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Viernes, 3 de agosto de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › EL GRUPO ROSARIO IMAGINA CON HOTEL CAPRICORNIO

Vuelta al formato de cámara

La trama se desarrolla en un ámbito tan atrapante como la habitación de un hotel, la obra coloca al espectador en un lugar cercano al voyeurismo. Cuatro parejas se cruzan en el hotal una misma noche. Si bien no partieron de un texto, "sabíamos de antemano cuál era el clima".

 Por Edgardo Pérez Castillo

Hace apenas algunas temporadas, el grupo Rosario Imagina se lanzó a un proceso de experimentación que tenía su eje en el acercamiento al público hasta la mínima distancia, proponiendo inclusive su participación directa en aquella experiencia (en sus dos versiones) bautizada como Lo mismo que el café. Más tarde le llegaría el turno a Artificio casamiento, en donde aquella búsqueda comenzaba a perder terreno, en pos de un nuevo horizonte. Ya en el 2007, Los invertidos, bajo la dirección de Rody Bertol, devolvió al grupo a un formato de teatro de cámara, el mismo que rige a Hotel Capricornio, la puesta que esta noche iniciará su ciclo de funciones en el Teatro La Manzana de San Juan 1950, donde los viernes de agosto --y los viernes y sábados de septiembre-- subirá a escena a las 22.

Sin embargo, el espectador es todavía un elemento cercano para los actores (Eleonora Arias, Erica Aristides, Florencia Lattuada, Soledad Porcile, Claudio Danterre, Daniel Feliú, Alejandro Ghirlanda y Adrián Moriconi), quienes trabajan aquí bajo la dirección de Federico Tomé. "Con Rody teníamos una idea de base y después seguimos buscando puntas en cuanto a la historia. Cuando tuvimos un cuento empezamos a trabajar con Leonel Giacometto lo que podía llegar a ser el desarrollo de la historia, y mientras tanto con los actores empezamos a trabajar algunas improvisaciones. Y si bien no partimos desde un texto, sino que vino después, nosotros ya teníamos bien claro cuál era el clima que queríamos trabajar para narrar esta historia. Entonces el texto vino a completar lo que veníamos trabajando, y que se desarrolló mucho más. Lo que ahora adquirió muchísimo valor es la potencia visual de las imágenes, la potencia plástica de la imagen, de lo visual. Creo que uno de los puntos a destacar es el cuidado de lo plástico", detalló Tomé a Rosario/12.

Desarrollándose en un ámbito tan atrapante como la habitación de un hotel, ésas donde todos desearían ocultar una cámara, la obra coloca al espectador en un lugar cercano al voyeurismo. "La idea es trabajar la intimidad --admitió el director--. Te imaginás que trabajar la intimidad en una habitación de hotel te coloca directamente como un voyeur, no podés zafar. Realmente el espectador está espiando, y éso es lo que quisimos provocar, el efecto que queremos producir: la sensación de estar espiando algo que no tendrías que estar viendo, algo que hasta por momentos te produce timidez. Igual es una obra que se disfruta muchísimo, porque es una comedia dramática con mucho movimiento, muchas articulaciones. Inclusive en la estructura que tenía pensada para desarrollar la historia yo quería que empiece como una comedia de enredos, que se transforme en una comedia dramática y que termine siendo una tragedia. Eso está, porque arranca casi coreográficamente, con mucho movimiento, mucha luz, con personajes espléndidos que a medida que pasa la historia ves cómo se van deteriorando, quedando en soledad. Y termina trágicamente".

-En cierto punto Rosario Imagina viene mostrando una línea trágica en la resolución de sus obras.

-Sí, es verdad. Lo que pasa es que siempre contamos historias densas. De una u otra manera siempre nos vamos para ese lado. Creo que en la habitación de un hotel pueden pasar muchas cosas, infinitas. Mientras la fuimos armando en los ensayos nos cruzamos con miles de anécdotas, miles de historias. Pero la obra no apunta a ser un decálogo de historia de hoteles, solamente lo que queremos hacer es contar una historia donde se cruzan cuatro parejas en una misma noche. A partir de una historia se cruzan las cuatro parejas, la obra narra eso. Y en relación a lo que te decía del espectador voyeur, creo que produce una incomodidad que termina siendo grata, pero como tenemos público de los dos lados, el público puede ver cómo el otro espía. Se produce una triangulación de la intimidad. Y cuando sucede algo que te puede intimidar, automáticamente mirás a otro que está enfrente para ver si le produce lo mismo. Ese es un juego que empezó a pasar con los espectadores y que no teníamos en cuenta.

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Todo puede pasar en una habitación.
 
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