El próximo viernes, Víctor Heredia regresará a Rosario para presentar "Algún día", disco de reciente edición en donde sus canciones vuelven a brillar con la luz de un artista siempre comprometido con su tiempo. Un artista que, en esta nueva creación, destila también esperanza. Publicada por el sello Alternativo Americano (que, aunque ya no le pertenece, lo sigue contando entre sus artistas, en otra demostración de coherencia), la obra tendrá su lanzamiento en un concierto que se anuncia para las 21.30 en La Comedia (Mitre y Ricardone), donde Heredia subirá a escena junto a Panchi Quesada en guitarras, Ricardo Zielinski en bajo, Gustavo López en batería, Gabino Fernández en teclados y saxo, y Babú Cerviño en teclados. Compañeros a los que, en su diálogo con Rosario/12 no duda en calificar como "unos musicazos".

-Si bien es un título abierto a múltiples interpretaciones, Algún día no deja de remitir a aquello que más de uno ha escuchado siendo niño: "Algún día entenderás". ¿Lo pensaste también en ese sentido?

-En realidad lo pensaba como un título esperanzado. De hecho en la canción del mismo nombre hablo de eso, acerca de un futuro que tenemos que construir todos los argentinos, pasando por alto este sembradío de odio que es aterrador. De todos modos hay un culpable de que eso ocurra, tiene que ver con lo que se propone desde determinados medios corporativos. Desde ese lugar este odio es evidente, como así también la construcción de mentiras alrededor de una gestión que es ejemplar en el sentido de los Derechos Humanos, de la gestión social, con leyes que favorecen a los sectores más carenciados. Puede haber errores, pero no implica que, por ejemplo, haya titulares en determinados medios que comparen a este gobierno con el nazismo. Nosotros vimos las fosas comunes, la gente sabe lo que fue eso, qué hacían con los caváderes, la gente vio las cámaras de gas. ¿Cómo van a comparar esta democracia con el nazismo? Me parece una irresponsabilidad, fuera quien fuera.

-Uno puede esperar esos gestos de sectores que responden a intereses bien marcados. El problema, en todo caso, es que la gente replique esas comparaciones.

-Eso es lo más dramático. Siempre trato, incluso desde algunas herramientas que manejo a nivel de redes sociales, de pedirle a la gente que debata. Que piense seriamente en lo que nos pasó de diez años para atrás, que piense en el corralito, en Martínez de Hoz, en Cavallo, en Menem, en la dictadura, en De la Rúa. Se le sacaba la plata a los jubilados, nos encerraban los ahorros en los bancos, se privilegiaba la necesidad (supuestamente patriótica) de pagar más impuestos para pagar las deudas externas. Ahora en lugar de generar deudas se pagan, se recuperan las empresas vendidas. La gente tiene que pensar que esto lastima intereses de grupos que responden de la peor manera: dividiendo.

-Dentro de su público, y aunque seguramente se trata de una porción minoritaria, debe haber personas que se incomodan con tu posicionamiento político.

-Bueno, si va por ese lado, entonces vale la pena. Yo estuve muy incómodo en la dictadura, perdí familia, perdí trabajo. Si ahora alguien no está de acuerdo con lo que pienso y me insulta, será parte de la incomodidad. Uno tiene que saber entender lo que le pasa a las mayorías. Hay una enorme cantidad de gente que está feliz, incluso con sus avatares, con sus problemas. Ningún gobierno, ninguna democracia, le paga la vida a nadie, pero si se están tratando de mejorar esas vidas, esto es lo valioso. Nadie puede decir que algunos sectores de la Argentina han resuelto su vida para siempre. Hay que seguir trabajando, profundizando en el reparto equitativo de la riqueza. Pero si tengo que mirar lo que pasó hace diez años atrás y miro ahora la inclusión social, la recuperación de las Afjp, el aumento a los jubilados, la fertilización asistida como derecho adquirido... Algo que por otra parte la derecha también niega, porque lo considera un gasto. ¿Pero cómo va a ser un gasto la vida? Hay que darse cuenta de quién es esta gente. Nosotros vivimos militando, porque creo que eso es lo que hay que hacer, por mucha incomodidad que pueda sentirse. Lo que uno tiene que pensar es qué cosa es más valiosa, si esa incomodidad o la voluntad de mejorar todo lo que existe alrededor nuestro.

- Ante este marco social y político, le diste forma a un disco que considerás esperanzador.

- Sí, porque creo en la gente, creo que van a reaccionar. Lo digo con todo amor. Es muy difícil evitar este martilleo permanente, es como una gota que va horadando la piedra. Tenemos medios que defienden lo indefendible. ¿Cómo vas a defender 50 años de miseria y tragedia de un país y, cuando un país empieza a recuperarse, criticar mediante presunciones? ¿Mueve la aguja de la inclusión, de lo que se ha avanzado, de los Derechos Humanos? Creo que no, entonces que la corten. Que jueguen su rol político desde la derecha como corresponde, que se saquen la careta...

- El problema es que no está bien visto reconocerse abiertamente como de derecha, aunque sus acciones se encuadren claramente con esa ideología...

- Sí, pero hay unas juntas y un rejunte político que son lamentables...

- En el disco aparecen muchos referentes, nombres que si bien han atravesado toda tu trayectoria (como el Che Guevara, Rodolfo Walsh, Silvio Rodríguez o Paco Urondo) aquí se explicitan.

- Sí, en alguna medida es una manera de reafirmar, de reconfirmar mi ideología. Pienso eso y, por otra parte, también tiene que ver con homenajear a algunos tipos como Silvio, Facundo Cabral, Armando Tejada Gómez, tipos que han sido sustanciales en esta época extraordinaria de cambios, de modificaciones y de luchas sociales.