Martes, 3 de marzo de 2015 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. LA COLECCIóN EN FOCO 6, EN EL CASTAGNINO
Inaugurada días atrás, Flores de colección, apuntes de botánica es la nueva
muestra de la saga que desde hace dos años se viene realizando en el Museo
municipal de Bellas Artes con curaduría de María de la Paz López Carvajal.
Por Beatriz Vignoli
¿Alegoría de lo efímero de la vida, documentación botánica de la flora o simple expresión de alegría y belleza? Este mes de cambio de estaciones, la sala central del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino (Boulevard Oroño y Avenida Pellegrini) se llena de flores.
El gusto cortesano del Japón feudal prefería que los motivos representados en los kimonos correspondieran a la estación opuesta. Las imágenes primaverales al filo del otoño no sólo equilibran los ciclos naturales sino que advierten el próximo fin del verano. La colección en foco 6. Flores de colección, apuntes de botánica es la nueva muestra de la saga La colección en foco, que desde hace dos años se viene realizando con curaduría de María de la Paz López Carvajal.
En la exposición, que abrió la semana pasada, se luce la presencia estelar del pintor rosarino Manuel Musto (1893 1940). La colección en foco informa siempre sobre la historia de cada obra, con contenidos que derivan de la investigación de la colección del museo, a la que pertenecen todas las obras expuestas. Hay que ir con tiempo para leer las cartelas y enterarse de que Musto pintó sobre el final de su breve vida sus Hojas y rosas (s/f), Dalias blancas (1937), Rosas blancas (1937), Retamas (1937), Gladiolos rosas (1938) y El vaso azul (1939). Los cuadros, a excepción del penúltimo (donado en 1938), ingresaron al año siguiente de su muerte a los 46 años. "Significan su jardín", parafraseando a Woody Allen en Stardust Memories. Flores pintadas del natural, como se estilaba entonces, se presume que él las habría cortado del terreno en el barrio del Saladillo que adquirió con su herencia paterna en los años '30. Allí, donde era su casa taller, se encuentra hoy la Escuela Municipal de Artes que lleva su nombre.
Musto era amigo de Augusto Schiavoni (Rosario, 1893 1942), de quien se exponen unas Rosas (1931) y unas Magnolias (1934) que podrían haber sido lo último que pintó. Ambas obras fueron donadas al museo por su hermana María Laura en 1979. Los dos estudiaron con Giovanni Costetti en Florencia, Italia, luego de formarse en talleres de artistas italianos que enseñaban pintura en Rosario: Ferruccio Pagni y (en el caso de Schiavoni) Mateo Casella, discípulo de Domenico Morelli y maestro de otro rosarino, Alfredo Guido, de quien se expone el icónico retrato femenino conocido como La niña de la rosa (1921).
"La práctica de representar plantas y flores de manera realista es tan antigua como la pintura occidental", escribe la curadora en el guión curatorial. "Recién en el siglo XVII las naturalezas muertas surgieron como un género independiente", agrega, destacando la maestría en el género entre los pintores de los Países Bajos, quienes daban un sentido alegórico a los detalles de sus retratos al óleo, representados con minucioso virtuosismo. Una muestra de tal pintura flamenca es el Autorretrato pintado al óleo sobre tabla alrededor de 1537 por Maarten van Heemskerck (Heemskerk, 1498-Haarlem, 1574). La figura lleva en la mano un ramo cuyo centro está compuesto por un clavel rojo; las proporciones inverosímiles del cuerpo contrastan con el preciso naturalismo floral. El autor la pintó al casarse con Marie Jacobs Coninsdochter, quien murió joven en 1543. Juan B. Castagnino compró la obra en 1922, en un remate de la colección Villeroy en París. Se la tenía por el retrato anónimo de un desconocido. Fue atribuida e identificada como autorretrato dos años más tarde, posiblemente ya no en vida de Castagnino, quien falleció en 1924.
No es este el lugar donde inventar una leyenda urbana sobre la mala suerte que podría traer el pintar o comprar cuadros con flores, aunque sí (como lo hace López Carvajal) donde reflexionar sobre el posible simbolismo de tales imágenes como emblema de la fugacidad.
También se pueden apreciar obras de dos pintores franceses del siglo XIX, Paul Berthon e Ignace Henri Fantin Latour; de dos pintoras, Reneé Baiz y la alemana Anna Peters, y de los destacados artistas argentinos Emilio Caraffa, Ernesto De la Cárcova y Héctor Basaldúa.
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