Miércoles, 4 de julio de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LOS PREMIOS MANUEL MUSTO Y FELIPE ALDANA
Los premios de literatura que entrega la Editorial Municipal de Rosario, quedaron este año en manos de Graciela Ballestero, primer premio de narrativa, mientras que en el rubro poesía el primer puesto fue compartido por Fabricio Simeoni, Fernando Marquínez y Gregorio Echeverría.
Por Edgardo Pérez Castillo
Los premios de literatura Manuel Musto y Felipe Aldana ya tienen sus ganadores. Impulsados anualmente por la Editorial Municipal de Rosario, los certámenes quedaron este año en manos de Graciela Ballestero, primer premio de narrativa por su novela La devoradora, mientras que en el rubro poesía el primer puesto fue compartido por Cavidades del recreo, escrito por Fabricio Simeoni y Fernando Marquínez, y Miseria blues, de Gregorio Echeverría. El jurado del concurso de poesía estuvo conformado por Héctor Piccoli, Sergio Raimondi y Sergio Cueto, quienes determinaron además entregar el segundo premio a Casa incompleta, de Marcelo Rizzi. En tanto, Angélica Gorodischer, Cecilia Muruaga y Daniel Link decidieron que la novela La telaraña, de Marcela Atienza, se ubicara en el segundo lugar entre los aspirantes al Musto. Todas los premiados accederán a la publicación de los textos por parte de la EMR.
En esta nueva edición, el Manuel Musto recayó finalmente en Ballestero, creadora de una novela en la que el policial y el suspenso se funden con lo político, según se desprende de la descripción que la autora realizara a Rosario/12: "Se trata de una mujer de mediana edad a la que la pareja le pregunta si, una determinada cantidad de años antes, mató a determinada persona. La novela empieza en el recuerdo de toda esa época, cómo fueron pasando las cosas, hasta que ella no sabe si mató o no a esa persona, un músico muy famoso. Y todo ese pasado transcurre durante la época de la dictadura militar".
"La protagonista de aquella época vivía en una nube, y fue tomando consciencia de a poco de lo que estaba pasando. Más o menos como mucha gente", amplió Ballestero, quien ya había incursionado en cierto terreno político con Sombras y árboles, novela publicada por editorial Colihue y que "trata de alguien que se va a Estados Unidos después de Malvinas, o sea que también ahí el tema político está presente, porque se trata de alguien que se va porque no soporta el estado de cosas". "De alguna manera siempre me interesa esto que sucede cuando los protagonistas están involucrados con la realidad, de una u otra manera. Pero más que nada La Devoradora es una metáfora. A través de la ficción podemos cometer actos inpunemente y sin culpa. Uno puede matar la figura de alguien que a lo mejor tuvo que ver con uno, agregar componentes, ésa es la libertad de la literatura", apuntó la escritora.
Mientras tanto, el certamen de poesía determinó un premio compartido entre Gregorio Echeverría y la dupla creativa que conformaron Simeoni y Marquínez. Nacido en Rosario en 1935, Echeverría tiene una vasta producción literaria, que alcanza la treintena de obras. Sin embargo, hasta el momento sólo una, Tercera fundación, fue publicada, luego de que el año pasado lograra el Segundo Premio del Certamen Provincial de Narrativa de ficción "Ciudad de Rosario".
Esta vez, el autor (quien ha logrado además premios en Cuba, México, España y diversas provincias argentinas) tendrá acceso a la publicación de un libro de poemas, entre los que se cuentan obras como "Sin cruces ni lápidas", donde expresa: "El huracán es dócil o indomable pero es viento/ la lluvia es lluvia torrencial o mansa pero es lluvia/ y el hambre es hambre existencial o hambre miserable/ aunque Amador sospecha que el hambre y la miseria/ debieran ser alaridos y puños indomables/ cabalgando como proclamara Whitman sobre los tejados/ de las ciudades y del mundo / porque solo el aullido/ universal es capaz de galopar a lomo de los vientos/ porque solo un alarido puede contra la furia del torrente/ porque si el hambre es mansa o dócil acaba en hospitales/ o almacenada en basurales sin cruces y sin lápidas".
A partir del análisis de la terna que conformaron Piccoli, Raimondi y Cueto, Echeverría compartió el primer premio junto con Fabricio Simeoni y Fernando Marquínez, creadores de Cavidades del recreo a partir de una metodología de trabajo original, según la calificación de Simeoni: "Hay cierta originalidad, porque creo que no es fácil, por lo menos desde mi punto de vista, escribir un libro de a dos, y mucho más tratándose de poesía. Lo que hicimos fue escribir de acuerdo a un montón de cuestiones que tienen que ver con el eclecticismo, con lo que a cada uno lo ha alimentado en función del género, en este caso poético. Y un 70 por ciento del trabajo está armado por mail. Salvo algunas ocasiones en las que nos tomábamos un vino y laburábamos de acuerdo a un montón de técnicas, surrealistas, tipo cadáveres exquisitos, etc., el resto eran simplemente ejercicios de reescritura por mail. Una especie de respuesta escrituraria, con lo que genera la reescritura, que no es poca cosa. Eso era fundamentalmente la base de la metodología. Después había poemas seriados donde la idea era trabajar más sobre estilos minimalistas, donde uno escribía unas líneas y el otro completaba el poema".
Asimismo, el poeta rosarino amplió la descripción al manifestar: "No me gusta mucho hablar de estilos, pero cuando decía que era ecléctico, también hay muchas compatibilidades entre Fernando y yo, fundamentalmente a la hora se sentarnos a trabajar, de pulir los textos. Hay textos que son recontra minimalistas, y otros son las antípodas, decadentistas al máximo. Y en el medio van surgiendo cuestiones que tienen que ver con el surrealismo, medio despojado".
Así aparecieron entonces obras como "Fetish", que reza: "Un cruel emisario/ apenas infectado por copos de lana/ imita el sonido de la culebra,/ invoca al señor de las sangrías./ La maldita gota,/ ajada en su cuerpo/ como una sierpe políglota,/ inspira bulerías desenfrenadas.
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