CULTURA / ESPECTáCULOS › EL SENTIDO DE LA VIDA SEGUN LA FILOSOFIA DE UN GRUPO ESPAÑOL
El grupo español "Ron Lalá" plantea su trabajo como un homenaje a la fusión de géneros atravesados por el desparpajo.
› Por Julio Cejas
El grupo español "Ron Lalá" desembarcó este viernes en el Parque de España con su espectáculo Mi misterio del interior en el marco del ciclo "La palabra en escena", organizado por la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario. Desde la conformación misma el grupo que dirige el argentino Yayo Cáceres, y que cuenta con la producción de otra compatriota, Florencia Saraví Medina, se plantea como un ingenioso homenaje a la fusión de géneros y temas tanto artísticos como poéticos. Atravesados por el desparpajo y la irreverencia del surrealismo que adoptan como bandera en ese estilo "lalá", que para ellos implica un tributo al dadaísmo, estos auténticos actores-poetas-músicos-filósofos, abordan temas graves y profundos como la existencia humana. En ese sentido vuelven a ratificar que el humor y el ingenio crítico son una de las vías más eficaces para tratar esos temas a la altura de una necesaria desacralización que el público agradece.
El título mismo del espectáculo se constituye en una verdadera declaración de principios de esta agrupación que va a partir de un interrogante para abrir el juego al espinoso tema de la identidad: Mi misterio del interior.
Pero son ellos los primeros que se interrogan y en eso el espectáculo absorbe mucho de la ética del clown que a diferencia del humor que se ríe "de los otros", parte de la premisa de saber "reírse con los otros", a partir de las propia caricatura.
Esa carta de presentación instala al grupo en la base de una pregunta universal: ¿quién soy?, o ¿ quienes somos a partir de la mirada de los otros?,una de las preguntas que va a derrumbar la certeza con la que se construyen precisamente una buena parte de los espectáculos humorísticos.
Este viaje al interior que tiene en la "Balada de amor a mí mismo", el remate musical de las desventuras de un personaje que intenta desesperadamente tener un diálogo con el mismo.
O ese otro personaje que protagoniza "El hombre capicúa", alguien que se inventa una personalidad acorde con los requerimientos de la extravagancia de algunos programas de televisión que destacan ciertos rasgos "vendibles" de los seres anónimos.
Un desopilante sketch que nos recuerda el comienzo y el final de aquella notable película de Alex de la Iglesia: "Muertos de risa", donde un famoso pero traumático dúo cómico terminaba baleándose en vivo en un set de televisión frente a una platea que festejaba la que creia una de las ocurrencias más disparatadas de sus artistas preferidos.
Mucho del formato televisivo es parodiado en una estrategia permanente que le permite a Ron Lalá espejar la mirada que el espectador tiene de una realidad tamizada y procesada por los medios de comunicación de un mundo globalizado.
Y es dentro de los mares agitados y confusos de esa globalización donde va a tratar de hacer pie un individuo totalmente indefenso que apuesta todavía a indagar acerca del "sentido de la vida", tema que fue el título de aquella emblemática película de los Monty Phyton, otro de los referentes en la estética de Ron Lalá.
Como contundente ejemplo de esto aparece esa ingeniosa presentación del "peligroso ascenso" del libro en la sociedad, en un ácido paralelismo con el alcance devastador que tiene la televisión en su rol de formatear la cultura a partir de su penetración cada vez más devastadora.
Esta visión apocalíptica va a condensarse en ese logrado juego en el que el público se transforma en las piezas de un museo del siglo XXV al que acuden los seres de ese siglo para descubrir las "rarezas" de aquellos lejanos moradores del Siglo XXI. Guiados por un coordinador, estos extraños habitantes del futuro se acercarán a nosotros para contemplar rasgos de una civilización extraviada en gestos frívolos y mediáticos.
Un párrafo aparte para la "Historia de un Don Nadie", esa magnífica parábola sobre un ser que no conforme con llegar a ser Presidente de Estados Unidos, quiso ser él mismo Estados Unidos, llegó a serlo todo para descubrir que cerca estaba de la nada.
Ron Lalá, un compacto y talentoso equipo integrado por Juan Cañas, Miguel Magdalena, Iñigo Echeverría, Daniel Rovalher , Alvaro Tato tiene en la dirección del argentino Yayo Cáceres el complemento preciso para moverse con la soltura de un elenco que pareciera conservar la frescura de sus comienzos.
La inteligencia y la invitación a reflexionar pueden todavía subirse a escena sin ser tildadas de aburrida o culturosa, Ron Lalá es un claro ejemplo de que el público también puede participar pero del otro lado de la fiesta.
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