Domingo, 7 de enero de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LO QUE DEJO EL 2006 EN LOS ESCENARIOS DE LA ROSARIO DE LOS BOOM
Parece haber llegado la hora de preguntarse si el diseño cultural de estos tiempos incluye a la mayoría de las propuestas de teatro que en Rosario siguen sin encontrar espectadores que legitimen una producción perseverante más allá de los resultados, y también sobre la cada vez más debilitada infraestructura de salas adecuadas para esas propuestas. Todo en el marco de una ciudad que apostó a posicionarse de una manera bastante compulsiva en el concierto de las grandes capitales de la cultura.
Por Julio Cejas
El año pasado a esta altura de las reflexiones acerca de un año más de actividad teatral local hacíamos referencia desde esta sección, a una situación que ya comienza a consolidarse y que tiene que ver con el diseño que va adoptando esta ciudad a la luz de las nuevas políticas culturales.
"Contrastando -decíamos en el balance anterior- con el publicitado perfil de una ciudad que se expande y se abre al turismo nacional, en general la realidad del movimiento teatral rosarino de los últimos años, no pareciera beneficiarse con la afluencia de nuevos espectadores ni mucho menos con proyectos de producción que garanticen un desarrollo profesional de la actividad". Retomando este camino no se puede pensar una evaluación de lo visto este año en materia teatral sin tener en cuenta los parámetros que se viene dando una ciudad que ha apostado a posicionarse de una manera bastante compulsiva en el concierto de las grandes capitales internacionales de la cultura.
En todo caso habría que preguntarse si el diseño cultural de estos tiempos incluye a la mayoría de las propuestas de teatro que en Rosario siguen sin encontrar espectadores que legitimen una producción perseverante más allá de los resultados, cuando no a la cada vez más debilitada infraestructura de salas adecuadas para esas propuestas.
Si se tiene en cuenta el cambio de rostro que Rosario presenta para los visitantes que llegan desde distintas zonas de dentro y fuera del país para comprobar "el milagro rosarino", estaríamos en condiciones más que óptimas para llenar esas salas y promocionar los trabajos de los grupos locales.
Más allá de los auspiciosos intentos por subsidiar y apoyar en parte la actividad teatral rosarina, los tradicionales organismos oficiales no pueden desequilibrar el poderoso circuito del mercado del espectáculo que es el que está mejor posicionado a la hora de ofrecer sus productos.
La producción de la mayoría de los elencos rosarinos que debe sortear los inconvenientes de una cartelera que debe ajustarse a los requerimientos de las acotadas salas que sostienen la actividad, resulta cada año con menos posibilidades de sostenerse. Si a esto se le suma el carácter experimental de estas producciones; pensadas en muchos casos para un acotado sector de espectadores; se completa un panorama que no deja mucho margen para ampliar las perspectivas de difusión y proyección profesional.
Por otro lado el "boom rosarino" ha generado tantas expectativas en los turistas que visitan la ciudad, que bien se podría pensar en un potencial espectador que levante las marcas de las debilitadas taquillas locales.
La realidad indica todo lo contrario, a diferencia de otras capitales como Buenos Aires o Córdoba donde la oferta de espectáculos va desde una amplia franja que incluye lo comercial y el llamado "off", en Rosario los visitantes sólo son tentados por salas como el Broadway o en menor proporción El Círculo y la Fundación Astengo, o La Comedia cuando se programa algún producto de renombre.
En la última Fiesta Nacional del Teatro organizada por el Instituto Nacional del Teatro en la ciudad autónoma de Buenos Aires, esta realidad demostró el desfasaje que existe entre las salas medianas de esa ciudad y las de Rosario. En todo caso, la capacidad y el confort que deberían considerarse a la hora de ofrecer producciones importantes es un tema que tiene que ver con lo económico y con el criterio de los responsables de esos lugares.
Las salas teatrales de Rosario en su mayoría cuentan con el apoyo del INT y esto no siempre asegura el buen funcionamiento de las mismas ni la posibilidad que desaparezcan como ocurrió el año pasado con La Morada, El Rayo, el Invisible Galpón y el Centro Cultural La Peripecia; dos espacios recientemente inaugurados. En todo caso con el mismo fervor con que se invita a visitar a una ciudad que ofrece múltiples eventos científicos y culturales, debería alentarse la preservación y el mejoramiento de las pequeñas salas teatrales que deberían estar a la altura de los requerimientos de los visitantes.
Pero antes que nada correspondería preguntar a los responsables de las Areas Culturales de la Municipalidad y de la Provincia cuál es el circuito que se pretende mostrar a los turistas. Qué promoción se hace en la nueva y sofisticada cadena hotelera con ribetes internacionales, de los auténticos productos teatrales generados por los artistas locales. Qué información tiene el contingente que llega desde distintos puntos del país o los extranjeros que nos visitan; de los lugares donde hace años se viene haciendo un teatro al que desconoce la mayoría de los habitantes de esta ciudad. En todo caso, qué tipo de difusión se realiza a través de los tradicionales medios de comunicación rosarinos, me refiero a los medios masivos y consagrados por los propios rosarinos.
En ese sentido el criterio de estos medios ha sido históricamente difundir el trabajo de los artistas rosarinos cuando estos son aclamados y reconocidos fuera de esta ciudad. Hasta el momento ninguna gestión oficial pensó seriamente en generar un espacio alternativo en los canales de televisión de aire para que la gente se entere de la enorme cantidad de artistas que hace años trabajan en el teatro local. Un solo programa viene dando cuenta de esto, hace dos años y se emite por un canal de cable y es la iniciativa personal del periodista Miguel Passarini.
Ese programa, "Puro Teatro", es un modelo que bien podría ampliarse a los canales de aire y de esta manera conectar a los hacedores locales con esa gran cantidad de televidentes que desconocen que aquí también se hace buen teatro y que algunos artistas rosarinos podrían superar con su talento el pavoroso estado de algunos programas de la televisión local.
Una vez más el tema de la difusión, una vez más el tema de generar espacios para que la gente consulte la cartelera y reconozca nombres de artistas que le merecen confianza. Porque lamentablemente el público en su gran mayoría sigue cautivo de lo mediático, muchos consideran que pagar una entrada de un espectáculo donde actúen artistas consagrados es siempre una buena inversión.
Hace algunos años pagar una entrada barata de las que se pagan en las salas no comerciales para ver al actor Luis Machín, uno de los tantos desconocidos de Rosario, era poco menos que una empresa temeraria.
Hoy nadie dudaría en pagar una buena entrada para ver en teatro al reconocido protagonista de las exitosas "Padre Coraje" o "Montecristo" y mucho más sabiendo que "es de acá". En todo caso mucha gente comienza haciendo teatro en Rosario como un paso previo para lanzarse a la ciudad que realmente le dará prestigio y valorará su trabajo; por lo menos hay algunos contados casos donde esta regla se confirma.
La reflexión entonces es simple, la mejor manera de proteger o subsidiar la actividad local es defendiendo la posibilidad que tienen los creadores de ser reconocidos en el propio lugar donde estudiaron y pretenden concretar sus sueños. Después el publico decidirá a quiénes premia con su aplauso o con su indiferencia; pero antes deberá ser estimulado para conocer lo que se está gestando en su propia ciudad.
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