia de la defensa para contar con un certificado oficial de recepción de obra que la legitimó como arte ante el juez. El expediente de la causa pasará a integrar este año la colección Castagnino+Macro como registro de la experiencia, una práctica de desobediencia que no era necesariamente obra de arte en un principio. El caso sentó jurisprudencia en el país, donde hasta ahora sólo hubo casos similares en el fuero civil, como el juicio de Quaker Oats Company contra "Sergio Langer y asociados" por una caricatura publicada en la revista Lápiz Japonés en 1994.

La cronista de Rosario/12 lo encuentra a Caiazza un domingo a la tarde pintando el pedestal de un monumento a un personaje olvidado en la plazoleta de Dorrego y Wheelwright. Sobre un fondo azul y rojo, se lee en letras blancas, estilo años 60: "En mi trabajo descubren que este es mi fotolog". Vecinas del barrio se acercan a preguntar de qué se trata. El artista, egresado de la Escuela de Bellas Artes de la UNR, cursó además un año en Comunicación Social y les cuenta que se trata de tomar textos encontrados en el espacio virtual de Internet y llevarlos al espacio real; debe explicarles que los fotologs son espacios en Internet donde los o las adolescentes suben sus fotos.

Luego le cuenta a la cronista que la obra también es parte de la serie Sincita, en la que él viene trabajando desde hace dos años, y que ahora tiene nuevo formato tridimensional: "Habitualmente trabajaba sobre soportes planos y me resultaba más fácil pegarlos y viajar con estos carteles a otras ciudades, y hace cinco meses que estoy en Rosario y tengo ganas de trabajar con el volumen. Ahora comencé con los monolitos. Estoy haciendo también unos carteles perpendiculares a la pared, como los de los comercios antiguos".

Sí, el que ganó el premio...

Ese es un boceto que hice. Porque es en cartón. Eso en la calle no funcionaría.

¿Ah, la idea es ponerlo en la calle?

Sí, yo trabajo en espacios abiertos. Están pensados para ser ubicados en la ciudad en espacios no connotados por el arte, donde la gente pueda encontrarse y generar su propio sentido a partir del texto que lea.

¿A los textos los levantás de Internet?

Sí, visitando blogs, visitando fotologs... diferentes soportes de la Web 2.0, donde la gente hace referencia a su realidad a través de ese mismo medio, ya sea a través de la conformación de comunidades o cómo impacta ese medio en su vida cotidiana. En un primer momento la idea era trasladar esta idea de comunidad y de comprensión del mundo a través de Internet a otros espacios. Y después me fui relajando y a otras frases que me parecieron bonitas, que circulan en Internet, me pareció también adecuado trasladarlas a otros espacios, cambiarlas de contexto. Tanto las imágenes como los textos no me pertenecen. Las imágenes las tomo de otros diseñadores y los textos los tomo de otras personas. Lo que hago es una combinación y los traslado a otro lugar.

¿Los diseños de los carteles también?

Sí, hago muchas fotografías de carteles publicitarios en la calle, y en base a esto después los utilizo como estructura, para llenarla de texto.

¿Cómo comenzó la serie Sincita?

Comenzó como algo de días domingos, hace dos años. Estaba viviendo en España y participaba en una lista de discusión con gente de Argentina y justamente el tema que se estaba debatiendo era en torno al arte en los espacios públicos. Y como yo estaba bastante alejado, mi manera de participar era trasladar esto que se discutía en la lista a la calle, en formato de carteles. Y después con el tiempo me fui encariñando con la propuesta, y tuve la oportunidad de visitar varias ciudades y aprovechaba para generar intervenciones con páginas o blogs que yo pudiera chequear de esas mismas localidades. Lo fui ensayando de ciudades grandes (Paraná, Barcelona, Córdoba, Buenos Aires y Rosario) a ciudades pequeñas. El mejor resultado fue en ciudades pequeñas, donde las probabilidades son mucho más altas de que la gente se encuentre con su texto en la calle.

¿Y registraste algo de esos encuentros, o dejabas la obra y te volvías?

No, yo a la obra la dejo en el lugar y me voy. Después, en el caso de las ciudades pequeñas (Mataró, en Cataluña), fui concretamente con el proyecto, becado, invitado por unos espacios culturales, entonces la gente ya sabía de qué se trataba, y a veces me escribían emails. Otra gente también me escribe ofendida porque notan que estoy tomando textos que supuestamente les pertenecen.

¿Cuándo volviste de tu anterior viaje a España?

Y, hace casi dos años. Me vine por el problema éste legal que tuve.

Un problema grave.

Lo bueno es que el absurdo sentó jurisprudencia, en la medida en que fue apelado.

En este sentido me pareció muy hábil la estrategia de la defensa. Tu abogado...

Guillermo Laudet. Hizo una comparación con el cine.

Sí, con la película Nueve reinas... No, no, pero me refiero al hecho de salir a buscar documentación oficial que legitime la obra como arte de algún modo.

Y donamos la obra al Macro. Un juez lo único que entiende es un certificado.

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Caiazza toma textos y dibujos de internet para sus creaciones.
 
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