El pasado lunes en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia se llevó a cabo el primer encuentro de un ciclo que, bajo la organización del Sindicato de Músicos de Rosario, apunta a interiorizar a los artistas de la ciudad en torno a diversas problemáticas relacionadas con el quehacer musical. La apertura estuvo a cargo de la Secretaria de Cultura municipal, Chiqui González, quien brindó un amplio panorama en relación a los criterios que marcan su gestión. Sin embargo, ante la posibilidad de un intercambio de opiniones los músicos presentes desperdiciaron una inmejorable chance de entablar un debate productivo, limitándose a la exposición de problemáticas.

Enfrentándose a una sala ocupada por poco menos de un centenar de músicos, Claudio Rosa y Hugo Vitantonio --en representación del Sindicato de Músicos-- acompañaron a González en su exposición. En su introducción, Vitantonio esbozó una crítica fundada en torno a la falta de apoyo de los estados nacional y provincial hacia la cultura, y planteó la necesidad de la elaboración de una estrategia de participación y de "la sanción de un conjunto de un corpus legislativo que ayude al desarrollo de las potencialidades culturales de la Nación". Asimismo, resaltó la necesidad de que Rosario se convierta en un "polo de opinión independiente de Capital Federal", para reconocer de inmediato la labor de Chiqui González y destacar: "Si no nos falla la memoria es la primera vez, en 26 años de democracia, que un funcionario de primer nivel de la Secretaría de Cultura municipal accede a tener un contacto directo, plural y abierto con el conjunto del sector de los músicos".

A su turno, la funcionaria desplegó su retórica cargada de imágenes poéticas para desarrollar un concepto filosófico en torno a la música, a la que definió como "aquella cuestión de vida que te conecta con el cuerpo entero, estés donde estés, por más que hablemos del individualismo más tremendo. Si nos enseñáramos a vivir musicalmente, que después de todo la vida es movimiento, cambio, armonía y ruptura de la secuencia, sería muy distinto".

Identidad, pertenencia, la crisis de la simbolización y la relación entre la cultura popular, de masas y las vanguardias, fueron nutriendo el discurso de la secretaria, quien al momento de centrarse en la gestión cultural aportó conceptos en torno a la crisis del Estado--Nación, criticó al clientelismo y resaltó la importancia de comprender al espacio público. Luego le llegaría el turno a la delineación de las debilidades relacionadas con la gestión. "Hace falta una legislación importante en cultura, donde a mi entender deben cambiar algunas ordenanzas --apuntó--. Creo que también otras de las debilidades son las inversiones en infraestructuras culturales, como así también la administración en cultura, porque indudablemente en algunas cosas respetamos todo el enorme trámite que tiene que ver con la transparencia municipal, y en muchos casos la Secretaría no advirtió que así como tenía que tener un agente de prensa también debía tener varios administrativos. Otra debilidad es debatir cómo nos relacionamos con los sponsors, porque no hay ley de mecenazgo. Una mayor democratización para que todos sean programados en determinado momento, aunque nosotros no podemos solucionar la vida de los músicos, pero al menos lo podremos programar dos veces al año, en vez de una. Dentro de eso puedo debatir, pero la programación no depende sólo del sector de los músicos".

González se prestó a un intercambio de conceptos con algunos participantes que no logró superar un status de reclamos unidireccionales que fueron respondidos por la secretaria. A nadie se le ocurrió plantear la posibilidad de generar un mayor número de concursos para la edición de discos, en un proyecto de coproducciones que en este 2006 llegará a la docena de placas, cifra para nada despreciable. O la importancia de renovar los organismos musicales municipales mediante la realización de concursos, logrando además jerarquizar estructuras que en muchos casos ven imposibilitada su posibilidad de crecimiento a partir de la presencia de músicos de escasa jerarquía, pero que están allí atados por cuestiones políticas o burocráticas.

En la continuidad de este tipo de encuentros se garantizará el acercamiento real de gestores y actores culturales. En el aprovechamiento de los mismos estará la clave de un intercambio fructífero.