Miércoles, 17 de enero de 2007 | Hoy
Fabricio Simeoni es una de las voces fuertes entre los nuevos
poetas de Rosario. Aquí habla de sus comienzos, de sus libros
y de los proyectos que son de un carácter más multimedial.
Por Edgardo Pérez Castillo
Distinguido semanas atrás como escritor y periodista de la Provincia de Santa Fe, Fabricio Simeoni es una de las voces fuertes del nuevo movimiento poético rosarino. De hecho, sus obras trascienden el aspecto literario convencional para transformarse en ejes de proyectos que se aproximan más a un carácter multimedial o que proponen un cruce de disciplinas. En ese marco se encuadran algunas de las próximas ediciones del poeta rosarino, quien recibió a Rosario/12 para adelantar parte de esas flamantes creaciones y para repasar además el origen mismo de su vínculo con las letras: "A veces no le encuentro una respuesta demasiado específica a mis comienzos con la poesía. Diría que un punto referencial histórico tendrá que ver con mi preadolescencia, donde paralelamente a lo que era el colegio empezaba a laburar con todo lo que tenía que ver con el género. Y no era tan poético, sino que le daba más bolilla a la narrativa, leía mucho a Borges, Cortázar".
Finalizados sus estudios secundarios llegarían cuatro años en la facultad de Ciencias Económicas, en donde la literatura funcionaba para Simeoni "como una especie de cable a tierra", y a nombres como los de Shakespeare o García Márquez se iban sumando las firmas de Rimbaud, Boudelaire y Bukowski, marca referencial para Simeoni, quien a los 21 años cambió el rumbo y comenzó a estudiar periodismo, mientras asumía la dirección compartida de la revista literaria Los Lanzallamas.
Aunque si de libros iniciáticos se trata, su recuerdo se remonta hasta 1978, cuando con sólo cuatro años debutó con la lectura a través de El Principito. Por esos días, sus padres debieron seguir los consejos del cura rector del colegio, quien recomendó que Fabricio, en silla de ruedas, comenzara a concurrir en primer grado, ya que el carácter lúdico inherente a los períodos de jardín y preescolar terminaría aburriéndolo. A partir de ello su tía, docente, concurrió a su casa cada tarde para recorrer números y letras. En definitiva, desde aquella primera lectura los libros acompañaron a Simeoni en su faceta creativa. "Para mí es una cuestión casi determinista esto de que no puedo concebir ninguna forma escrituraria si no es a partir de la lectura", distinguió, para reconocer de inmediato la presencia de esos textos en su propia obra: "Creo que todo lo que he leído, a la larga o a la corta, influye. Sí, porque en ese sentido la primer forma escrituraria que uno posee, es la lectura"
Así, en la conformación de una voz personal empiezan a cobrar peso algunos de los autores citados previamente por Simeoni, pero es esencialmente Bukowski el que se ve citado por el poeta. "Fundamentalmente la literatura de Bukowski abrió en mí toda esta cuestión adolescente, que delata tantas cosas, y fluye más allá de lo profesional que uno pueda ser --precisó--. Siempre rescato esta cosa adolescente, de rebeldía, muy alusiva a determinados aspectos nihilistas, donde la verdad es que había una cuestión muy descomprometida con el género. Era más necesario casi, porque uno no buscaba embellecer todo el tiempo, no importaba si era lindo o feo, era así. Ni siquiera digo catártico, porque nunca me identifico con esa palabra, sí me identifico con lo lúdico".
Volcado a una visión de su propia obra, el poeta y periodista se reconoce poco afecto "a poner pautas nominalistas", aunque lanzado al juego analítico detalló: "El vínculo con mi obra tiene mucho que ver con lo poético, más allá de que mi primer libro (Cronos, publicado en el 2000) sean relatos periodísticos. Pero la poesía es lo que más me abarcó, lo que más me hizo perder, que más me subyugó y alienó, y bienvenida sea esa alienación y esa enajenación, porque es necesaria. Sí veo que hay una etapa inicial que tiene que ver con un minimalismo medio exacerbado si se quiere, hay una búsqueda interesante en función incluso de lo que representaba mi lugar en el mundo en ese momento, que era pos-adolescente, y que tenía que ver con esa estructura, la discapacidad, la forma de trabajar, esa cuestión de ir acotando permanentemente. Hay una cuestión cotidiana que tiene que ver con lo onírico, pero más con la imaginación, lúdica si se quiere".
"Después uno empieza a trabajar mejor y el minimalismo no es que queda al margen sino que toma cierto sesgo sexual --completó--. Y creo que allí el máximo punto lo toma la publicación de Agua virgen, un libro minimalista, pero muy intimista y muy sexual. Y fundamentalmente agarro toda esta postura que me ha dejado el periodismo, que es la carga filosófica muy fuerte. Después de Agua virgen hay una cuestión mucho más intimista todavía, donde hasta creo que me animo a hablar de la discapacidad, que fue en Sub, mi último libro. No sé si dejé de lado todas esas cosas, pero sentí que había una sinceridad en función de que había una postura, una ubicuidad en el mundo, a partir justamente no sé si de la discapacidad, pero sí del espacio físico que ocupo. También hay como una mezcla de cuestiones, incluso algunos sesgos de surrealismo, algunas cositas del decadentismo francés, me parece que me animo un poco más, sobre todo en función del laburo y de la sinceridad".
- ¿Por qué piensa que todo ello aparece en Sub?
- No me gusta hablar de maduración, no creo que lo mío sea madurez, y cuando digo evolución tampoco lo hago en función de una cosa progresista. Sí tiene que ver con lo acomodaticio, te acomodás en el mundo, como el mundo se acomoda en vos. Ahí es cuando uno evoluciona, porque se arriesga, porque adquiere otro tipo de elementos, otra función y metodología de laburo. Si tuviera que adherir una palabra a lo poético, al menos a mi poética, diría que fundamentalmente es pérdida. Entonces, cuando sentís que perdés inevitablemente tenés que seguir buscando, sino te estancás. Al menos en mí por ahí viene la vuelta, no es una cuestión dogmática que si la seguís vas a poder publicar. Porque aparte yo publico porque soy caradura.
No son pocos los planes de trabajo que el poeta tiene en carpeta para el corriente año (ver recuadro), ampliándose además al terreno discográfico junto a Fabián Gallardo, quien utilizó música experimental para acompañar los textos de Simeoni que él mismo seleccionó al recorrer la totalidad de la obra del poeta, que adelantó: "Es un recorrido poético que va desde textos re primitivos hasta otros contemporáneos, éditos e inéditos. La idea es invitar a amigos a que lean, a que pongan su voz, amigos que van desde Quique Pessoa y Darío Grandinetti hasta el Pelado Cordera. Y lo más sorprendente, al menos para mí lo más visceral, es que la semana pasada grabó el Negro Fontanarrosa. Eso ya tiene más que ver con la emoción, trasciende los límites de lo profesional".
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.