Jueves, 10 de agosto de 2006 | Hoy
Dos títulos vinculados al sangriento conflicto en Medio Oriente sobresalen entre los estrenos de este fin de semana en Rosario. Se trata de Domicilio privado, un film del joven director italiano Saverio Constanzo a partir de una experiencia propia, y El paraíso ahora, del realizador palestino Hany Abu--Assad, que narra las alternativas de dos amigos reclutados para concretar un atentado suicida en Tel Aviv.
Suerte de thriller psicológico con tintes documentales, Domicilio privado cuenta las escalofriantes alternativas que vive una acomodada familia palestina cuando irrumpe en su casa un comando israelí que pretende echarlos de la finca. "Tengo por costumbre ver las noticias mientras ceno. Desde que tengo uso de razón recuerdo ver imágenes del conflicto palestino--israelí. Después de verlas miles de veces empezaron a parecerse. Me había acostumbrado. Incluso llegué a un punto en que perdieron su significado. Pero seguían allí", cuenta Constanzo, de 31 años en el sitio oficial del film.
Mohamed (Mohammad Bakri) es palestino, profesor de Literatura inglesa y director de una de las universidades más progresistas de su país. Junto a sus cinco hijos y su esposa, vive en una modesta casa rural, a medio camino entre un pequeño poblado palestino y un asentamiento judío. Convertida en punto estratégico de la avanzada israelí, un día golpean a la puerta un grupo de soldados israelíes que informan a la familia que su ejército ha decidido confiscar la vivienda. Mohamed se niega y apoyándose en sus sólidos principios de hombre civilizado y pacífico, anuncia a su familia que a partir de ese momento compartirán su domicilio privado con los militares judíos. Casi todos en la familia están en contra de la decisión del hombre, excepto Mariam (Hend Ayoub), la hija mayor de Mohamed. Ella piensa ahora en su casa como un bastión de resistencia.
El paraíso ahora tiene entre sus pro haberse convertido en la primer película palestina nominada al Oscar. Entre sus contras figura el haber sido condenada de antemano por considerarla apologética de la violencia. "No hago películas para generar sobresalto. Hago películas para resistir", dijo Abu--Assad, quien consiguió financiamiento en la Berlinale y del canal francés Arte. Con esto consiguió retratar las últimas horas de Khaled y Säid, dos jóvenes palestinos, amigos desde la infancia, que repetinamente son convocados por Alá: deben inmolarse en un atentado en la capital de Israel. Luego de pasar última noche junto a sus respectivas familias --de las que no les está permitido despedirse--, los dos muchachos parten hacia la frontera, cargados hasta el cuello de explosivos. Pero una serie de imprevistos hacen que el dúo se separe. Solos, cada uno con su conciencia, deberán resolver qué camino tomar. Sin excesos pero sin anestesia, el director intenta reflejar los contrastes entre los dos lados de una guerra infinita.
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