Pañuelos para la historia es una obra que narra luchas compartidas, la militancia por memoria, verdad y justicia. Es, también, un documental que refleja una búsqueda por las raíces y, en ese camino, la denuncia siempre vigente sobre el terror que marcó un pasado en Argentina y que atraviesa al presente en Kurdistán. Nacida de una inquietud del periodista Alejandro Haddad, la obra fue tomando forma cuando éste conoció al realizador rosarino Nicolás Valentini en un encuentro de documentalistas realizado en Chaco. Allí nació un vínculo que se tradujo en el trabajo compartido en torno a una historia: el viaje que Nora Cortiñas, fundadora de Madres de Plaza de Mayo, realizó a Kurdistán para volver a reunirse con las Madres de la Paz, mujeres que sostienen un mismo camino de lucha en esa zona de conflicto. Esta noche, a las 20.30, el resultado de ese trabajo se proyectará en Cine El Cairo, en una función que contará con la presencia de Cortiñas, que será distinguida como visitante ilustre.

El film, que ya se proyectó en el Festival de Mar del Plata, recibió subsidios del Incaa y de Espacio Santafesino, programa de fomento del Ministerio de Innovación y Cultura que impulsó esta función gratuita en la sala de Santa Fe 1120. Una proyección que estará además impregnada por un carácter de homenaje a Haddad, quien falleció antes de la culminación del proyecto. "Alejandro fue el motor y corazón del documental. Para mí fue muy difícil poder terminar el proyecto sin él. Pero hubo varios amigos de Alejandro que me ayudaron, sobre todo Juan Mascaró del grupo Cine Maldito. Por suerte lo pude terminar, y la película termina con un homenaje a Alejandro. Y va a ser siempre un homenaje a él, porque tenía ascendencia Siria".

De hecho, fue la búsqueda que Haddad emprendió a Siria para trazar lazos con su origen lo que funcionó como disparador para el proyecto: en su viaje pudo palpar de cerca del padecimiento del pueblo kurdo, cuyo territorio está repartido bajo el dominio de Turquía, Siria, Iraq e Irán. Cuando Haddad relató la historia a Valentini, éste encontró puntos de contacto con la dictadura argentina, que obligó a sus padres a emigrar a España. La figura de Nora Cortiñas fue entonces un punto fuerte de contacto, una guía.

El documental se construye entonces a partir de un nuevo viaje de Cortiñas a Kurdistán, cuyo recorrido, encuentros y acciones se registran paso a paso. En ese camino, el asedio fue vivido de cerca por el equipo de realización, según relata Valentini: "Cuando fuimos con Nora teníamos un compañero de producción kurdo, Balsak Erdal, que hacía la parte de logística y producción junto con Alejandro. Mientras tanto yo me encargué de estar todo el tiempo con Nora, filmándola. Después de cuatro días, Alejandro vino y me dijo que lo estaba siguiendo la policía turca. Ahí hice un lazo mucho más fuerte, me remitió directamente a la dictadura, a tener un atisbo de lo que se puede llegar a sentir viviendo perseguido, controlado".

Por estos días, la represión del Estado turco se potencia bajo el pretexto de combatir a Isis, profundizando el sometimiento a los kurdos. "Se sabe que ya hay 17 mil desaparecidos, torturados y asesinados de Kurdistán --apunta Valentini--. Está prohibida su lengua, su cultura. Están esos recursos violentos de parte del Estado, en una historia muy similar a la nuestra en ciertos aspectos. Hay un sector que quiere aterrorizar a la población usando el poder del Estado. Lo que pasa es que, supuestamente, ellos están en democracia".

Las Madres de la Paz, en ese contexto, sostienen viva la memoria de sus hijas e hijos, en lo que Valentini entiende como una doble militancia: "El documental refleja que la mujer allá tiene una doble lucha, porque en su militancia política del día a día tienen que pelear por los derechos del pueblo kurdo y, a la vez, por sus derechos como mujeres. Y es muy particular también lo que pasa acá con las Madres, que son la bandera de los Derechos Humanos, enfrentando un mundo patriarcal que nos somete a todos".