Miércoles, 18 de octubre de 2006 | Hoy
La poetisa mexicana Natalia Toledo participará de la jornada de apertura del Festival Internacional de Poesía de Rosario.
Por Fernanda González Cortiñas
"Canto, río y sueño en zapoteco", dice Natalia Toledo, la poetisa mexicana que participará de la jornada de apertura del XIV Festival Internacional de Poesía de Rosario. En una actividad de extensión titulada "La importancia de la lengua y la cultura propia en la expresión poética" que se desarrollará hoy, a partir de las 19.30, en Icaro Artes (1º de Mayo 1117), Toledo dialogará con los asistentes sobre su trabajo y leerá algunos poemas de su vasta producción, escrita mayormente en su lengua materna: el zapoteco.
Nacida en Juchitán, Oaxaca, en 1967, Natalia es hija de Francisco Toledo, sin duda el pintor vivo más importante de su país, autor entre otras obras, de las maravillosas imágenes que ilustraron el Manual de Zoología Fantástica, de Jorge Luis Borges. Pero sin renegar de la estrella paterna --su más reciente y laureado libro, Guendaguti ñee sisi (La muerte pies ligeros) está ilustrado por él-- Natalia se ha ganado fama en su país por mérito propio. Y largamente. En 2004 su trabajo Guie' yaase' (Olivo negro) obtuvo el máximo galardón con el México premia a sus letras: el Nezahualcóyotl de Literatura.
"Me gusta lo desconocido", dice Toledo en diálogo con Rosario/12 a propósito de ésta, su primera visita a la ciudad. "Me gusta sorprender y que mi trabajo y yo seamos un signo de interrogación para el público de Rosario. Ya les hablaré de la cultura zapoteca, ya escucharán su melodía".
--¿Cuáles son los temas fundamentales en su poesía?
--Pienso que mi poesía es íntima, personal. Sin embargo nadie es completamente íntimo ni personal; nadie es ajeno al mundo y a su comunidad. Pero si tuviera que definirla temáticamente diría que mi poesía tiene mucho que ver con mi infancia en Juchitán, que es donde nací y viví hasta los ocho años. Y aunque desde entonces (ahora tengo 38) vivo en el DF, esos recuerdos son muy fuertes. Por eso siempre he tenido necesidad de volver ahí, a mis raíces. Y escribir sobre eso es un poco ir allí; volver a esos lugares a través de la palabra. Sin embargo, en esos viajes a veces oníricos, a veces reales, también hay crítica. Hablo de lo que significa vivir en un lugar con un idioma distinto, con una forma de comer, de curar, de festejar, distinta. Juchitán es mi paraíso perdido, el paraíso de la niña que fui.
--Naturalmente la poesía tiene un público acotado, ¿no cree que al escribir en zapoteco lo estrecha aún más?
--Al contrario, lo multiplico. Todos los escritores de lenguas indígenas en México escribimos en forma bilingüe. Gracias a eso nos lee la gente que habla español, pero también los que hablan únicamente zapoteco, que son más de un millón en mi país. Quizá por que suena exótico, quizá por empatía con la causa indígena, la cuestión es que nuestro trabajo tiene buena repercusión, y no sólo en México. Los pueblos originarios son el corazón de mi país, y creo que la reivindicación de nuestras raíces, para un país que vive tan cerca de una potencia que como los Estados Unidos, siempre quieren imponer su personalidad a las naciones más pequeñas, nos hace más fuertes.
--En este sentido, ¿qué rol le adjudica a los intelectuales?
--Creo que en la tarea de convencer acerca de la importancia de la reivindicación de estas banderas, a los poetas indígenas nos corresponde procurarnos una calidad en lo que hacemos. Somos nosotros quienes debemos demostrar que hay ahí una voz genuina, una cultura real y profunda.
Amén de la presentación de Natalia Toledo, el programa de este primer día del FIPR comenzará a las 17, en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia (San Martín 1080) con el acto de apertura y un homenaje a César Fernández Moreno, a quien está dedicado el encuentro. Luego, a partir de las 19.30 habrá mesas de lectura.
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