La cifra es de por sí elocuente: nada menos que 155 fotógrafos/as muestran sus obras en el Centro de Expresiones Contemporáneas hasta el 29 de octubre. Si además se agregan las charlas y videos, los talleres de producción colectiva, el diálogo permanente, la buena calidad, el sutil catálogo, el impecable montaje y la impresionante convocatoria de público, la tercera edición de "La Colectiva" es lo mejor que le ha pasado a la fotografía rosarina en muchos años.

¿Qué pasó? ¿Qué falló, para que todo salga tan bien? Rosario/12 fue y se lo preguntó al fotógrafo Luis Vignoli, incansable y modestísima persona que niega para sí todo título de gestor, curador o cosa que se le parezca. A pesar de ser autor del diseño de montaje de la muestra y, a la vez, impulsor y cronista del proyecto que la respalda, Luis prefiere dar el protagonismo a la movida colectiva de todos los que se han venido sumando en estos tres años de trabajo. "Este año redoblamos la apuesta", dice. Pero costó arrancarle que sí, en efecto, fue él el de la idea.

La idea se le ocurrió después de participar en una clínica de obra en Buenos Aires, donde el diálogo acerca de las fotos que presentaba cada uno se daba en un pie de igualdad entre todos los autores, sin que ningún docente impusiera una autoridad superior a la del resto del grupo. De inmediato él importó este procedimiento a Rosario, dando origen a lo que luego se llamaría "la CACHO", siglas de "Clínica Abierta, Colectiva y Horizontal".

La democracia directa de "La Colectiva" permite que hoy coexistan los que cuelgan su primera muestra con artistas y fotógrafos profesionales. Diez coordinadores se repartieron la curaduría de la muestra, cada uno a cargo de unos quince autores. La totalidad de las obras sólo pudo verse el día de la inauguración. La coherencia entre tanta heterogeneidad estuvo dada por pautas de montaje consensuadas en el grupo: un horizonte de mirada de un metro y medio de alto, ninguna división en secciones o categorías.

Esto no se dio de un día para el otro: las reuniones de la CACHO se vienen sucediendo ininterrumpidamente desde marzo de este año, acompañadas de un relato detallado que puede leerse en el blog de Luis, fotografosrosarinos.blogspot.com. El espacio es abierto y fluctúan los participantes, pero el colectivo siempre creció. Lo que se logró fue lo que se pretendía: generar a través del intercambio de saberes, opiniones y experiencias la producción colectiva de un pensamiento fotográfico, capaz de concebir la foto no como objeto técnico sino como un proceso más complejo, que la conecta con otras tradiciones dentro de las artes. "Abrir la cabeza, no quedarse en el cuadrito", resume Luis. Lejos quedó la imagen individualista del fotógrafo solitario, alquimista celoso de sus secretos técnicos. "¿Secretos? ¿Qué secretos? Esto podía ser así en los tiempos en que cada uno preparaba su revelador. Ahora, todos usamos los mismos programas de software, copiamos en los mismos papeles".

"La colectiva" es un logro que va más allá de lo fotográfico y estético para proyectarse a zonas más profundas de lo colectivo. Sin duda marcará un hito en el campo de lo posible, y será ejemplo para otras disciplinas creativas en la ciudad.