Lunes, 28 de junio de 2010 | Hoy
CARTELERA › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Tras la agitación de candidaturas múltiples dentro del partido socialista, los representantes de las principales vertientes han regresado a una idea de unidad que necesariamente deben ejercer a la hora de negociar con sus socios radicales dentro del Frente Progresista y de cara al 2011. Lo cual no quiere decir que nadie haya bajado sus expectativas.
Por Leo Ricciardino
El intendente Miguel Lifschitz optó por volver a posicionarse dentro del socialismo como candidato a gobernador de cara al 2011. En ese camino advirtió que lo mejor para él era regresar al redil de quien demostró que puede y quiere ejercer la jefatura política de su nucleamiento y del Frente Progresista: Hermes Binner. El gobernador había sacudido la interna de su partido al señalar como al pasar que le gustaría que lo suceda en la Casa Gris "alguien de mi gabinete", con lo cuál orientó todas las miradas a su ministro de Gobierno y amigo Antonio Bonfatti.
Ahora se sabe que lo que Binner estaba haciendo -además de posicionar de buena gana a su ministro político era lanzar una reprimenda para aquellos que lo ponían afuera de las negociaciones provinciales de cara al futuro. Un gesto explícito para quienes empezaban a ponerse el traje sin siquiera consultarlo a él como sastre. Más que nada advertía que su gestión también podía no quedar reivindicada a la hora de exponer las ideas en la campaña electoral del año próximo. Por eso decidió retomar su liderazgo que ahora se completa con renovadas chances nacionales en una posible fórmula con Ricardo Alfonsín.
Lifschitz no tardó demasiado en comprender y comenzó a hablar rápidamente de Binner, al que ve "en una fórmula nacional con Alfonsín". También volvió a referirse a su candidatura pero como emergente de una "continuidad del gobierno del Frente Progresista en la provincia de Santa Fe", porque "se han hecho muchas cosas desde que asumió Binner el gobierno, pero quedan muchas más por hacer". Impulsar una candidatura dentro del socialismo despegada de la gestión actual, sería como firmar una evaluación pública sobre una administración a la que se considera regular.
Con otro ojo, el intendente rosarino vigila las acciones de Mario Barletta, su colega santafesino que ya está en carrera para la gobernación de la mano del radicalismo. Montado en este nuevo renacer de la UCR de la mano de Alfonsín, el intendente santafesino representa para muchos la esperanza de que el partido centenario dispute las decisiones del PS dentro del frente que integran.
En su momento, Binner también se dirigía, si no directamente al senador Rubén Giustiniani, sí a sus aspiraciones en Santa Fe. De hecho, aunque más cauto que Lifschitz, las recorridas del legislador nacional tampoco se anclaban demasiado en la gestión de Binner, sino más bien aparecían ligadas a la actividad del ingeniero como congresista y figura de la oposición a nivel nacional.
Esta semana una vez más Binner se vio en la necesidad de advertir a los suyos y esta vez le tocó al propio Bonfatti. Efectivamente, el gobernador lo desacreditó en la polémica con el peronismo acerca de los fondos que realmente dejó en caja la administración de Jorge Obeid. Bonfatti había asegurado que "nunca hubo 1.400 millones de pesos como dijo el peronismo, apenas si había 100" y desató la ira de la oposición. Sin embargo, el gobernador percibió que esa era una polémica de la que debía salir rápidamente porque si no era volver sobre el tema de las cuentas provinciales que -hay que decirlo mejoraron en muchos sentidos, sobre todo por el crecimiento de la actividad económica real.
Binner dijo "eso está acreditado por auditoría" y eligió correr el eje hacia lo conceptual: "Lo importante aquí es que algunos piensan en que el Estado debe ahorrar y otros pensamos que el Estado debe actuar y gastar en función de cumplir con políticas públicas que redunden en beneficios para la gente".
Poco a poco el gobernador parece haber revertido esa amarga sensación de adiós que pesa sobre quienes no tienen reelección en su cargo. Estaba claro que Binner no se iba a ir a la casa después de cuatro años como gobernador, pero cuando sus posibilidades nacionales iban disminuyendo otros quizás pensaron que se venía el tiempo de la renovación de títulos y honores dentro del propio PS. Bueno, las cosas han cambiado y hoy Binner vuelve a estar en boca de los que sientan a las mesas de donde salen los armados políticos de cara a un extenso año electoral como el próximo.
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