Viernes, 30 de enero de 2015 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LALULULA TV PRESENTA: TODOS ESTAMOS HECHOS DE ESTRELLAS.
Se inaugura hoy a las 19 en Mal de Archivo (Moreno 477) una muestra fotográfica que parodia la imagen de artista de algunas celebridades globales del arte. Su autora, Luciana Ponte, promete un champagne a quien vaya disfrazado de su "art star" favorito.
Por Beatriz Vignoli
"¡Venite disfrazado de tu art star favorito y te ganas un champagne!", promete la artista visual Luciana Ponte en la campaña promocional del vernissage de su exposición de registros fotográficos de performances titulada "We are all made of stars" (Todos estamos hechos de estrellas), que se inaugura hoy a las a las 19 en el espacio de arte de Mal de Archivo (Moreno 477, Rosario). La muestra se vio a fines del año pasado en Buenos Aires, en Big Sur. Luciana Ponte cuenta en su sitio web (http://lalulula.com/) que ella nació "el 18/1/81 en la ciudad de Neuquén" y especula con que a lo mejor por eso le "gustan los términos capicúas y los palíndromos". Y es un chiste serio. Pues el texto simétrico o la serie simétrica de cifras puede considerarse la forma textual de la captura de lo imaginario, ya que reproduce en el papel (o en la pantalla) la identificación o mímesis con el otro en el espejo que describe Lacan en su teoría del estadio del espejo.
Y de eso se trata en gran medida la obra de Luciana Ponte. Sus manifestaciones más interesantes son aquellas donde explora, parándose en una fina cornisa entre el arte y la práctica cultural, algunas expresiones de la cultura popular contemporánea que articulan la infinita reproducción con variaciones (el meme) o la mimetización con una figura ideal que sirva de espejo a la identificación (el cosplay).
En el cosplay (abreviatura de "costume play", que en inglés significa "juego de disfraces"), lectores adolescentes de historietas se visten como sus héroes favoritos y los personifican. "En este caso el destello estelar emana de los astros del arte contemporáneo", cuenta Ponte. "El artista/star como figura heroica genera su séquito, un fandom de artistas jóvenes que desde esta parte del mundo les rinde el homenaje máximo del fan, juega el juego del cosplay. Retratos hackers que piensan sobre el ridículo del artista como obra y encarnan la irónica realidad de una escena artística con órbita satelital y tercermundial: con bajo presupuesto, pero hecha con amor", concluye.
Podría decirse que "We are all made of stars" emprende tres copias a la vez, en una suerte de carbónico estético por triplicado. Una es la explícita: el arte copia al cosplay, que a su vez es una copia 3D del comic o de las historietas. Otra no es tan obvia: Cindy Sherman fue una artista que en el tercer cuarto del siglo pasado utilizó el autorretrato fotográfico para encarnar imágenes de incontables otros u otras, y es un antecedente importante aquí.
Otra más es la obvia para el conocedor. En un mundo del arte cada vez más exhibido como espectáculo ante los medios masivos (y que cada vez se hace más dependiente de la imagen de artista que cada autor o autora construye, cada vez de manera más autoconsciente y deliberada), Luciana Ponte pone a sus colegas amigos ante la cámara (o posa ella misma) para replicar el trazo grueso que opera como firma de cada celebridad. El poner el cuerpo en la performance y dar a circular por el mundo el registro de la misma hace que los artistas corran ese riesgo: el de transformarse en un animé bidimensional, haciendo de la propia imagen una firma, un epíteto visual al que todo se reduce.
Esto, dada la creciente brecha que se ha venido abriendo entre el arte de vanguardia y el sentido común en los últimos cien años (o en los últimos diez), es un camino de ida. Así, decir "la japonesa obsesiva de los lunares" equivale prácticamente a nombrar a Yayoi Kusama (se puede hacer el experimento, poner "japanese artist polka dot" en cualquier buscador y salta enseguida el nombre); "el alemán del sombrero, el chaleco y el conejo muerto" es sinónimo de Joseph Beuys, o "el inglés del anillo en forma de calavera igual al que tiene Keith Richards" sería Damien Hirst (antes conocido como "el del tiburón podrido"). Y "la serbia ex yugoslava de la trenza y el pulóver rojo que se sienta horas y horas ante una mesa con cara de nada" viene a ser Marina Abramoviç. Esta última ha sido objeto de innumerables parodias en Internet, mucho más ácidas y menos inocentes que la de Ponte. La que se lleva las palmas es MARFA (marfalovesyou.com), siglas de "Marina Abramovic Retirement Fund of America": un sistema de peticiones en broma destinado a impedir la realización de supuestos proyectos descabellados de la artista, que en realidad son ficticios.
En resumen, lo que escenifica y capta Ponte en sus fotografías es algo así como una mirada Los Simpson sobre los artistas famosos.
Y la exploración que hace Ponte de la práctica de los memes es tan ingeniosa como lúcida; alguien tenía que hacer el trabajo sucio de tomarse en serio, como forma de creatividad popular anónima, esos cartelitos con feas letras blancas que se viralizan en las redes sociales y nos arrancan a veces la carcajada o la sonrisa del día.
Y Ponte lo hizo. Su trabajo se titula "mememismo" y allí dice cosas como: "El usuario de internet no es un espectador pasivo, es participe de un colectivo global de creación colectiva". Su texto puede leerse en http://blog.lalulula.com/blog/archives/533, una página de los archivos de su blog. Como una Andy Warhol criolla, Ponte pone a producir a sus colegas. Su proyecto más ambicioso, lalulula.tv, consiste en una antología en curso de videos sobre arte por artistas de todo el mundo, que ella subtitula con la ayuda del ClubSub, "una escultura social de colaboradores altruistas", explica en su página.
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