Domingo, 7 de agosto de 2016 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › EL REGRESO DE LA HISTORIETA MáS ROSARINA DE TODAS
Surgido en Rosario, Robinson Sosa vuelve en un libro integral. La historieta, con guión de Manuel Aranda y dibujos de El Tomi, devuelve un clima de época en una obra emblema. Edita el Centro Cultural Fontanarrosa y se presenta en Crack Bang Boom.
Por Leandro Arteaga
Si de navegar en tinta china se trata, hay una tríada: Langostino, Corto Maltés, Robinson Sosa. El último con el horizonte de aventura puesto por acá nomás, en el laguito del Parque Independencia. Pero con una imaginería abierta a maneras sorprendentes. Tanto como para querer volver a esas páginas que ahora el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa recupera en un libro integral, con motivo de la convención Crack Bang Boom. Robinson Sosa, la inolvidable historieta rosarina que Manuel Aranda y El Tomi publicaran en Risario, vuelve a navegar, con presentación el jueves próximo en el CCRF, a las 19.30, junto a las presencias de Aranda y Juan Sasturain.
"En realidad, se trata de una iniciativa de Rafael Ielpi --director del CCRF--, una persona que se preocupa por los valores culturales de la ciudad", comenta Aranda a Rosario/12. "Creo que esta historieta cumple con algo fundacional, porque es estrictamente rosarina, es una historia que transcurre en Rosario, en la isla del Parque Independencia, con un montón de íconos importantes de la ciudad. Así como durante la década del '70 La cebra a lunares pretendió ser una publicación que rastreara el humor de Rosario, Robinson Sosa es también emblemático; así lo entendió Ielpi y me propuso que juntemos todas las entregas para hacer un libro".
Tanto La cebra a lunares como Risario fueron dirigidas por Aranda, quien venía de participar en revistas como Tía Vicenta y Hortensia. La cebra... apareció en 1973, duró trece números y reunió humoristas como Héctor Beas, Napoleón, Maquiaveli, Sergio Kern, David Leiva, Pablo Colazo. Risario fue la de mayor trayectoria: 45 números, de 1980 a 1987. Bajo la dirección de Aranda, Jorge Santa María, David Leiva y Tomás D'Espósito Müller (El Tomi), la revista dio cabida a un grupo variopinto, entre quienes ya se colaban luminarias jóvenes como Max Cachimba y El Niño Rodríguez. Las historietas no faltaron: Un pobre gato en el país del Norte (Madrid), Irene y Roque (Javier Armentano), Marquimán! (Sergio Kern), Historias que degradan (Raúl Gómez), Rosario Año 2000 (El Tomi), Poxi Ran (Maus), Ofidio Lagunas (Manuel y David Leiva), Doña Rosa Río (Aranda y El Tomi).
Entre todas ellas, la que persiste en el recuerdo es Robinson Sosa, publicada a partir del número 2. Los avatares harán que la historieta conozca cambios de época y de ánimos. Entre sus episodios se sienten los estertores de la última dictadura, la melancolía gris del laguito, la rutina hogareña, las marcas de época (con nombres de comercios, políticos, artistas, periodistas), la música, la vuelta de la democracia, la partida de El Tomi a España. Ello no impidió que el dibujante prosiguiera las peripecias de Robinson y Jueves, su fiel compañero. Pero desde una lejanía que se siente triste, en tierras extrañas. Según ha señalado El Tomi: "La trama se basaba en un oficinista que quería abandonar el hastío de su laburo y viajar a Europa, pero no le alcanzó la guita más que para comprar un botecito de goma y cruzar el laguito artificial del parque Independencia".
Es increíble, por eso, cómo la vida de Robinson espejaba en la del propio dibujante, hoy vuelto un artista de prestigio internacional.
Por otra parte, una de las referencias editoriales que hicieran posible a Risario ha sido la revista Humor, "que era muy especial, sobre todo respecto de la época de la dictadura militar, donde Humor se transforma en una especie de tribuna", recuerda Aranda. "Tenía un correo del lector que iba modelando a la revista, le daba pautas. Humor las va tomando y conforma una publicación con tipos de muchísima calidad, llega a vender 300 mil ejemplares. Risario aparece en el '80, dentro de la dictadura, y también toma una postura política, de oposición, pero acá en Rosario, y sabemos que es muy difícil imponer un producto acá, creo que pasa en todos los rubros. Cuando hace unos años se generó con la música un boom rosarino, los que se fueron a Buenos Aires lo pudieron apuntalar y hacer una carrera importante, los que se quedaron acá no tanto. Así es la cosa".
- Robinson Sosa parece casi una metáfora del derrotero de los dibujantes rosarinos, necesitados de irse, de trabajar en otra parte.
- La decisión de Robinson de irse a la isla tiene mucho que ver con esto de que hay que emigrar de Rosario para poder trabajar. Yo decía una vez que hasta la corriente del río nos lleva para Buenos Aires; si estás en La Florida y te descuidás haciendo la plancha, podés aparecer frente a la cancha de River. Es como un anticipo el de Robinson, yéndose. Pero bueno, algunos capos como el Negro Fontanarrosa no se fueron nunca de Rosario y pudieron hacer su obra desde acá.
- Pero tenía que publicar en Clarín. Los medios gráficos de la ciudad suelen ser ingratos.
- En la ciudad, los dibujantes tenemos muy pocos espacios para trabajar. Por eso, este hecho de que el Fontanarrosa, con la dirección del Negro Ielpi, haya decidido hacer un libro dedicado a Robinson Sosa es todo un acontecimiento.
- ¿Y qué es lo que daba vueltas por su cabeza al momento de hacer Robinson Sosa?
- Con El Tomi nos conocimos en una agencia de publicidad y yo vi que en él había un dibujante muy importante. La historieta a mí me daba un poco de temor, siempre trabajé más en el dibujo unitario o en la tira, y le propuse hacer algunas cosas. Con El Tomi tenemos un buen entendimiento, aunque soy diez años más grande que él y que la mayoría de los chicos que estaban en Risario. Lo que pasa es que él me corre para el lado que disparo y yo lo corro para el lado que dispara él. Además, sé las cosas que le gusta dibujar y trato de llevar los guiones por ahí.
Si bien Robinson Sosa será testigo del derrotero plástico y de vida de sus autores, la relación creativa no dejó de proliferar. El propio Manuel Aranda recuerda un trabajo reciente y premiado, sin repercusión en la ciudad: "Con El Tomi ganamos un concurso muy importante en 2015, y acá nadie le dio bola". El trabajo al que alude Aranda es El gringo, basado en el cuento "Con Gringo", de Haroldo Conti, ganador del VI Premio Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. "Iba a publicarse en un libro, junto a las otras dos historietas ganadoras, pero con el cambio de gobierno el tema desapareció. Luego (Juan) Sasturain decidió publicarlo en Fierro (en el #112). No tuvo ningún eco en Rosario, si bien una revista hizo una nota. Por eso dije una vez que ser rosarino es un chiste del destino y se me armó un lío bárbaro, pero luego algunos reconocieron que pasan algunas cosas muy raras acá".
- Es curioso cómo a través de los capítulos, Robinson Sosa adquiere un rumbo imprevisto, desde el argumento y el dibujo.
- Lo que pasa es que El Tomi va haciendo también su proceso como dibujante, va cambiando entre entrega y entrega, y cuando empieza a mandar las páginas desde Europa, las comienza a guionar él. Ahí aparece esta cosa del realismo mágico con la que a él le gusta jugar, sobre todo en el episodio del mate y la bombilla que vuela (de alusión a las Madres de Plaza de Mayo y los combatientes de Malvinas). Yo soy mucho más terrenal en las cosas que hago, y hasta por ahí más político, pero él tiene un vuelo poético que lo ubica muy cerca de García Márquez, a quien admira mucho.
- ¿Hubo alguna devolución de parte de los lectores hacia la historieta?
- Sí, de algún modo. Teníamos un correo del lector que reflejaba el interés de mucha gente por estas cosas locales, pero no fue mayoritario. A veces me encuentro con gente que me dice por qué dejamos de sacar Risario. Yo les pregunto: ¿vos la comprabas? No. Y bueno, la dejamos de sacar por eso. Es muy complicado hacer a pulmón una revista en Rosario y más complicado una revista de humor. Porque vas chocando con mucho problema, sobre todo económico, y vas perdiendo el humor. Y vas cambiando el staff porque la gente aguanta dos o tres números y cuando no hay un mango se cansa.
De todas maneras, los mangos no serán demasiados si de lo que se trata es de tener completa una de las historietas emblema de la producción local. Auténticamente rosarina. No hay ejemplos fáciles de emparejar. Robinson Sosa y Jueves siguen todavía en el laguito, escuchando el tintinear de la lluvia. A veces, se escapan a tomar un café, una cerveza, en ese bar que todos conocen, pero que el dibujo de El Tomi radiografía como si se tratara de un viaje en el tiempo, todavía posible.
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