Viernes, 3 de agosto de 2007 | Hoy
Por Beatriz G. Suárez
¿Es posible que alguien acampe en pleno centro, en una plaza de la ciudad, como si fuera un camping?, ¿es posible?. ¿Es posible a la vez que un vecino del lugar diga que le molesta la protesta porque entonces no puede pasear a su perro? ¿es posible que a alguien le interese mas, mucho mas, un perro que un semejante? ¿Es posible que la plaza quede ofensivamente sin su propio significado y se transforme en algo que casi ni puede nombrarse? ¿Se puede simplificar la cosa diciendo, simple, lisa, y llanamente que los que están allí son vagos? ¿es de vagancia la cosa? ¿alguien puede vagamente no tener donde ir al baño, cocinar, acariciar o auscultar su tragedia así porque sí?.
¿Puede acaso una vecina pituca querer esconder la muerte decorativa de su plaza porque seguramente le da vergüenza el cuerpo de un toba haciendo caca? ¿es posible que interese mas el tiro del vaquero o la marca que el frío de estos días y la gente allí?.
¿Es posible que esto esté sucediendo acá a dos cuadras y no haya un Estado capaz de organizar la cosa?. Pero ¿cómo es posible que no exista una idea, un arreglo, una norma, una salida, una circunstancia que libere a la gente, que tranquilice el ánimo, que sea mas política que el seductor veneno que nos inyectamos mirando cómo todos borramos la plaza?.
¿Qué es lo tiene que fallar para que se quemen los bancos? ¿a qué fuego no se le está echando la leña suficiente como para que estalle todo y se vaya la plaza al carajo?.
¿Es educativo? ¿es económico? ¿es cultural? ¿es de ricos? ¿es de pobres? ¿es el intendente? ¿son las tres letras ce? ¿Cómo, cambio, cuándo?.
¿Por qué vale mas la Rosario elegante que la Rosario verdadera? ¿se pueden empalmar? ¿Por qué hay tantas personas que pasan del poder a la imagen y de ahí no salen? ¿por qué no se piensa mas en que los acampantes han acampado en este campamento de campaña céntrica porque tal vez no les quede otra?. ¿Cómo es posible que esta angustia se haya vuelto interesante? ¿cómo fue que las autoridades pertinentes no se sensibilizan ante este fenómeno sísmico del alma que es estar sin techo, sin casa, sin tenedor fijo y sin lugar? ¿qué hicimos todos con el gobierno? ¿alguien puede lucrar con este dolor? ¿tendremos un segundo mundo donde cosas así no sucedan?.
¿Quién tiene la culpa? ¿Dónde esta la famosa cadena de responsables? ¿no seremos acaso nosotros, los que escribimos sin ton ni son, quienes alguna vez podamos dejar la lapicera y comenzar a diseñar las soluciones?.
¿Cómo puede ser que la plaza, un lugar para restar enojo y pesadez, hoy se esté llenando de lágrimas y asuntos sin remedio?.
Una plaza, la plaza, nuestra plaza, la de los que están acampando también (porque la San Martín no es de la señora Manggiamocco Rodríguez ni de un Mengano que pasó), una plaza común, encierra hoy el mas enigmático y loco conflicto que se haya visto por calle Dorrego.
¿Es posible que tengamos una misteriosa enfermedad, todos, como sociedad, una enfermedad retrógrada y sorda que en una simple plaza parece haber
expresado su potencia?.
Y, si es así ¿cómo podríamos curarnos?.
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