Las partes vitales, experiencias con jóvenes de las periferias es el título del libro que Juan Pablo Hudson escribió como una novela de no ficción, como un relato de su encuentro con chicos --primero-- en el Eempa del barrio Ludueña, y en talleres que fueron armando con ellos. Si bien se publicó a fines del año pasado, el libro se presentará hoy, a las 18.30, en COAD (Tucumán 2254). Con la presencia de Ezequiel Gatto, del Club de Investigaciones Urbanas (que también integra Hudson); Mario Santucho, editor de la revista Crisis; y Lucas Villca, del Bodegón Casa de Pocho, una de las organizaciones sociales del barrio Ludueña donde Hudson transcurre su militancia con jóvenes de sectores populares.

"Aún en medio de este grave conflicto social que sacude a las ciudades, sostener la pregunta sobre qué implica transgredir aquello que los mercados legales e ilegales (cada vez más entrelazados entre sí) e incluso las propias instituciones estatales, determinan como caminos ineludibles para los jóvenes, puede transformarse en un fundamento promisorio para construir una experiencia de co-investigación con ellos", dice en el epílogo Hudson, doctor en Ciencias Sociales de la UBA e investigador del Conicet.

Hudson se acerca a retazos de la historia de chicos con los que fue armando lazos en su trabajo en Ludueña. Por lo general, estos chicos son narrados por los discursos que los encasillan en algún estereotipo, ya sea negativo, como idealizado. En cambio, para Hudson la estrategia es bien diferente. "El libro más que hablar sobre los jóvenes, es sobre los encuentros con esos jóvenes --puntualiza--. Ahí marco una diferencia grande con otros tipos de textos. Los pibes no son objetos de estudio con los que yo compartí años. Se pueden compartir cuatro, cinco, diez años con los jóvenes, pero la operatoria de investigación, la mirada, siempre es como un objeto y después les atribuís propiedades, formas, sentidos. En mi caso, de lo que se habla es de ensayos, de encuentros, de proyectos en común".

Hudson relata esos encuentros y también los desencuentros. Están las historias trágicas, como la de Gabriel Aguirrez, asesinado a los 13 años después de una cargada futbolera tras un clásico entre Newell's y Central, el 20 de octubre de 2013, pero también esas historias donde las partes vitales de los pibes están volcadas a lugares menos predeterminados. "Me parece que cuando uno trabaja en estos territorios tan difíciles con la violencia como protagonista, está muy atento a que se cuiden, que armen algún tipo de proyecto personal, educativo y pierde de vista algunos movimientos que estos jóvenes hacen constantemente, que intentan sustraerse de los quilombos, de la explotación. Por ejemplo, Lautaro cuando me contaba que no estaba yendo a la escuela de barrio Ludueña, donde hacía un taller de electricidad, porque iba a un curso de cocina que le gustaba más, y que antes disfrutaba mucho de estar en el parque, en silencio, mirando las islas tranquilo. Primero no lo podía escuchar y después entendí que ahí había una transgresión", relató Hudson.

Por eso, uno de los grandes temas del libro es "las relaciones intergeneracionales y esa dificultad tan grande de construir un vínculo con pibes, mucho más con jóvenes de los sectores populares". Para él, ese es el gran desafío: "La escena temida hoy de los adultos que trabajan con jóvenes de barrios populares, es menos el bardo, sino que no te registren, que te ignoren, que te hagan sentir que no significás nada para ellos. Y eso es lo habitual, ahí hay que transformarse uno".