Jueves, 17 de octubre de 2013 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › GRAVEDAD, NUEVA REALIZACIóN DE ALFONSO CUARóN
Por Leandro Arteaga
Gravedad: 5 puntos
(Gravity. EEUU, 2013)
Dirección: Alfonso Cuarón.
Guión: Alfonso Cuarón, Jonás Cuarón.
Fotografía: Emmanuel Lubezki.
Música: Steven Prince.
Montaje: Alfonso Cuarón, Mark Sanger.
Reparto: Sandra Bullock, George Clooney, Ed Harris (voz).
Duración: 90 minutos.
Salas: Monumental, Showcase, Sunstar, Village.
El acento desmedido -como siempre, publicitario- que se hace sobre Gravedad, película del a veces notable Alfonso Cuarón (también autor de obras como Y tu mamá también, Niños del hombre) es un grito de coyuntura, que hace del film algo a distinguir entre lo mucho -más bien, poco- que el mainstream ofrece. Un film desarrollado entre dos personajes con el espacio como telón de fondo no es asombroso, sino elección dramática que bien podría cubrirse de cualquier otra investidura escénica. Aquí se elige el espacio. El asombro, en todo caso, vendrá dado por la extraordinaria gracia técnica que Cuarón exhibe. Algo de suyo propio, que ya se sabe y que aquí explota de forma todavía más coreográfica, con planossecuencia interminables, sujetos a una previsión calculada. Es decir, nada está fuera de lugar en ninguno de los planos o movimientos de cámara de Gravedad.
Por ejemplo, una lapicera danza reiteradamente ante la cámara. La cita es hacia 2001: Odisea del espacio, de Stanley Kubrick. Pero nada más que eso, una artimaña superficial, de rasgo apenas metatextual, junto con otras de índole religiosa, idiomática o "pop" (véase Marvin el Marciano). Si nada está fuera de lugar, si todo está premeditado, el impacto también: atención al después de, justamente, Marvin el Marciano; o al lugar que ocupa el matafuegos.
Vale decir, hay una construcción formal que lejos está del intimismo de 2001... o de Solaris, sino más cerca de una carrera a contratiempo. Cómo llegar al desenlace antes de que, por ejemplo, se termine el oxígeno. No es que a Gravedad se le pida algo distinto; es parte de un cine de géneros que, eso sí y hace tiempo, tuvo en Hollywood momentos de gloria. Encallado ahora en la espectacularidad de lo que se ve, en la banalidad de lo que se propone. En un 3D de autoayuda.
Por ejemplo: hay una escena crucial, de diálogo, que no es lo que parece pero sí. Es decir, si lo visto en esta escena hubiese sido cierto, Gravedad sería una cursilería. Como la develación lo desdice, parece un giro acertado. Por eso mismo, Gravedad es cursi.
Como corolario, el film arriba a una síntesis evidente, que remite a los cuatro elementos. No se trata de que el cine de géneros no pueda plantearse algo semejante, sino cómo se lo plantea. El increíble hombre menguante (1957), de Jack Arnold, es uno de los mejores ejemplos. Nada de ridículo hay en un gato que persigue a un hombre diminuto. Mucho menos en su desenlace. Mientras que sí en las palabrerías de ciertos manuales de instrucción, preocupados por enseñar acerca de cómo vivir mejor.
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