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Lunes, 3 de abril de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › NO QUEDA MUCHO MAS QUE IR A VER A SHARON STONE

Aquel viejo cruce de piernas

El film de Caton-Jones da vueltas sobre argumentos poco creíbles.
Lo que termina por provocar sopor y la espera del ansiado final.

 Por Leandro Arteaga

Bajos instintos 2

(Basic Instinct 2)

Alemania/España/GB/EEUU, 2006

Dirección: Michael Caton﷓Jones

Guión: Leora Barish, Henry Bean, a partir de los personajes de Joe Eszterhas.

Fotografía: Gyula Pados.

Música: John Murphy.

Montaje: István Király, John Scott.

Intérpretes: Sharon Stone, David Morrissey, Charlotte Rampling, David Thewlis, Hugh Dancy, Anne Caillon.

Duración: 114 minutos.

Salas: Monumental, Village, Showcase.

Puntos: 4 (cuatro)

Vale la pena recordar cómo, en "Las reglas del juego" (1992), el magnífico Robert Altman recreaba desde la ironía un diálogo entre guionista y productor, en donde la idea giraba en torno a una secuela posible del film "El graduado". No deja de ser útil aquel guiño, ante el evidente golpe de efecto ﷓ridículo﷓ que significa la segunda parte de "Bajos instintos", film que en 1992 dirigiera el holandés Paul Verhoeven.

Como si se tratase de volver a ver cómo Batman hace flamear su capa, ahora pareciera ser que el móvil de "Bajos instintos 2" sería el del nuevo cruce de piernas de Catherine Tramell, la escritora esquizoide interpretada por Sharon Stone. Y si el público espectador acude a las salas para, efectivamente, reencontrarse con la descarada Sharon en actitudes escandalizadoras, deberá entonces privilegiar otras propuestas fílmicas. (Pensemos, mejor, en artesanos como Tinto Brass o en perversos como David Cronenberg).

El film dirigido por Michael Caton﷓Jones (realizador impuesto por la propia actriz, y responsable de títulos como Rob Roy y El Chacal) no hace más que dar vueltas sobre nudos argumentales que resultan más risibles que creíbles.

Lo problemático del caso no es la propuesta como tal, sino que el film tome en serio lo que cuenta de un modo tan bizarro. Como si insistiera en querer ser un policial de interés. El cinismo o la comedia no son rasgos desde los que "Bajos instintos 2" se estructura. Lo que termina por provocar sopor y la espera del final, mientras la misma película procura explicar una y otra vez qué es lo que está pasando, sea tanto al espectador como al psicoanalista compuesto por David Morrissey.

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