Viernes, 13 de octubre de 2006 | Hoy
El provocador artista multimedia Albert Pla, es tan difícil de encasillar como de entrevistar. Rosario/12 asumió el desafío y logró sacarle al catalán definiciones sobre su obra.
Por Edgardo Pérez Castillo
Es cierto que, en un primer momento, entrevistar a Albert Pla puede resultar un auténtico fastidio. Porque, en contraposición con la locuacidad con la que impregna a su obra, el catalán esquiva toda posible verborragia al momento de definir a sus creaciones, situándose más bien al borde de lo monosilábico. Sin embargo, esa ausencia de expresividad en las entrevistas es la que obliga a sumergirse en su producción para comprender los elogios que acompañan a sus realizaciones. O bien repasar las reseñas que la crítica hace de ellas porque, de hecho, su reciente Vida y milagros es la primera que se edita en la Argentina. A pesar de ello, no será la doble publicación de compacto y Dvd (editada por Sony BMG) la que Pla presente esta noche en el Centro Cultural Parque de España, espacio al que arribará a las 21.30 para estrenar su espectáculo multimedia El malo de la película.
Un proyecto que tuvo su génesis en un proceso de corte didáctico, según delineó Pla en su sintético (aunque siempre cordial) diálogo con Rosario/12: "Empezamos a hacer la obra medio jugando con la computadora, aprendiendo a hacer funcionar en la computadora unos programas de montaje y de audio. Así estuvimos hasta que nos salió la obra". En su juego, Pla contó con la participación de Judit Farrés, que en este nuevo proyecto aporta desde lo musical y actoral. Mientras tanto, el concepto de juego parece atravesar cada proceso creativo de Pla, que admite: "Todo lo que acabo presentando siempre empieza si no para divertirme, al menos para no aburrirme".
Así, en su último juego terminó delineando un espectáculo que le apunta a los procesos de desmedida urbanización. En la obra, el catalán se pone en el papel de un abogado que trabaja para una multinacional inmobiliaria y que tiene como objetivo convertir a una "recóndita e idílica zona rural en un polígono industrial". Quizás el hecho de que Pla haya vivido "siempre en el campo", sea uno de los factores que contribuyera a esa crítica, aunque si algo es claro es que ese contexto de tranquilidad campestre en nada influyó con la necesidad del joven Albert de expresarse artísticamente. "Eso ya me vino un poco de mayor. Yo empecé a cantar a los 22 años, la verdad que por casualidad. Fue en un concurso que empecé a cantar", recordó, y admitió: "Subí al escenario y cuando bajé ya era profesional, ya empecé a tener actuaciones. No fue una ardua carrera".
En su trayectoria, la aparición de lo teatral demoraría algún tiempo, sumándose a los intereses de un artista que en su nueva obra incorpora además la proyección de los trabajos actorales realizados por los directores españoles Juanma Bajo Ulloa (Airbag, Frágil), Cesc Gai (Krámpac) y Joaquín Jordá (Un cuerpo en el bosque, Monos como Becky). "Eso surgió porque tenemos cierta amistad con alguno de ellos. Nos hacía falta algún actor, y yo pensé que era mejor llamarlos a ellos, que sabían dirigir. Como yo estaba aprendiendo un poco, de paso me echaron una mano. Y en mayor o menor medida terminaron participando de la obra", minimizó.
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