300 3 puntos

Dirección: Zack Snyder.

Guión: Zack Zinder, Kurt Johnstad, Michael Gordon, sobre la novela gráfica de Frank Miller.

Fotografía: Larry Fong.

Música: Tyler Bates.

Montaje: William Hoy.

Intérpretes: Gerard Butler, Lena Headey, Dominic West

Duración:117 minutos.

Salas: Monumental, Village, Showcase.

La pregunta sería, ¿cómo hacer una película que transcurra en el 480 a.C., con la batalla de las Termópilas como escenario, y con una proclama bélica pro-Bush como trasfondo ideológico? 300 recrea el enfrentamiento entre los trescientos espartanos del rey Leónidas y el descomunal ejército persa del rey Jerjes. Abocados a la invasión de Grecia, los persas encuentran en Esparta el último y más peligroso escollo, situado en el pasadizo estratégico y estrecho que permiten las denominadas Termópilas. Hubo otro film sobre el mismo tema: Los 300 espartanos (1962, Rudolph Maté), con Richard Egan como Leónidas. Fue un film de bajo presupuesto, sin demasiada relevancia, pero con la artesanía del mismo realizador de la magnífica Muerto al llegar (1950). Es más, también la dupla Héctor Oesterheld-Alberto Breccia supo hacer revivir, en su historieta Mort Cinder (1964, revista Misterix), un episodio transcurrido en el mismo escenario, mientras el anticuario Ezra Winston escuchaba de boca de Mort sus peripecias de vida, de amistad, de muerte. Una maravilla.

Pero poco y nada tiene que ver el film que reseñamos con las referencias dadas. Así como tampoco con la historieta que le sirve de fuente. Es decir, 300 tiene como sustento el premiado cómic de Frank Miller (Sin City), uno de los autores de mayor relieve y talento en el escenario de la historieta actual. Su 300 desborda saber narrativo, con deslumbrantes disposiciones de página en formato apaisado -símil cinemascope-. A lo que se suma el trabajo de color de Lynn Varley, desde el que proliferan pesadillas en forma de cielos tanto oscuros como abigarrados.

Volvamos al film. Lo dirige Zack Snyder. Responsable también de la lamentable remake El amanecer de los muertos (2004). Si allí la víctima hubo de ser el venerable George Romero, director original, aquí quien ocupa el sitio es, claro, Frank Miller (a quien no vamos a disculpar, dada su injerencia como productor ejecutivo del film). La película de Snyder puede describirse como un video-game insufrible, con cámaras que acompañan el andar violento del espartano y su espada, con rallentis continuos e insoportables. No hay gota de sangre o estocada o gesto facial que no estén pensados desde esta puesta de cámara absolutamente artificial y digital. En otras palabras, en el film 300 no se respira, al contrario de lo que ocurre en la historieta, la vivencia de la batalla, el peso del honor o, más simplemente, el arte de la buena narración. Atributos que comparte, recordemos, con Troya (2004, Wolfgang Petersen), otro film igual de olvidable.

Además, 300 es un film declaradamente belicista, en el peor sentido de la palabra. Es en nombre de la "libertad", que los trescientos espartanos/norteamericanos pelean y matan y mueren. Libertad que es ratificada desde un final que los habilita para la guerra justa y vengadora. Mientras tanto, los persas y su rey deidad andrógina, Jerjes, nos son mostrados del modo más monstruoso, con una mezcla mitológica que adquiere el tinte de pasajes bizarros. Mirada que en nada coincide con el tratamiento que corresponde a Miller, en donde la monstruosidad se relaciona, en todo caso, con la visión de animales desconocidos, y con una deformidad mucho peor, que anida en la misma Esparta, y que aflora en la piel del guerrero contrahecho, el cual, cual Judas/Quasimodo, no tendrá lugar en los hechos heroicos.

Todavía hay más. Ojalá que no. Pero la plasmación fílmica de la magistral historieta Watchmen (1986, Alan Moore/Dave Gibbons), uno de los últimos clásicos de veras del comic contemporáneo, corre el peligro de ser filmada por el mismo Snyder.