Lun 08.01.2007
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › EL FUTURO DEL MUNDO SEGUN ALFONSO CUARON

Triste, adulto y condenado

› Por Leandro Arteaga

NIÑOS DEL HOMBRE (Children of Men) 10 puntos

Inglaterra/EEUU, 2006

Dirección: Alfonso Cuarón.

Guión: A. Cuarón, Timothy Sexton, David Arata, Mark Fergus, Hawk Ostby, a partir de la novela de P.D. James.

Fotografía: Emmanuel Lubezky.

Montaje: Alfonso Cuarón, Alex Rodríguez.

Música: John Tavener.

Intérpretes: Clive Owen, Michael Caine, Julianne Moore, Claire﷓Hope Ashitey, Chiwetel Ejiofor, Peter Mullan.

Duración: 109 minutos.

Año 2027. Hubo una plaga. Y la humanidad perdió su fertilidad. Pero, de todos modos, Inglaterra sabe cómo perseverar. Así es que acentúa su política de detección y expulsión de refugiados. Que vivan en ghettos. Como ratas. Y que sean exterminados como tales. A la plaga, claro está, es preciso identificarla.

El mundo se ha ido al infierno. Y Theo (Clive Owen), sin entender muy bien cómo, se ve envuelto en una tarea de cuidado, de protección, de salvación. Primero es secuestrado por una célula de carácter terrorista. ¿O revolucionario? Los fines no son muy claros. Lo que sí queda claro es que el gobierno ha explicitado, de una vez por todas, su política de mano dura. El ciudadano medio, y gris, sigue mientras tanto atento a las estupideces de la estrella más joven de la televisión.

Oculto en la soledad de su cabaña, Jasper (Michael Caine) vive sus últimos años de sueños zen, de rock, y de psicodelia. Lo acompaña su mujer, postrada en silla de ruedas, a la que ama con su alma. El reducto de Jasper pareciera ser el último rincón de un planeta que se ha roto, en el que no se ríe, en el que no se besa. La música lo acompaña. También la sensibilidad.

El film nos hunde en un precipicio cada vez mayor. No hay niños. Pero sí hay balas, segregación, hambre, destrucción, tortura, violencia. Ninguna de las imágenes o situaciones de Niños del hombre es arbitraria: los cadáveres son utilizados como mártires para las llamas de revueltas ciegas y fundamentalistas; y las celdas para los llamados fugi son idénticas a las de los campos de tortura norteamericanos.

El notable film de Alfonso Cuarón (alguien que, por mexicano, algo conoce del trato entre norteamericanos y chicanos) dibuja un mundo de inertes mentales, que buscan el consuelo del fanatismo religioso o el del consumismo publicitario. En tanto, un gobierno de presencia fantasmática es el que digita, mata y manipula.

El llanto y la risa de la vida que nace ya han caído en el olvido. Y aún cuando ello sea capaz de detener la locura autodestructiva, sólo lo hará por un momento. Por eso es que Theo, nombre de reminiscencia divina, cuidará con su vida de aquello en lo que se anima todavía a creer.

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