"Por culpa de él tengo una comparsa", dice Flavia Rodríguez, directora de El Sueño del Rey Momo, la agrupación que fundó hace once años en el Distrito Noroeste. El culpable al que le apunta Flavia, conductora de los últimos campeones de los Carnavales Rosarinos, es otro nombre destacado: Juan "Sapo" Caruso, que desde el Distrito Oeste sostiene a Tropicana Ilusión, ésa que en 2003 armó su propio carnaval itinerante, y que debe su nombre a la esperanza de "muchos chicos del distrito, de muchas mamás y papás", según recuerda Sapo, "murguero de las murgas de Rosario desde los 13 años".

Hoy, Juan Caruso está al borde de los 60 y, desde hace dos años, sigue celebrando el carnaval sobre su silla de ruedas. "No lo va a parar nadie", vaticina Flavia, que un buen día siguió el consejo de Sapo y revolucionó al Barrio 7 de Septiembre dándole forma a su comparsa. Las de Juan y Flavia, al fin y al cabo, son apenas dos historias de las miles que cada año se multiplican en los barrios de la ciudad, allí donde las diversas agrupaciones alimentan a estos carnavales que crecen, pero que fundamentalmente contienen y transmiten valores a sus pibes. "A los chicos de mi batucada les digo: respeten a la gente para ser respetados", grafica Sapo.

Esta noche, cientos de historias particulares confluirán en las murgas y comparsas que, desde las 21, representarán a sus barrios en el Anfiteatro Humberto de Nito, en lo que será la apertura formal de los Carnavales Rosarinos 2013, y que una vez más tienen a la Secretaría de Cultura como organizadora formal. El lanzamiento de esta nueva edición (que tendrá entrada gratuita) contará con las actuaciones de El Sueño del Rey Momo, Batería Estaçao Primeira, Libertad, Ñaró Pererí, Ebacoi, y la batucada y reina de batucada de Percusión Oeste, el grupo El Swing de Santa Fe y la animación de Roberto "Negro" Moyano y Gachy Roldán.

Algunas horas antes, a las 17, el Centro Municipal de Distrito Norte hará su propio lanzamiento en Polideportivo Cristalería (Albernini 3200). Porque, como cada año, los Carnavales buscarán sostener su carácter itinerante y descentralizado. Hasta llegar, claro, al plato fuerte: las tres jornadas de cierre en el predio ferial del Parque Independencia.

Un predio que despierta sensaciones contrapuestas. "El mejor corsódromo que hubo fue Oroño, no se puede comparar con ningún otro. O el del Parque Scalabrini Ortíz", evalúa Caruso, que se reconoce como uno de los impulsores de que los carnavales revivieran en la ciudad. Para Rodríguez, el predio de la ex Rural brinda una mayor contención a los participantes, pero tiene también algunos puntos a mejorar: "La recorrida quedó medio corta. En el Scalabrini pasábamos y bailábamos 40, 45 minutos, pero en La Rural lo hacíamos en 20".

Más allá de estos aspectos puntuales, existe sí un consenso general en torno a un hecho palpable: en cada edición, los Carnavales Rosarinos siguen creciendo, recuperando el color y espíritu celebratorio perdidos en tiempos de dictadura. "La gente se va contagiando... Cuando empezamos en el barrio a los vecinos mucho no les gustaba, pero se fueron enganchando", asegura Flavia. Mientras que Sapo, murguero vitalicio, lleva más allá el análisis: "Los veo bien a los carnavales. Aunque todavía estamos medio lejos de los correntinos o entrerrianos. Estamos lejos porque esa gente tiene muchos sponsors. Yo no puedo pagar un diseñador, no me alcanza para pagarle. El crecimiento se va a ir dando mientras las comparsas tengan sponsor, cuando tengan un adelanto de un 100% antes de poder salir".

Con respaldo económico o sin él, las murgas y comparsas salen cada año a animar el carnaval, punto cúlmine de largos meses de preparativos y trabajo a pulmón. "Nosotros organizamos exhibiciones, mate bingo y otras cosas para poder recaudar fondos. Los chicos vienen a trabajar al taller, que es como un club, se hacen amigos, comparten y se ayudan entre ellos", reconoce Rodríguez, antes de confesar que todavía restan detalles por pulir para esta edición 2013, donde la línea temática de los campeones estará vinculada con héroes y villanos.

Al fin y al cabo, el esfuerzo siempre vale la pena. Y allí está Sapo para confirmarlo con lo que, asegura, no es una exageración: "Los carnavales son mi vida. Empiezan los carnavales y, si tengo una mujer, me separo".