Miércoles, 20 de junio de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › EL MARATONISTA, UN LIBRO DE OMAR MARSILI
Por Eugenio Previgliano
Filípides se llamó un soldado que habiendo combatido -y triunfado- en Maratón corrió por las praderas griegas hasta Atenas para allí morir después de decir la buena nueva. De ahí la costumbre de llamar a la carrera de 42 Km "Maratón": no habría maratón sin batalla, guerra persa, esfuerzo, Filípides, patriótismo o mito, y es posible que la carrera se apoye en el mismo espíritu de la narración, un turbión de emociones que llegan de golpe donde hay, sobre todo, mucha sangre.
Tan grave, heroica, exagerada y distante parece a los ojos del lego la maratón que se cuentan por cientos si no es que por miles, los que escriben un texto contando su maratón: algo que apasiona a tanta gente no puede pasar desapercibido y seguramente el que tiene inspiración por emular al que corrió al encuentro de su muerte, algo debe tener que decir. Haga el lector el ensayo de buscar Maratón en la red y contar las páginas, blogs y referencias que hay de cada persona a su maratón corrida, invitaciones a correr otras maratones y referencias, noticias y novedades de sociedades atléticas y maratonísticas, es casi tan multitudinario como la Maratón de Rosario.
El libro de Omar Marsili que viene de presentar Homo Sapiens Ediciones no escapa a las generales de la ley, hay un maratonista, una maratón, hay un sentimiento heroico si no es que verdadero heroísmo, y una vitalidad deslumbrante contada a un ritmo de más que trote. Y pensar -anota por ahí Marsili- que yo empecé a correr en el 2001. Es difícil para el lector dejar de preguntarse quién es el que no viene corriendo en este país desde 2001, pero sin duda Omar Marsili, corredor de maratones, autor de novelas, letras de tango y poesías, ganador de una mención Alcides Greca, redactor de artículos sobre economía y contador de profesión debe tener algo más por contar sobre esta cuestión que va más allá de liberar esa energía contenida cuyo confinamiento aquejaba al que empezó a correr en 2001: sabemos por diversas fuentes que el autor ha corrido varias maratones aquí y que incluso, esto lo pone en una perspectiva seriamente comprometida ha corrido en Francia una Maratón de París que a los ojos de quien esto escribe es comparable a haber participado de los festejos de la libéración o de las celebraciones del mundial del 98.
Pero no hay sin embargo, en el texto de Marsili una mirada radial desde un punto central, es un narrador/maratonista el que habla en primera persona para sostener esta narración que se narra mientras el narrador ronda la ciudad siguiendo la maratón y que si fuera leída en voz alta, reclamaría unos pulmones con mucho aire y potencia, ya que tiene un ritmo agotador fundado en la escasez de puntos, comas y pausas: maratónica narración de cosas, descripción de paisajes, asociaciones que vienen desde lo hondo de la maratón.
Hay dentro de la narración de este maratonista, unos cuentos sobre otros maratonistas, sobre Bikila Abebe que ganó una maratón muy importante, o sobre Miguel Benancio Sánchez, maratonista amateur y federado en el país y en el extranjero que fue sacado de su casa por un grupo comando no por guerrillero, no por terrorista, desaparecido por mantener un comedor solidario, una olla popular, por altruísta; y sin embargo, no es la única cosa que se cuenta y pesa dentro de la narración de este maratonista: como en las mil noches y una noche, este Scherezade corredor se hace un espacio para nombrar oportunamente a toda clase de personajes en un vasto espectro que alcanza tanto a Linus Pauling, premio Nobel de Física, como a Rita "la salvaje", aquella popular bailarina del caramelo en el bajo.
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