Miércoles, 20 de agosto de 2014 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. DESNUDO PATEANDO UNA MOTO, DE MATíAS MAGLIANO
Ganador de la primera mención en el Concurso de Narrativa de Río Ancho 2013, en este primer libro del joven autor las crispaciones del relato son lo que importa, más acá de la historia que se deja traslucir por entre su prosa cautivante.
Por Beatriz Vignoli
Mañana, a las 19.30, en el bar La Fávrika (Tucumán 1816) se presentará el primer libro de Matías Magliano, Desnudo pateando una moto, ganador de la primera mención en el Concurso de Narrativa de Río Ancho 2013 en el género libro de cuentos. Es el séptimo título de Río Ancho Ediciones que se suma a su colección de narrativa. El jurado estuvo integrado por Alma Maritano, Pablo Ramos y Marcelo Scalona, quien hablará en la presentación y es autor del prólogo del libro.
Este se abre con "Perros en la tormenta", un fluido monólogo interior en segunda persona que no da respiro, ni al lector ni al protagonista del relato: "Ponés la pava para el café y mientras levanta temperatura renovás el agua del bebedero y le tirás unos porotos más al plato para que tengan hasta tu vuelta. Hace tiempo sentís que tu vida está en stand by, quisieras saber hacia dónde va, o al menos si hay algún lugar para ir". Es una proeza de estilo que se sostiene durante varias páginas y por donde se va deslizando un drama conyugal que gira en torno a la literal castración de unos perros: correlato objetivo o metáfora, a su vez, de lo que está en juego.
Otras marcas, pero en el cuerpo humano, anclan el siguiente: "Como si la luna". También habla una cabeza a mil, también es la de un hombre; pero esta vez, narra en primera persona. Espacios en blanco y cambios tipográficos marcan el compás de un vaivén entre dos tiempos de la vida, entre dos tatuajes. El verdadero es el falso y viceversa.
En "Antes no era feliz" entra la tercera persona; la enunciación primero se complejiza y luego se divide, se vuelve a dos voces. Un narrador presentador le pasa el micrófono al yo atormentado de ese otro, amigo suyo, que se lanza con todo el vértigo y la furia a contar su dolor, las dos mujeres que le duelen. Y así termina: "Después, que hagan fuego". Simulacro de muerte, fusilamiento fantaseado que hace de punto y aparte. De nuevo el narrador toma el micrófono y habla por él.
Después, el cuento coral que da título al libro hace estallar este procedimiento en una zapada de voces, en monólogos interiores múltiples que aportan los diversos puntos de vista subjetivos sobre una situación en común. Un sexto cuento, "Chocolatada", vuelve al monólogo en segunda persona, con el tempo exaltado de la pasión, o del deseo, que enseguida cede al contrapunto del diálogo.
De estos cuentos de Magliano puede decirse, a esta altura del libro, que su principal acontecimiento es el de ser narrados. La voz se hace acontecimiento y se hace cuerpo; los meandros y las crispaciones del relato son lo que importa, más acá de la historia que se deja traslucir por entre su prosa cautivante. Es como si el impulso musical de cada soliloquio bastara por sí mismo para dar sentido a través del sonido. Hay algo del solo de guitarra eléctrica en las voces de estos hombres solos que hablan, y que siempre hablan de mujeres; al menos, en estos cuentos.
Redondean el volumen tres piezas más clásicas y lo cierra una audaz metaficción/autoficción, ilustrada, que hace eco al epígrafe.
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