"No puedo hacer algo serio, y menos en la presentación de un libro de cuentos cómicos", dijo Cartu y organizó a fines del año pasado una comedia interactiva performática en siete actos en un bar para presentar su libro Los transabiyuyas (2013). Y de paso venderlo: "Los transabiyuyas nacen del ámbito comercial. [El libro] se sitúa en una época de mayor competitividad donde deben agudizar el ingenio para ganarse la biyuya del día", explica el autor rosarino. Cada libro de Patricio Cartu Magnano se construye alrededor un pequeño universo medio ficcional, medio real, como una Disneyland en miniatura y sin pretensiones, gracias al polifacético talento de este humorista. Cartu diseñó el libro, produjo la comedia mencionada y convocó al también talentoso dibujante Gabriel Oberhand para ilustrar tapa y páginas de su segundo libro, una recopilación de cuentos sobre simpáticos estafadores que arman la novela distópica de un capitalismo salvaje en su estadio terminal: oscuramente cómico y tristemente reconocible.

El concepto estuvo claro desde un comienzo: el proyecto era escribir un libro de cuentos sobre gente que hace literalmente lo imposible por dinero. Un asesor de marketing para mendigos, una clínica para adelgazar a fuerza de disgustos, una empresa de transporte urbano 100 por ciento impredecible, un sindicato mafioso de repartidores de pizza, unos propietarios que especulan con apuestas sobre el posible día del mes en que pagará su inquilino (que se llama igual que el autor), un bar temático para que las parejas se separen, un abridor de latas a domicilio, un loco que ofrece corriente eléctrica también a domicilio, una escuela de ladrones, una empresa que se lleva todos los recuerdos de tu ex pareja, un escultor de milanesas y un productor musical que alimenta la vana ilusión de un cantante romántico son algunos de los chantas que habitan esta farándula demencial. La fórmula: llevar la lógica del capitalismo a su extremo más absurdo posible. Aportan su propia cuota protagónica de creatividad el humor gráfico de Oberhand (su "mesa de los dejados" es casi goyesca, más bien trágica) y un epílogo en clave de thriller por el corrector del libro, el escritor Nicolás Doffo. Al igual que en Historias caminadas (2012), su libro anterior, Cartu alterna el texto con avisos publicitarios desquiciados y obituarios inverosímiles.