Domingo, 3 de diciembre de 2006 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › "MUJERES SOÑANDO CASTAÑA", DEL GRUPO POLICROMATICO
Con elementos que abrevan en el kischt y lo naif, la obra dirigida
por Lorena Rey propone algunos pasajes de humor para el público
femenino, en una estructura dramática que adolece de profundidad.
Por Julio Cejas
Sobre lo femenino pareciera no estar todo dicho, por lo menos eso es lo que se proponen demostrar las integrantes del recientemente creado grupo Policromático con su obra Mujeres soñando Castaña, dirigida por Lorena Rey. El título que pareciera remitir a una de las obras argentinas más emblemáticas del teatro de los últimos años, Mujeres soñaron caballos de Daniel Veronese, no tiene ningún punto de contacto con la misma por lo que resulta inútil cualquier tipo de asociación. Es una de las primeras preguntas que podemos plantearnos a la hora de pensar que en las artes escénicas nada está puesto caprichosamente y por el contrario las referencias intertextuales siempre tienen una intencionalidad de la cual se aprovechan los creadores.
En todo caso, en este primer trabajo del grupo Policromático tampoco puede pensarse en que se trata de un grupo de mujeres que sueñan con el popular cantante Cacho Castaña, cuyo afiche es lo primero que el espectador se encuentra en escena. Despejada la incógnita de que se trata de tres mujeres que ni sueñan con caballos ni con Cacho Castaña, nos desayunamos que los sueños son propios, es decir nos van a contar sus propios sueños.
Tres mujeres mimetizadas entre los espectadores, tres mujeres ataviadas con esperpénticos trajes de colores más cercanas a muñecas dispuestas a jugar un juego de adultos. Una voz en off nos describe ciertos aspectos de estas mujeres con ribetes sombríos que van desde rasgos sadomasoquistas, pasando por inclinaciones cercanas a la zoofilia y una galería de perversiones varias que se mixturan con tiernos registros infantiles.
La angustia, la soledad y el misticismo aparecen retratados con la exacerbación de quienes han perdido el control de sus hilos y de allí esa especie de movimientos parecidos a marionetas que se expanden y contraen para caer presas de sus propios traumas.
La obra va de lo kischt a lo naif y, por momentos, el viraje al absurdo propone pasajes de cierto humor que disfruta sobre todo el público femenino que se siente cómplice de algunos guiños. Un trabajo que cuenta con los variados registros de actuación de tres actrices como Erica Aguirre, Viky Almagro, Anabel Martín, que tratan de superar los intersticios de una dramaturgia hilvanada débilmente en base a improvisaciones previas.
En todo caso, el tema es demasiado ambicioso y muy trabajado desde distintas ópticas estéticas a lo largo de los últimos años en todas las artes escénicas y requiere de algo novedoso en las formas para poder sorprendernos. Los itinerarios de las actrices siguen todavía en un estado de evidente experimentación y los textos, escritos por la propia directora Lorena Rey y por la actriz Anabel Martín, no alcanzan a construir una estructura dramática contenedora para poder desarrollar la profundidad que estos personajes se merecen.
Una propuesta que nos hace reflexionar acerca de la importancia de la dramaturgia a la hora de evaluar el resultado final de una propuesta escénica, independientemente de los buenos disparadores que la generen.
Mujeres soñando Castaña cuenta con la participación de Ana Julia Manaker, Virginia Chouhy, Alisa Lein en el diseño del vestuario; mientras que Jorgelina Velásquez fue la responsable de la confección del mismo; Natalia Leggio y Ignacio Cabral se ocuparon de la técnica y Emiliano Cattaneo de la voz en off.
(La obra que dirige Lorena Rey se puede ver todos los viernes a las 22 horas en la nueva Sala de La Peripecia de calle Mendoza 1066)
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