Si de meras estadísticas se tratase, Lisandro Aristimuño lleva tantas presentaciones en la ciudad como discos publicados. Sin embargo, el vínculo entre Rosario y el compositor sureño comenzó a fomentarse hace menos de un año, cuando el cantante llegó a la sala Lavardén para recorrer su segundo disco, Ese asunto de la ventana, y estrenar además las de su debut, Azules turquesas. En esa misma línea, el show que Aristimuño ofrecerá mañana (a las 21.30) en el Centro de Expresiones Contemporáneas será una excusa para acercarse a las notables creaciones que el músico incluyera en sus dos primeros discos, a las que se sumarán buena parte de las que nutren a 39º, tercer disco de uno de los compositores más interesantes de la escena nacional.

Sin embargo, Aristimuño ofrece un valor agregado en sus presentaciones, a partir de la posibilidad de reinterpretar a las creaciones desde las infinitas combinaciones sonoras que descubre en sus acompañantes: Carli Aristide en guitarra eléctrica y ronroco, Rocío Aristimuño en percusión y coros, Leila Chero en cello y coros y Martín Casado percusión y coros. Sumándose en la voz, guitarra y programaciones, Aristimuño propone un juego interno que termina enriqueciendo a cada concierto, según anticipó a Rosario/12: "Quizás también lo que tiene de novedad el show es que a la mayoría de las canciones las hacemos versionadas, y no como suenan en el disco. Tratamos que sean versiones más originales, o por lo menos hay una búsqueda con la banda para intentar cambiarlas un poco, porque ésa es una manera de divertirnos nosotros".

Con ese mismo criterio, el compositor gestó un quinteto rico en texturas, donde la instrumentación acústica suele enlazarse con incursiones electrónicas. "Un poco mi idea de esto fue armar una formación bastante rara, que no fuera una formación convencional de bajo, batería y guitarra eléctrica --apuntó--. En algún punto me gusta jugar con la música, entonces cuanto más difícil me la hago más placer me da. Por eso busco jugar con otros timbres. Lo que quiero decir es que por ahí también se puede hacer rock con un cello y unas percusiones, también puede sonar rockero".

Mientras tanto, en su nuevo disco Aristimuño mantiene la línea personal que ya se hacía presente en Azules turquesas. Porque la utilización de rasgos genéricos, siempre en torno a la canción, le permiten al compositor recorrer un vasto abanico estilístico. Y si bien su tercer placa parecería haberse volcado un poco más hacia el terreno del pop con un mayor vínculo a lo electrónico, el cantante parece sorprenderse con la apreciación.

"Me da mucha gracia el hecho de que ahora estoy haciendo muchas notas por la salida del disco y cada periodista me dice algo distinto. Ayer por ejemplo me decían que este disco es más folclórico que los anteriores", admitió entre risas, y completó: "Lo que sí me interesa mucho de los discos es dejarlos abiertos y que pase esto que está pasando, que cada uno los tome a su manera. Me gusta que la música sea abierta y que cada uno diga lo que quiera. Simplemente hago el disco y cuando veo que me gusta, y que está bien, lo dejo. Es como cuando me preguntan qué música hago. Eso es algo indefinible, yo hago música, y la música te gusta o no te gusta.