CULTURA / ESPECTáCULOS
Así explica Betina González el nacimiento de su novela "Arte menor", ganadora del premio Clarín y una plataforma de lanzamiento excepcional para esta joven escritora argentina que vive en Estados Unidos. Los elogios que le prodigaron José Saramago y la española Rosa Montero.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Cuando, allá por el 2003, Betina González emigró a los Estados Unidos con el objetivo de lograr su maestría en Creación Literaria, la licenciada en Ciencias de la Comunicación de la UBA se encontró con la posibilidad de profundizar su trabajo con Arte menor, la novela que ya había comenzado a esbozar en su rutina de escritura diaria. Así, a lo largo de dos años, e incluyendo en ese período fructíferas visitas a la Argentina, González completó una historia que lograría relevancia inmediata luego de que fuera designada como la ganadora del Premio Clarín de Novela 2006. De paso por la ciudad para presentar formalmente su obra, González dialogó con Rosario/12 y reconoció que Arte menor encuentra en la mentira y la memoria sus temáticas centrales, pero que también la soledad impregna las líneas de una novela en la que su autora cede protagonismo sanamente a sus propios personajes.
"A mí me funcionan mucho los personajes a partir de su voz. Más si los uso como narradores, en primera persona. Ellos van llevando la novela y no es que yo no tenga control, sino que entro en ese ritmo y me parece que funciona, entonces soy fiel a ese ritmo", explicó. En Arte menor, la voz es la de Claudia Gemelli, quien a través de la búsqueda de testimonios sobre su padre descubre una intención de recuperación de una figura paterna ausente. "Es para llenar una ausencia, es un modo de llenar un hueco", admitió González, para de inmediato distinguir: "Pero también al abandonarla, ella tiene un correlato, que es el de la madre. Ella crece con el relato y la versión de la madre, resentido, cínico, muy unívoco, que habla de un padre sin matices, entonces su ansiedad funciona por contraste con ese relato".
- De todas maneras Claudia no se aferra a precisiones históricas en los relatos, en algún punto busca un relato que la satisfaga.
- Sí, que la conecte, como una cosa más íntima. No le preocupa corroborar fechas o lugares para ver si Nina, la bailarina, o la otra amante de su padre le están diciendo la verdad en el sentido de los hechos. Le interesa la percepción humana, cómo puede ser que Nina, esta mujer refinada que pertenece a una clase más alta, vio tantas cualidades en su padre que su madre no vio, le interesa más éso.
- En algún punto Arte menor toca también el tema de la soledad. Nina, por ejemplo, resulta ser una mujer sola.
- Sí, y a su manera la narradora también, porque tiene una vida bastante plana. Esta búsqueda es su pequeña obsesión, pero si te fijás los espacios en los que ella aparece, su trabajo, la vida con su pareja, la muestran no angustiada, pero sí como a una persona bastante reflexiva, bastante para adentro. Entonces la soledad está bastante en la novela. Pero no es una temática que me plantee tratar, sino que fue pasando. Me interesaba más el tema de la memoria y de las versiones. Para mí la idea de la novela vino a partir de pensar en la crueldad de los objetos. Cuando te morís los objetos te van a sobrevivir, tu ropa, tus libros, tus cosas, y pensar en eso me parece súper cruel. De ahí salió la idea de la obra como un objeto que te sobrevive. Esa era la temática de la novela, la soledad fue apareciendo un poco inconscientemente, y es verdad, todos los personajes que ella va viendo están solos.
- La novela tiene un tono muy barrial, argentino. ¿Durante la escritura de la obra en Estados Unidos sentía la necesidad de regresara a la Argentina para continuar con la escritura?
- La verdad no me puse a pensar si las necesitaba, capaz que de no haberlas tenido las hubiera necesitado. Pero sí es cierto que estando allá, escribiendo por ejemplo la trayectoria de un tren, tenía que apelar mucho a mi memoria, y tuve que trabajar con mucho recuerdo mío. Tal vez si hubiera escrito toda la novela acá me hubiera podido despegar un poco de mí misma, no incluir tanto mi percepción, mi sentimiento del barrio. En parte por estar lejos me salió más biográfica en eso.
- Tratándose de una novela que habla de la memoria es un proceso interesante.
- Totalmente. No lo pensé en el momento, pero llenó también un hueco mío. Cuando estás afuera te agarra esa angustia de olvidarte, de esquinas, de lugares, de gente y de cosas, entonces trabajar con eso en la escritura cumplió también una función para mí.
Ante ese contorno de cotidianeidades, Arte menor resulta una obra tangible, permeable a la apropiación del lector. Un segmento al que González entiende como amplio y sin distinciones: "Está buenísimo para un escritor que te lea todo el mundo. Sé que hay escritores que apuntan a públicos de elite, pero a mí no me interesa eso. Esta idea del culto no me engancha, me sirve ver que la gente, cualquier persona con cualquier profesión, encuentra algo en el libro para rescatar y comentar".
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