CULTURA / ESPECTáCULOS › DOS OBRAS DE CARRI AL CEC
"Ana María presente", se lee, proyectado el nombre en torno a una luna circular en el piso y el "presente" impreso en la pared del gélido galpón del Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC, Paseo de las Artes y el río Paraná). Texto y proyección integran Punto impropio (2015), videoinstalación multicanal audiovisual de Albertina Carri.
"Queridas Andrea, Paula y Albertina", empieza la voz en off de la cineasta. A lo largo de los siguientes 42 minutos (una sesión ortodoxa de análisis, que recomienza en un bucle da capo a fine), se escuchará a la directora de Los rubios (2003) leyendo las cartas que su madre, Ana María Caruso, profesora de Literatura, les escribió y logró enviar a sus hijas desde el centro clandestino de detención que funcionaba en la comisaría de Villa Insuperable, luego de su secuestro por la dictadura junto al padre de Albertina, el sociólogo Roberto Carri; ambos militaban en Montoneros. Aquel tiempo "presente" de las cartas es 1977, el año en que Vicente Aleixandre ganó el Premio Nobel de Literatura, noticia que Ana María menciona en una de sus cartas.
"Todo esto es imprevisible y muy poco racional"; "No hay que hacerse muchas ilusiones"; "nos matan y eso es literal, nos boletean"; "Cuéntenme todo"; "Yo las extraño cada día más", son algunas frases de la madre que recomienda lecturas, instruye sobre compras de libros, pide artículos de tocador y comida en lata, inventa una cotidianeidad para sobrevivir al cautiverio. La letra es el único rastro corpóreo de su cuerpo, desaparecido por la dictadura al igual que el de Roberto. Los trazos de esas cartas se proyectan en el círculo, filmados al microscopio, entramadas las huellas de tinta con la pulpa del papel.
"Los restos de mis padres aún no han aparecido, tampoco ha sucedido el juicio por su secuestro y posterior desaparición forzada, todavía no se ha demostrado el homicidio. Yo ya soy mayor que ellos en el momento de su muerte", escribió Albertina Carri en el catálogo de la exposición El sonido recobrado, que pudo verse el año pasado en el Parque de la Memoria (sala PAyS). Dos de las instalaciones de aquella muestra vinieron al CEC de Rosario. Una es Punto impropio y la otra es Cine puro (2015), la proyección de una película encontrada en estado de grave deterioro en un galpón, cuyas manchas abstractas producto de los hongos se divisan al fondo de una gigantesca maraña tejida con más de diez mil metros de descartes de película en celuloide de 35mm. Las modas ya no tan nuevas de los outtakes y el found footage se combinan así en una escena alusiva a la dialéctica entre memoria y olvido: un homenaje (dice Carri) a las películas militantes desaparecidas. Otra presencia, la del autor Marcel Proust, sobrevuela estas vidas y obras.
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