Viernes, 10 de agosto de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › MAURO RAMOS PRESENTA MAÑANA SU DISCO TANGOS
El guitarrista oriundo de Las Rosas, integró El Amague y fue revelación de Cosquín en un dúo con su hermano.
Por Edgardo Pérez Castillo
Para muchos desconocido, Mauro Ramos podría ser calificado como el secreto mejor guardado de la música creada en Las Rosas. Oriundo de esa localidad santafesina, el guitarrista sin embargo tuvo su paso importante por la escena rosarina (como integrante del dúo de guitarras Nocturnos y el Quinteto El Amague) y nacional, convirtiéndose en Revelación de Cosquín en el 2001 con otra dupla, la que conformaba con su hermano. Ya abocado a un camino solista, Ramos empezó a darle forma a tangos propios y ajenos, registrándolos en un disco que, luego, llegaría a las bateas a través del sello local BlueArt Records. Mañana a las 21, Tangos tendrá su presentación oficial en la Plaza Cívica (San Lorenzo 1949), en un recital que se desarrollará con entrada libre y gratuita.
Para Mauro Ramos la relación con la guitarra se inició por simple curiosidad, cuando a los 11 años jugaba con la criolla que su hermano utilizaba para estudiar. "Empecé tocando de oído, tocando cosas solo y sacando muchos temas. Después empecé a estudiar con un profesor del barrio", recuerda el músico. Con el tiempo, el rito se extendería por numerosas horas diarias, lo que derivó en un nuevo paso: "Cuando ví que iba superando cosas que parecían difíciles empecé a estudiar en Rosario con Claudio Zemp, a viajar, y a tocar con mi hermano, con quien armamos un dúo con el que anduvimos bien, porque tocamos por la zona, viajamos por la provincia y salimos Revelación en Cosquín. Pero a mí siempre me gustó tocar todo tipo de música, y con el dúo estábamos tocando tangos instrumentales conocidos, los dúos típicos de guitarra".
Ya radicado en Rosario, Ramos comenzó a interpretar composiciones propias junto a otras de Piazzolla con el dúo de guitarras Nocturnos, para conformar luego el Quinteto El Amague, llegando después a la determinación de formarse como solista: "Empecé a estudiar para arreglar y tocar solo, pero no con un estilo clásico, sino improvisando en los temas, con un concepto más de jazz pero tocando música de acá. Con el tango encontré la forma de expresarme con la melodía, la armonía, para poder tocar lo que me gustaba".
Ese gusto terminó redondeándose no sólo en las tres composiciones propias que aporta a Tangos, sino además en las personales versiones sobre reconocidas obras de Bardi y Cadícamo ("Nunca tuvo novio"), Stamponi y Castillo ("El último café"), Troilo y Castillo ("La última curda"), Piazzolla ("Decarísimo") o Cobián y Cadícamo ("La casita de mis viejos" y "Nostalgias"). Porque, alejándose de toda sobreexposición innecesaria, Ramos no abusa de su virtuosismo, combinándolo con interpretaciones tan expresivas como sentidas. "Uno no puede estar haciendo notas rápidas una atrás de la otra durante todo el disco --reconoce a Rosario/12--. Además en el tango tenés que tener un momento de reflexión, y me gustó mucho el juego de tener un pasaje virtuoso y dos o tres pasajes tranquilos, con acordes nuevos, sacados de otros estilos. No soy un músico de tango, sino que estoy cerca porque es un género que me gusta. Siempre me gustaron mucho Piazzolla, Troilo, Grela, Salgán".
En esa misma línea, el músico reconoce que el suyo "no es un disco enfocado para la gente de tango, sino para aquel que gusta de la música en general, que va a encontrar más cosas de dónde agarrarse". "Y no hice un disco para guitarristas, sino para la gente a la que le guste la música. Por eso al momento de hacer los arreglos no me importó si un acorde sonaba a flamenco, si me gustaba trataba de meterlo igual. Siempre trabajé con mucha libertad, tratando de no expresar lo mismo en todos los temas", agrega.
Mientras tanto, la amplia influencia de Ramos encuentra una mayor presencia en el terceto de obras que llevan su firma, sobre las que apunta: "Son temas que compuse en distintos períodos de mi vida, no los hice especialmente para el disco. El primero que hice fue `Tanguito`, inspirado en guitarristas como Juanjo Domínguez, con un estilo bien tanguero. Después hay una zamba instrumental, `Llora el cielo` porque también me gusta mucho Atahualpa Yupanqui, y está muy inspirada en su música. Y el último tema, `Alma`, creo que tiene muchas influencias de Egberto Gismonti, de Chopin, que son autores que me gustan mucho. Escucho de todo, y en el disco traté de que eso se note".
Y aunque existe la posibilidad de que el músico sea encasillado dentro del terreno del tango, sus intenciones son las de continuar abriendo caminos. "Estoy estudiando mucho jazz, y me gustaría lo que a todo músico, lograr un sonido propio --confiesa--. Por eso estoy muy contento de estar en BlueArt, que es un sello dedicado al jazz y el tango contemporáneo donde hay gente como Gerardo Gandini o Ernesto Jodos. No creo entonces que se encasille lo que hago. Algo que sí me pasó, por ejemplo, cuando salimos Revelación de Cosquín haciendo folclore y tango. En aquel momento decidí seguir otro camino. Hay que tener paciencia y hacer lo que a uno le gusta y siente, sino no podés perdurar, ni trascender".
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