Jueves, 19 de julio de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO EL DRAMATURGO JOSE MUSCARI LLEGA CON DOS OBRAS
"Creo que la transgresión está más puesta en el que ve que en el que la hace", dijo el director teatral respecto a las características de los dos trabajos que presenta este fin de semana en el CEC: "Cotillón" y "Dame morbo", ambass puestas están marcadas por el patetismo y el dolor.
Por Edgardo Pérez Castilo
Más allá de la lógica expresión de alegría ante el inminente arribo de dos de sus obras a Rosario, el dramaturgo porteño José María Muscari define a la posibilidad de reunir, en un mismo fin de semana, a Cotillón y Dame morbo como "un buen shock". En ese marco, el director tomará como espacio al Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC) para desplegar allí algunas de las razones que le valieron un rótulo de transgresor del que él mismo descree.
Aunque las propuestas de Muscari difícilmente puedan ser instaladas dentro de los convencionalismos. La primer muestra de ello tendrá lugar el próximo sábado a las 22, cuando los santafesinos Sergio Abbate, Luciana Brunetti, Carolina Cano, Raúl Kreig, Vanina Monasterolo y Diego Rinaldi estrenen Cotillón en la sala de Sargento Cabral y el río. En diálogo con Rosario/12 Muscari delineó las características de una puesta que creó "especialmente para actores de Santa Fe, viajando y rompiendo la distancia con Buenos Aires", ciudad a la que finalmente arribó con sus compañeros, y donde sostuvieron el éxito logrado en la capital provincial. "Es un espectáculo muy divertido, tiene muchos contenidos referidos a la idiosincracia santafesina, a la idea de la inundación. Porque habla de un grupo de cinco hermanos que están desesperados porque no tienen dinero, con una empresa familiar de cotillón que se les viene a pique porque hicieron una mala inversión. Entonces tienen que arreglar un montón de bonetes y la inundación les mojó un montón de material, y en el medio aparece una especie de cineasta amateur de cine porno, de entrecasa, muy divertido. Una especie de Leonardo Favio posmoderno, que los quiere convencer para filmar una película porno, y ahí empieza la trama del espectáculo, que es muy divertido", detalló el dramaturgo.
Mientras tanto, el domingo a las 20 Dame morbo volverá a presentarse ante el público de la ciudad, luego de su estreno en el marco de la Feria del Humor, algunos meses atrás. En la obra, Muscari juega con los límites entre lo gracioso y lo ofensivo, con la intención de eliminar las fronteras. "El humor yo siempre lo pongo en duda --admitió--. La gente se ríe de cosas de las que no me río, y eso me pasa cuando voy a ver espectáculos de humor, donde nunca me río cuando se ríen los demás. A partir de eso me empecé a preguntar por dónde pasaba para mí el humor, y así empecé a trabajar con los actores de Dame morbo. Que para mí es un espectáculo netamente de humor, aunque trabaje con el patetismo y el dolor. De hecho hay momentos en los que el público se ríe de que los actores están llorando. O de escucharlos hablar de sus fracasos y sensibilidades. Para mí eso está muy bueno, porque es una manera personal de hacer humor. En sí el espectáculo juega básicamente con tres actores que están arrojados a un espacio a entretener al público de cualquier manera, venciendo cualquier tipo de límites, exponiéndose a cualquier tipo de cosas. Un poco como una especie de Gran Hermano teatral, decadente. Me parece que está bueno, porque dialoga con nuestra realidad directa".
En ese sentido, el morbo nacional se hace presente en múltiples ámbitos, y así lo analizó el director: "Un poco el espectáculo juega más con el morbo del que mira que con el morbo de los que lo están haciendo. No tiene una impronta sexual muy fuerte, ni mucho menos, pero sin embargo habla de eso, del morbo que uno tiene por averiguar, por escudriñar, por meterse en la vida de los demás. Es un espectáculo que tiene mucha intertextualidad con todo lo que hay en nuestra realidad de consumo cotidiana, tanto en la televisión como en el teatro. Me parece que eso hace que aparezca una identificación en el que mira, y es el que permite que el espectáculo haya funcionado tan bien en Buenos Aires".
- ¿Qué le genera el hecho de ser tildado como transgresor?
-Creo que la transgresión está más puesta en el que ve que en el que la hace. En ese sentido no hago mis espectáculos, ni nada de lo que se hace en ellos, considerando que va a ser transgresor o queriendo transgredir tal o cual cosa. En realidad los hago más por el deseo y la voluntad de hablar de determinada cosa, o de contar determinada situación teatral de determinada manera. O comprometiéndome con la estética que quiero tocar, pero nunca con la idea de generar algo. Quizás esa libertad que tengo para relacionarme conmigo como creador, y llevar adelante lo que tengo para hacer, en el afuera sea la idea de transgresión, pero no hay una intención a priori de transgredir nada. Creo que el mundo, de por sí, ya está muy transgredido como para que yo, desde mi inocencia de 30 años, y desde el mundo del teatro que es tan ingenuo frente a la transgresión que vivimos a diario, quiera transgredir tal o cual cosa. El mundo está transgredido de por sí.
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