Aun cuando su nombre forma parte clave del entramado artístico y cultural del centro rosarino, el Berlín Café buscará reinventarse. Tomando como contexto la celebración por sus veinte años, su fundador y conductor, Luis María Corradín, entiende la necesidad de relanzarse y, para ello, decidió mirar hacia el pasado. "Se revalida un poco el espíritu histórico", explica Corradín en relación a una temporada que esta noche recibirá a un nombre que supo darle brillo a sus primeros años: Salvador Trapani, el luthier y humorista que esta noche, a las 22, pondrá en escena La Royalle.

Y si bien durante febrero habrá actividades cada fin de semana --mañana, por caso, será el turno de Beatlove con su tributo a The Beatles--, las principales novedades llegarán en algunas semanas más. Una de ellas tendrá perfil comercial: en abril lanzarán una línea de cerveza propia, sumando otra oferta dentro del ascendente mercado artesanal en Rosario. Ya en relación a lo artístico, marzo marcará el lanzamiento de un ciclo aniversario que se llevará a cabo cada viernes, proponiendo acceso gratuito a los espectáculos.

"La intención es revalidar los 20 años --apunta Corradín--. Es probable que dentro del ciclo se reincorpore Salvador, estamos viendo la posibilidad de volver a juntar a Mimí Nervios y Marikena, y pensamos reflotar algunos de los emblemáticos shows de tango de los ciclos que se hicieron hasta el 2001. Después se vació un poco el movimiento tanguero, hasta la aparición de un nuevo movimiento. No es un bache casual el que se produjo entre 2001 y 2005, cuando los chicos más comprometidos con la música se fueron. Un poco buscamos revalidar a aquellos grupos. La intención es tener una oferta variada de géneros y de propuestas".

Diagramada por Qumbia Contenidos, bajo la supervisión de Corradín, la grilla buscará cumplir con un objetivo complejo: el de atraer a nuevos espectadores, tarea de difícil resolución según el análisis del empresario. "Lo que está ocurriendo con las estructuras comerciales tipo Berlín es que cada vez se hace cada vez menos rentable tener un espacio de un rubro determinado orientado hacia la producción artística --distingue--. Lo que no está apareciendo es el negocio, por eso también a la hora de replantear la temporada vemos éso: si sigo comunicando a Berlín como un espacio de espectáculos, estoy apuntando a un público que decrece. Si presento mi propuesta como de cervecería cultural, estoy capturando un nicho de mercado: un pibe de 20 o 22 años que quiere salir un viernes o sábado googlea dónde puede tomar cerveza artesanal, no qué espectáculo puede ver. Quedan jóvenes que consumen espectáculos, pero la realidad es que la cultura, y más la cultura rosarina, dejó de ser masiva".

En ese sentido, Corradín amplía: "No tenemos es capacidad de generar públicos. Y es una autocrítica a la que me sumo. De allí que el ciclo de los 20 años tiene que ver con generar un disparador para nuevos espectadores. Es una apuesta. Tiene que ver con pensar que el año es difícil para el asalariado, el empresario, el artista. En una temporada confusa, con un clima social enrarecido, el aporte tiene que ver con ésto: durante mucho tiempo pudimos hacer que la gente pague una entrada para ver un show, pero en el 96 cuando arrancamos hacíamos los shows sin cargo, entonces esto es volver sobre nuestros propios pasos".

Y si en el pasado las tablas de Berlín funcionaron como plataforma para que artistas como Trapani, Andrés Leyton, Raúl Bruschini o el grupo Camandulaje le dieran vuelo y trascendencia a sus obras, este ciclo aniversario, buscará emular aquellos tiempos: "Un poco lo que perseguimos tiene que ver con éso, con aparecer de nuevo con un lugar al que el artista le interese venir a actuar porque captura público y se posiciona con su show. Ojalá tenga la dicha de que este nuevo ciclo haga aparecer artistas de aquella magnitud. Ese es el desafío, el espíritu, encontrar cosas que sorprendan".