"Festejar el trabajo autogestivo fue una de las consignas de la edición 15 del Cruce. Sostener desde el deseo y el compromiso una apuesta cultural como esta, implica bascular entre la seguridad de lo instituido y la potencia de lo instituyente", dijo la bailarina y profesora en expresión corporal, Verónica Rodríguez a Rosario/12, con motivo de la reciente celebración del Festival El Cruce organizado por la Asociación de Bailarines, Coreógrafos, Investigadores del Movimiento y Expresión Corporal Independientes (COBAI).

La movida que arrancó el jueves pasado con el espacio dedicado en gran parte al rubro Videodanza, mostró "Estudio 18", una realización local dirigida por la bailarina, coreógrafa y maestra Cristina Prates, fundadora del mítico grupo de teatro danza rosarino Seisenpunto, y el director Damián Tolesano.

"Cada edición del Cruce se ha generado en base a una pregunta, a una inquietud, en la sexta (2006) fue la danza y la ciudad, con una programación que inundaría las calles, los comercios, las plazas, inscribiéndonos en la Red Ciudades Que Danzan", dice Rodríguez quien trató de hilvanar un recorrido por las etapas más significativas del festival.

"En el 2010 las preguntas giraban en torno a la comunicación y entonces diseñamos un evento en donde abundaban las mesas taller, los foros, los debates acerca de los medios, el periodismo, las publicaciones", dice una de las colaboradoras de la Revista Inquieta que nace precisamente en el 2010 y acompaña al Festival desde ese momento.

En la edición número 11, la actividad de El Cruce se centró -según sus organizadores- en tender redes con artistas, apostar a la producción y fomentar los intercambios, por lo que la impronta del festival estuvo ligada a los seminarios intensivos y cursos con montaje final, además de ayudar económicamente a producciones locales.

La noche inaugural se pudo ver un fragmento de la obra en proceso "Ida/Acherontia" de las prestigiosas bailarinas y coreógrafas locales Ana Varela y Soledad Verdún y uno de los trabajos de mayor impacto a nivel de entrega y concepción estética: "Lejos" a cargo de la notable actriz Florencia Bergallo, con coreografía y dirección de Marina Sarmiento (ver recuadro).

Retornando al recorrido histórico del festival, Rodríguez comentó a este diario que en la 12 edición el eje convocante fue "la gestión cultural en el marco de las realidades iberoamericanas, reuniendo a decenas de gestores invitados a participar de nuestra propuesta".

Al año siguiente, El Cruce se planteó la necesidad de retornar a las salas, valorando la decisión de "ir al teatro" con todos sus elementos conviviales, ya que durante varias ediciones -dicen los organizadores- nos encontrábamos con la danza, sorprendiéndonos en las calles, en la cotidianeidad donde nadie la esperaba, casi un asalto a danza armada".

Atravesado desde su comienzo por los irregulares funcionamientos de las políticas culturales de la ciudad, El Cruce afrontó su edición número 14 reciclando los modos de organizarse frente a la falta de apoyos y la ausencia de una legislación pertinente acorde con estas movidas artísticas.

"Los colectivos culturales de Rosario, buscaron modos de organizarse y defender los territorios culturales emergentes, a partir ver amenazadas sus posibilidades de participación en la vida cultural, por legislaciones que no contemplan estos modos de producción de cultura y por la centralización de las políticas públicas, entre otros motivos".

Ante tanto camino recorrido los organizadores de El Cruce, piensan que los 15 años son motivo de reflexión, de balances y fundamentalmente de festejos.

"Es por ello que esta edición se centra en reunir a todos y todas aquellos que han pasado aportando, acompañando este maravilloso proyecto reconocido a nivel nacional e internacional, intentando abrir la puerta a nuevas generaciones que apuestan al trabajo colectivo", explicó Rodríguez en la nota con este diario.

Esta edición del festival permitió una retrospectiva, que nos mostró fragmentos de "Rojo" de Seisenpunto, "Nenúfares", de Ana Jaime, "Viento de piel" de Plexus, en un recuentro con bailarines locales que dejaron su impronta en la historia de El Cruce.