CULTURA / ESPECTáCULOS › EL FARMER EN LA COMEDIA
› Por Edgardo Pérez Castillo
Adaptada en 2002 por Adrián Blanco, y protagonizada entonces por Esteban Massari, la novela El Farmer de Andrés Rivera volvió a escena el año pasado, cuando Pompeyo Audivert y Rodrigo de la Serna (foto) plasmaron una nueva relectura sobre esa obra que presenta a Juan Manuel de Rosas en su exilio en Inglaterra, a los 78 años, seis antes de su muerte. Recluido allí luego de su derrota en Caseros, El Restaurador subsiste como granjero en las afueras de Southampton, donde dispara sus reflexiones alucinadas, acosado por el frío y la soledad. En su adaptación, los actores interpretan a Rosas en dos momentos antagónicos de su historia, en un trabajo que excede el puro revisionismo histórico.
Así lo entiende de la Serna, que con este proyecto debuta además como director junto a Andrés Mangone y el propio Audivert. "En la obra se plantea una capa histórica e ideológica, pero esto va mucho más allá. Ya en el texto de Rivera se destila un carácter metafísico, con grandes temas, grandes problemas filosóficos. Y hay toda otra parte que va más allá", apunta el actor, que mañana y el sábado, a las 21, interpretará a un joven Rosas en La Comedia (Mitre y Ricardone), donde el sábado a las 11 brindará una charla abierta con Audivert (además, y en su rol de músico, el mismo día actuará junto a El Yotivenco en peatonal Córdoba y Corrientes, a las 13, y en el Olimpo de Corrientes y Mendoza, a medianoche).
A diferencia de aquella puesta de 2002 (a la que no tomaron como referencia, como tampoco a la interpretación que Gabriela Ditisheim realizó de El Farmer como parte de la obra Que paren los relojes, en 2003 en el Sportivo Teatral de Ricardo Bartís), Audivert y de la Serna interpretan al viejo caudillo en dos momentos antagónicos de su vida. "Los 25 años de exilio son un momento de Rosas que poco conocemos los argentinos --distingue de la Serna--. Esa recapitulación final de su vida creo que es un momento interesante para plantear una obra de teatro. El desdoblamiento de Rosas no es el joven y el viejo nada más, sino el físico y el espiritual. El personaje que encarno, el joven, es un cuerpo mitológico, el cuerpo sobrenatural, lo que va a quedar en la historia. Tiene esas características, ese gigante mitológico que es Rosas hoy. Y las distancias insondables que hay entre esos dos cuerpos, y las convergencias posibles. En ese tipo de tensiones se basa la puesta que pergeñamos con Pompeyo, que es quien tuvo esta idea de escindir a Rosas en dos cuerpos".
- Hablar del destierro de Rosas permitiría conectar con otros momentos políticos de la Argentina: el exilio político en los 70, el exilio económico a fines de los 80 o post 2001. La temática del destierro es atemporal, universal.
- Sí, por supuesto. Se me hace que el destierro de Rosas es de los más arquetípicos que podamos concebir. ¿Qué otro destierro tan tremendo como el de una persona tan arraigada a su tierra y sus tradiciones, enajenado de eso durante 25 años en la tierra del enemigo? Sin lugar a dudas se puede hacer también un paralelismo con la vida de Juan Perón. Aunque Perón pudo volver: Rosas se quedó allá, aislado y olvidado, se lo estigmatizó y demonizó muchísimo.
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