El año pasado, el director y dramaturgo Adrián Almaraz estrenaba dos propuestas basadas en una particular visión de la sociedad capitalista y la debacle de muchos seres arrojados a las fauces de oscuros mecanismos de poder. Una de ellas es Los Opados, que hoy cierra su segunda temporada a las 20 en el Centro Cultural de Abajo (Entre Ríos y San Lorenzo ), donde Almaraz indaga acerca de los lábiles límites de la locura y la persistente necesidad por parte de las instituciones de apartar y aislar a los que no ha podido integrar. La otra, El Evangelio según La Circe, una experimentación basada en otro tipo de aislamiento, donde el miedo y la inseguridad son protagonistas, y que retorna a la cartelera local, todos los sábados de septiembre a las 22 en el Teatro del Rayo (Salta 2991).

"Cuatro hermanos atrincherados en el sótano de una casa de Arizona, perturbados por el constante miedo al ataque exterior de 'la plaga', generarán una atmósfera de paranoia interna y de vínculos enviciados e intoxicados", dice la gacetilla de prensa de esta aventura futurista que adopta en parte la estética de películas como Mad Max.

"El Evangelio según La Circe es el producto de dos años y medio de experimentación corporal-mental de un grupo de egresados y alumnos de la Escuela Provincial de teatro y títeres Nº 5029", dijo el director a Rosario/12, contextualizando la necesidad de confrontar ciertos conocimientos sobre el teatro.

El grupo trata --según sus propias declaraciones-- de utilizar el espacio escénico como lugar de búsqueda y análisis, de confrontación y revisión, de ensayo y error, de producción poética para la posterior sistematización de una metodología de trabajo.

Los personajes son, según el autor y director, emergentes de la sociedad pos capitalista, están refugiados en un sótano lúgubre. "A los cuatro, los une una relación endogámica, con roces corporales que los vuelven incestuosos, perversos y ominosos", dice Almaraz.

A la hora de definir la búsqueda estética, el director la define como pos apocalíptica, partiendo del residuo como metaforización del desperdicio y la decadencia ostentosa de la humanidad: esa idea opulenta de producir más consumo y más desecho del necesario.

Sobrevuelan el lenguaje poético de la obra las notas oscuras de algunos cuentos de Edgar Alla Poe, las letras desgarradas de Enrique Discépolo y el grotesco que su hermano Armando consolidara para sello inconfundible de la dramaturgia argentina, por supuesto, y así lo corrobora Almaraz. Y desde el título se percibe un homenaje al siempre vigente Julio Cortázar.

- ¿Cómo se conjugan estos lenguajes en los cuerpos de los actores?

- Hay una superposición de estilos actorales, fluctuando por momentos del grotesco al realismo, al humor negro, al expresionismo, de lo musical a lo textual; trabajamos con el cuerpo y las voces, como una composición compuesta salida de sus estados de ánimos, de la musicalidad de los ambientes.

El grupo Los Arrancados Green, que es el nombre elegido para dar vida a este mundo onírico, está integrado a nivel actoral por Marianela Chicón, Mariela Feugeas, Santiago Pereiro y Julia Piaruchi; con el aporte de Anabel Blanco en fotografía, video, prensa y asistencia de dirección.

"Estrenamos El Evangelio ... en junio del 2014 e hicimos temporada de tres meses en el teatro La Escalera, la experiencia fue muy grata, ya que nos intrigaba la reacción del público, al tratarse de un teatro experimental, pero tuvimos muy buenas devoluciones", dijo Almaraz, un director que apuesta a replantear y transformar la obra después del estreno, confiando en el crecimiento de la puesta a partir de ese trabajo continuo.