Mié 31.07.2013
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. EL VERANO MáS LARGO DEL MUNDO DE S.R. OCAMPO

Relatos de una niñez peronista

Publicado por Río Ancho Ediciones, el segundo libro del autor rosarino está conformado por doce episodios independientes que se conectan entre sí y avanzan a lo largo de una trama, dando lugar a una pequeña obra maestra literaria.

› Por Beatriz Vignoli

Si (como dicen) la patria del escritor es la infancia, entonces la infancia del padre del escritor es doblemente una patria literaria. La de Rogelio, padre de Sebastián Rogelio Ocampo (Rosario, 1977), transcurrió en Fraile Pintado, provincia de Jujuy, durante los últimos años del gobierno peronista. En las anécdotas de sobremesa que él le contaba a su hijo "había víboras, caballos, cañaverales, arroyos a la sombra de los árboles, montes, cerros, pies descalzos y bolitas desparramadas por el piso". Esto relata Sebastián Ocampo en el prólogo a su segundo libro, El verano más largo del mundo, la novedad de Río Ancho Ediciones que se presenta este domingo, a las 19.30, en Bienvenida Casandra (Sarmiento 1490). Después de la presentación, se darán a conocer las dos obras ganadoras del "I Concurso de Narrativa Río Ancho Ediciones" que el jurado --integrado por Alma Maritano, Marcelo Scalona y Pablo Ramos-- ha elegido de entre diez finalistas. En la categoría novela figuran Silvia Tombolini, Enrique Bó, Sandra Fontana, Laura Rossi y Graciela Ballestero; en cuento, Vanesa Gómez, Matías Magliano, Gustavo Cavagna, Natalia Massei y Paolo Di Benedetto.

En www.rioanchoediciones.com.ar/internas/novedades.htm puede leerse el primer capítulo o relato de El verano...: "Comando Cody". Con maduro oficio narrativo, Sebastián Ocampo organiza su libro en doce episodios independientes que sin embargo se conectan entre sí y van avanzando a lo largo de una trama. Lo que logra es mucho más que una novela o libro de cuentos: es una auténtica serie, inspirada en las historias de papá Rogelio. Sus protagonistas son una barrita de amigos casi adolescentes que cautivan al lector con su inocencia, su picardía y sus modestas pero épicas aventuras. El punto de vista de esta saga en tercera persona es el de su héroe, "un chico que se llama Rulo" y al que además le pasan "cosas que me habían pasado a mí, o que bien podrían haberle pasado a mi padre, o que simplemente suceden en el fragmento de universo que este libro constituye", anticipa el autor. "Rulo me permitió ser el chico que fue mi padre a partir del chico que fui yo, y tal vez cumplir el sueño de ser amigo de mi padre y compartir con él esa niñez que siempre pensé tan divertida", opina.

Un superhéroe de matiné, una pelea bíblica, una hepatitis y un santo, un caballo que se deja meter los dedos en la nariz, una chica deseada pero que no entiende de fútbol, un forastero, un barrilete irremontable y una fantasma hermosa son algunos temas de cada episodio. Las marcas de época se dejan sentir en la corriente de conciencia de Rulo: "Pensó en Evita. Evita le daría penicilina. Pero Evita ya no estaba. No importaba. Perón se la daría. Perón ya no era el que mandaba. No importaba. Atravesaría los cerros y las murallas y las sombras con tal de encontrar penicilina. Los atravesaría".

"Me parece que me salió un libro para adolescentes", arrimó Ocampo a esta cronista. Tras leer de un tirón su atrapante libro, hay que darle la razón y agregar que El verano más largo del mundo es una pequeña obra maestra literaria que junto a Chico Carlo, de Juana de Ibarbourou (también con estructura episódica), o a The body, de Stephen King, demuestra que juvenil no es sinónimo de menor. Y en The body se basó la película Stand by me, que se abre con aquel "nunca volví a tener amigos como los de los doce años... ¿acaso alguien los tiene?".

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