CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. LA MALA FE Y OTRAS OBRAS, DE LEONEL GIACOMETTO
Hay un subgénero del terror, horror of personality, que
no hubiera sido posible sin la obra de Freud. Allí
podrían situarse estas creaciones del dramaturgo rosarino.
¿Quién es el otro, y qué quiere de mí? En sus tres piezas teatrales reunidas en La mala fe y otras obras el dramaturgo rosarino Leonel Giacometto construye una atmósfera siniestra a partir de las ambiguas, enigmáticas, cambiantes o mortíferas respuestas que los personajes se dan (o retacean) entre sí a esas preguntas fundamentales.
Publicado por el sello local Baltasara Editora, La mala fe y otras obras se presenta mañana a las 19 en Mal de Archivo (Moreno 477). Se referirán al libro su autor, su editora Liliana Ruiz, la docente e investigadora Clide Tello (profesora en Letras por la Universidad Nacional de Rosario) y el director y dramaturgo Juan Hessel. Además, las actrices Claudia Schujman y Lara Todeschini interpretarán pasajes de las obras. Estas son, además de la del título, Arritmia y Todos los judíos fuera de Europa. El libro incluye un prólogo por Federico Irazábal, además de información sobre las puestas en escena.
Todos los judíos fuera de Europa (con su título que no deja lugar a dudas sobre el tema) es la primera pieza de la llamada Trilogía del nazismo, que en 2007 se representó con gran éxito de crítica bajo la dirección de Alejandro Ullúa. Además de producirse gracias a que ganó el Concurso Nacional de Producción Teatral del Instituto Nacional del Teatro, la obra obtuvo tres premios ACE (Temporada 2006/2007) de la Asociación de Cronistas del Espectáculo: Mejor Espectáculo de Teatro Off, Mejor actor en Espectáculo Off (Salo Pasik) y Revelación masculina del año (Alejo Ortiz). Le siguió Herr Klement, escrita en colaboración por Giacometto y Patricia Suárez y la tríada se cierra con una comedia negra de Suárez: Edgardo practica, Cósima hace magia.
Situada en Danzig bajo la ocupación alemana, la acción de la obra de Giacometto transcurre íntegramente en el gabinete de un profesor colaboracionista cuya conciencia moral es estrujada por fuerzas contradictorias. La víctima, Jan, se hace presente en toda su humanidad y sus afectos. La cercanía entre ambos en torno a un plan delirante evoca, quizás sin proponérselo, ciertas situaciones grises del terrorismo de Estado en Argentina previas a la guerra de Malvinas. Una matrona 100 por ciento nazi define la situación, trágicamente por supuesto.
La matrona es una figura clave. Como madre psicotizante, deposita su goce atroz en una hija adolescente en La mala fe; la reencontramos transmutada en anciana demente tras perder al hijo-falo en Arritmia. Hay un subgénero del terror, horror of personality, que no hubiera sido posible sin la exploración psicoanalítica freudiana. Allí podrían situarse (igual que varias de Harold Pinter) estas obras.
En dos de ellas, la matrona perversa sin fisuras (que bien podría estar siempre representada por una misma actriz) confronta a un hombre de quien quiere saber qué tesoro se trae oculto bajo la sotana (La mala fe) o por qué esconde a quien esconde. Ella ejerce la curiosidad infantil y encarna la ley del tirano. Presiona hasta que todo estalla, incluso la realidad misma, que deviene absurda. Este giro deconstructivista (notable en La mala fe) se acerca a las realidades mutables de la slipstream fiction, subgénero de la narrativa fantástica que pasa del realismo a lo fantástico sin aviso. En Arritmia, las dos Anas simétricas se hallan de entrada en una tierra de nadie, donde se borran los bordes del sueño y la locura.
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