Domingo, 30 de agosto de 2015 | Hoy
Por Aníbal Faccendini
Osvaldo tiene 88 años. No parece. No. Su actitud, ganas y convicciones ideológicas no han sido depredadas por el tiempo. Cuando lo pude conocer personalmente, le plantee como Director de la Cátedra del Agua Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales UNR, si él podía ser padrino en la Argentina de la campaña internacional ante la ONU, "Declaremos Ilegal la Pobreza" (DIP), porque donde hay pobreza no hay agua. Me contestó entusiastamente que sí. Ese día fuimos con el referente mundial y mentor de la DIP, el doctor Ricardo Petrella. Aparte es el Director Honorario de la Cátedra del Agua de la UNR. Esa geografía de tiempo de la conversación en la casa de Bayer, quedó por siempre en mi paisaje mental. Me conmovía escucharlo por tanto entusiasmo y predisposición al compromiso no sólo académico e intelectual sino también para la realidad concreta.
Un día le planteamos si podía realizar un conversatorio sobre la DIP, pobreza y la falta de agua potable en el mundo, en el Congreso de la Nación, junto a Reynaldo Sietecase que apoya decididamente estas actividades, otras personalidades y este escriba. Osvaldo estando allí nos alentaba y nos expresaba lo importante de difundir la ignominia del estado de invisibilización de los pobres, que había que declarar ilegal la pobreza para proteger a los pobres y que el acceso al agua era un derecho humano indiscutible. Que era una catástrofe ética y una desvergüenza sistémica que en el mundo haya 1.100 millones de sedientos de agua buena, 2.600 millones de personas que no acceden a la higiene sanitaria básica, que 3.000 millones de pobres sigan siendo víctimas de la injusticia social y ambiental y que 4.000 mil niños mueran por día por no acceder a agua segura.
El periodista, escritor, historiador y otras tantas versatilidades que desembocan en Osvaldo, parecieran que nos sindican a un renacentista de la modernidad. A uno que pone la pluma y el cuerpo a su tiempo y a otros tiempos.
En la actual modernidad gaseosa, al decir de Marshall Berman, todos estamos acostumbrados a todo. Donde los ideales, la coherencia y la ética se encuentran continuamente asediados. Mantener el asombro, la honestidad, las convicciones y saber que hay vida más allá de lo efímero de la mercancía, es toda una victoria sobre esta devastadora liviandad. Es entender, en definitiva, que las convicciones no se deben romper ni doblar, sino que se deben mantener y que las mismas tienen que entrar con nosotros sin dejarlas en la entrada de ninguna puerta. Y es entonces, que ahí aparece victorioso e indemne Osvaldo Bayer.
Obras como la de Severino Di Giovanni, La Patagonia rebelde y otras tantas publicaciones, nos transmiten su compromiso sólido con la justicia, la verdad y la libertad.
Un grande recibe el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario, sin dudarlo es agua buena para la ciudad.
* A partir de una iniciativa de la Cátedra del Agua, el 3 de setiembre a las 18 la Universidad Nacional de Rosario y la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales entregarán el diploma de Doctor Honoris Causa a Osvaldo Bayer.
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