Sábado, 21 de abril de 2007 | Hoy
En diálogo con este diario, Alfredo Casero abandona, por un momento su faceta de humorista, y traza una perspectiva respecto de su propia vida, a la que asume como una obra de arte.
Por Edgardo Pérez Castillo
Alfredo Casero podría ser banalizado como un humorista genial capaz de llevar al absurdo hasta límites hilarantes. Sin embargo, hay una faceta crítica que el actor filtra en sus creaciones, esas mismas que asegura están presentes en Un tranvía llamado Vaporeso, el libro que este mediodía presentará en Ross (Córdoba 1345), y que son abordadas en The Casero Experimendo, el espectáculo con el que arribará al Centro de Expresiones Contemporáneas desde las 23. Motivado por ambas presentaciones, el encuentro entre Casero y Rosario/12 se transformó en una extensa charla en la que el artista reconoció que su vida se rige por el Experimendo, concepción artística-integral en la que escritura, actuación y música pueden convivir armónicamente con su rol como padre y como productor de fardos de alfalfa en la provincia de San Luis.
Es que Casero tiene clara la perspectiva respecto de su propia vida, a la que (respetando el concepto de lo integral) asume como una obra de arte. "No porque la muestra como una obra de arte, sino que la tomo como una obra de arte", aclara, y completa: "Hasta acá logré criar mis hijos, tener los hijos que tengo. Es muy complejo eso. Ya si vos lo que hacés mejora la calidad de lo que vos sos, y el fruto es más importante que la cepa, ahí se da una obra de arte. Porque vos tenés un montón de pintura, y un pedazo de tela, y hacés un cuadro. En ese cuadro decís algo que a la gente le gusta, le llena, son cosas que pasan con el alma y la vida está llena de esas cosas. Yo no quiero que la historia de mi vida haya sido que una vez hice Cha cha cha o que una vez laburé en la tele. Ahora estoy gastando mi vida en lo que se me canta. Por ahí no sé si es el mejor negocio. Un fardo de alfalfa cuesta diez pesos, doce con toda la furia, pero me tengo que romper el culo para sacar mil. Me rompo bien el culo y me gasto un montón de guita para poder hacerlo. ¿Y después a quién se lo vendo? No me importa. Porque el éxito también tiene que ver con eso. El éxito no es cuando vos cerrás algo, sino cuando lo que vos hiciste llegó al corazón del otro y ese otro lo pide como una necesidad.
-Habla de los hijos y del arte. ¿Sus hijos ya están en una etapa de obra terminada?
-No, los hijos cuando llegan a un punto, si están bien criados, te liberan a vos para que puedas utilizar todo lo que aprendiste del amor de ellos, y contar con ellos si algún amor te falla. Pero después uno tiene que ser la piedra en la que ellos se apoyan.
-Si piensa al éxito como el llegarle al corazón de la gente, en algún punto Vaporeso está instalado en la gente, aunque quizás no en el corazón. ¿El libro terminará de ubicarlo en ese lugar?
-Vaporeso es un método. Yo lo digo y hay una señora que lee esto y dice: "Este es un pelotudo", pero me importa tres carajos lo que diga la señora. Vaporeso es un método de entender la mentira, la forma en que te mienten, un método general, es la comprensión de que uno puede ser un caballero y no un exitoso. Exacerba lo gentil, y también la dignidad. Viene uno y te dice: "Me compra una revista". "Recién te compré", le decís, y te dice: "Eh, dame un peso, dame un peso". Escucháme, mangás como una rata o trabajás. Estoy en contra del que pide plata y no da nada, o los artistas callejeros. Eso no es arte. Qué pasa que hay que soportar toda una sarta de descerebrados, que se descerebran solos porque no toman el trabajo, ni toman la posibilidad de educación, que mal o bien está. Eso es Vaporeso, decir que si no tomás lo bueno que tenés, si no hacés lo bueno que tenés que hacer en tu vida, el único boludo que hay sos vos. El otro día un pibe que me dice: "Fui con mi novia a Cromañón y tengo una culpa adentro Casero que me muero, porque no se podía estar, hacía un calor que te morías y le dije a mi novia que nos fuéramos, y cuando llegó a casa se prendió fuego todo". No, si algún hijo de puta prendió una bengala adentro de Cromañón, no. En realidad lo que no había en ese lugar era sentido común, y Vaporeso es puro sentido común. Una vez le dije a Capusotto que me ayudara a hacer un programa de televisión nuevo, porque los pibes necesitan que les mostremos cómo hay que reírse de cómo les mienten. Después la historia de todo lo demás, porque yo sigo dolido por el hecho de que se hayan muerto 200 pibes que seguro veían mi programa. Eso me destrozó, en mi carrera haber vivido eso me mató, y después todo pasa. Pero hay un lugar para pensar, vos no tomás todo al pie de la letra, a vos te entra un montón de data, y si la data es buena podés pensar. En su momento fue todo un movimiento: la gente que se juntaba a fumarse un caño y mirar Cha cha cha un miércoles con los cuatro amigos para comer pizza y cagarse de la risa. Me gustaba vivir eso, pero no existió más. Fue el último programa de televisión que hubo, y ningún periodista te va a decir: "Che, hace diez años que están pasando tu programa de televisión, ¿qué pasa?".
-Mejor se está con Gran Hermano.
-Claro. O no... realmente lo que me preocupa no son los pibes de Gran Hermano, que son eso que vos ves. Lo que en realidad me preocupa es que hay mucha gente que es como los de Gran Hermano, que se compran el Fiat Uno y lo hacen bajito, le ponen llantas y les importan las minitas... Eso va para atrás totalmente.
-Entre esos y los que manguean hay sólo una diferencia económica.
-Hay una diferencia en que uno puede y el otro no. Hay una diferencia además en la prepotencia del pobre. Castells: "A mí me deben todo, nos deben todo a nosotros". ¿Por qué te debo todo? A ver, hay un error profundo de política del entendimiento de por qué te debo todo. ¿Qué es lo que te debo? ¿Te voy a desalambrar un campo y vos lo vas a trabajar? Andá a buscar una persona para trabajar en el campo. Es muy jodido, me pasó en San Luis. La decisión pasa por enseñarle a otro que hay que pescar para comer, y no decir: "A mí me deben el pescado del Río de la Plata, si vos tenés dame a mí". Y no me pongo del lado del que tiene, porque he sido muy pobre. Yo estuve con mi hija Guillermina en el carrito de bebé, con mi mujer y el nene en brazos buscando un hotel para que me acepten en Buenos Aires, ciudad de donde yo soy nacido y criado, y los gallegos de mierda de los hoteles no me dejaban entrar porque tenía chicos y me tenía que quedar uno o dos días para ver si podía solucionar mis problemas, porque no tenía un peso. Empecé en la mierda, por eso puedo plantarme adelante de uno y decirle que si chupás cerveza en la calle como un idiota todo el día, está todo bien hasta que empezás a mear en la calle, porque eso antes lo hacían los borrachos que estaban filtrados. Yo no pensé que todo iba a cambiar tanto en el 2000, entonces estoy contento de haber copado los 90 junto con... Maddona (risas). Nosotros copamos los 90, nosotros fuimos los 90 y en los 2000 no hay nada, la música es prefabricada, y yo apelo a los pibes que saben que esa música es mierda para que hagan lo que tengan que hacer y que acepten de alguna manera, o que puedan ver en cualquiera de las mierdas que tengo: en el libro que hice en el 95, o en el show que hago donde trato de bajarle una onda a alguno que está medio en bolas para que se den cuenta que la única manera de pararse adelante de las cosas es de frente.
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