Lunes, 21 de noviembre de 2011 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › OTRO CLáSICO EN EL CINE MADRE CABRINI
Por Emilio A. Bellon
Fue en 1954 cuando el cine reunió, por primera vez, a quienes pasarían a ser aquella gran pareja de tantas comedias y dramas que por más de dos décadas convocó a toda una gran platea. Fue en ese año, cuando el realizador Alessandro Blasetti, quien ya tenía una reconocida trayectoria a través de títulos como Cuatro pasos en las nubes, Otros tiempos y Tiempos nuestros, reunió a Sofía Loren y Marcello Mastroianni, junto al gran De Sica, nombre emblemático del cine del Neorrealismo, para interpretar aquel film, hoy obra bisagra en la filmografía de ambos actores, Lastima que sea una canalla, con guión del propio realizador, la recientemente fallecida Suso Cecchi d'Amico y Ennio Flaiano.
La Loren, que ha había hecho su debut en el film Aída, de Clemente Fracassi, en el 53, interpretando el rol principal, venía de actuar en Dos noches con Cleopatra junto a Alberto Sordi y en una muy particular versión de Attila, junto a Anthony Quinn. Ya en el 54, conforme a sus orígenes, cubrió un rol muy destacado en el hoy mítico film El oro de Nápoles, del mismo De Sica, quien la dirigirá, de aquí en más, en numerosas oportunidades. Mientras que Mastroianni, aún no encontrará su primer gran protagónico, sí lo hará en el film de dramático de Luchino Visconti, del 57, Noches blancas, según la novela corta de Fiodor Dostoievski, junto a María Schell y Jean Marais.
Esta noche, a las 21.30, y tras una semana de receso por refacciones, la sala Madre Cabrini pondrá en pantalla Lástima que sea una canalla, film que, en clave de comedia, con altas notas de ese grotesco tan diferenciador del cine italiano, nos presenta una historia de la picaresca urbana, marcada por equívocos y estrategias, por parte de una seductora mujer --Sofía--, quien se vale de sus astucias para librarse de una situación muy comprometedora.
Basado en un cuento de Alberto Moravia, Il fanático, de su obra Racconti Romani, Lástima que sea una canalla nos retrata las desventuras por las que debe pasar un ingenuo taxista, rol que cumple Marcello, cuando comienza a enamorarse de la mujer que había intentado robarle su automóvil, su instrumento de trabajo. Es así que en esa pulseada entre el imperativo de acudir a la ley y el juego osado de la mujer, ayudado por el padre de ella, personaje que viste el talentosísimo cantautor comediante y director Vittorio De Sica, las situaciones comienzan a tomar otro giro, alcanzando a un reconocible retrato de costumbres que mereció gran consideración por parte de la crítica.
A partir de este momento, y debido al éxito del film, Sofía y Marcello serán los protagónicos de antológicos (algunos ellos, clásicos del cine peninsular), tales como La bella campesina, del mismo Blasetti en ese mismo año, Ayer, hoy y mañana, de Vittorio De Sica (1963), Matrimonio a la italiana, aquí también por el mismo De Sica, a partir de la obra de E. de Filippo, Filumena Marturano (en Argentina la interpretaron Tita Merello y Guillermo Battaglia), Los girasoles de Rusia, estrenada en el 70 y nuevamente bajo la dirección de Vittorio De Sica, en el 71, Dino Risi los dirige en la tan controvertida y censurada realización La mujer del cura y en el 75, un film menor de Giorgio Capitán, los vuelve a reunir, La amante del gangster.
Sofía y Marcello vivirán uno de los encuentros más significativos de su labor profesional en el sublime film de Ettore Scola, de 1977, Un día muy particular, film en el que Sofía compone a Antonetta, un ama de casa, esposa de un burócrata del régimen, madre de seis hijos, atada a los mandatos familiares que en ese día, el diez de mayo de 1938, el día en el que Mussolini y Hitler se reúnen en los Foros Imperiales para firmar un siniestro acuerdo, conocerá, por azar o por destino, a un hombre, exconductor radial, que al final del día será confinado al sur, por su condición homosexual. Ambos, ese día, recuperarán algo de esa alegría perdida, podrán mirarse a los ojos, reconocerse en su identidad y, con pudor, en su intimidad.
En su libro de memorias Yo recuerdo (Mi riccordo, si, io mi riccordo), publicado en 1997, llevado posteriormente al cine por la compañera del actor, Ana María Tato, Marcello recuerda este film como uno de los más significativos de su vida. Y nos narra sus trabajos con su amigo Scola y las anécdotas durante el rodaje del mismo.
Tras esta obra maestra en la que Sofía viste batón y esconde sus medias rotas a la mirada de su vecino, sorprendido por el caprichoso vuelo de su cotorra, Rosamunda, ambos volverán a compartir cartel en Amor, muerte, tarantela y vino de Lina Wertmuller en el 78, ambientada a principios de siglo en los años de los emigrantes y del accionar del anarquismo.
En el libro citado, Marcello señala que juntos protagonizaron doce films, a lo largo de toda una vida. Y que aquel proyecto de Eduardo De Filippo de llevar Filumena Marturano a Broadway, mucho tiempo después, cuando ya los personajes habían envejecido y estaban radicados en su mítica Nueva York, fue rechazado por Sofía, ya que no quería verse así, expuesta a ese paso del tiempo, en el escenario noche tras noche.
Fue precisamente un director de la talla de Robert Altman quien los volvió a reunir en su film del 94, Pret a porter, para revivir uno de los episodios de Ayer, hoy y mañana que se jugaba entre ambos en el interior de una habitación de un hotel; tal como lo habían hecho, cuarenta y dos años atrás, en el sketch, Mara, ambientado en Roma, en el que la Loren, luciendo lencería negra, intentaba remedar a la Hayworth en Gilda.
Marcello Mastroianni falleció, como él lo anunciaba y deseaba antes de Navidad, un 19 de diciembre de 1996, a la edad de 72 años, tras ofrecer sus últimas actuaciones bajo la dirección de Roberto Faenza, Raoul Ruiz y Manoel de Oliveira. Sofía tiene 77 años y su última participación en la pantalla fue en el muy controvertido film Nine de Rob Marshall y en más de una oportunidad destacó la amistad y el respeto que sentía por Marcello, señalando además el gran profesionalismo que lo caracterizaba.
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